Europa Sur

“No quiero perder el espíritu del joven que empezaba a dar conciertos”

● El portugués presenta en el Teatro Maestranza de Sevilla ‘BPM’, su disco más personal, con el que siente que cierra una etapa y en el que reflexiona “sobre lo frágiles que somos”

- José Miguel Carrasco

Se está convirtien­do en una agradable costumbre que sea bienal la visita de Salvador Sobral a Sevilla para ofrecernos alguno de sus conciertos. La última de ellas sucedió cuando comenzaban a suavizarse las restriccio­nes de la pandemia, durante el verano de 2020, en la Plaza de España, y la anterior fue en 2018 en el Teatro de la Maestranza, el mismo recinto en el que volveremos a verlo hoy. Lo que le trae por aquí esta vez es la recreación en directo del disco que editó el año pasado, que llevaba por nombre unas iniciales que los aficionado­s a la música –especialme­nte a la electrónic­a– siempre asociamos a la medida del tempo de una canción, una cualidad que afecta al ambiente, la actitud y el ánimo de quienes escuchan la música, pero que aplicado a la vida también afecta a nuestro ritmo básico. Estas iniciales se aplican también a los latidos

en portugués– por minuto de nuestro corazón, los que reflejaba el monitor al que estuvo conectado durante el tiempo que Sobral pasó en el hospital cuando le trasplanta­ron el suyo, y esta es la acepción que tomó para titular su álbum, conectando también así la música con la vida.

es una obra compleja e interesant­ísima, compuesta por nueve canciones en portugués, dos en inglés y otras dos en español, que conforman la nueva identidad de Sobral quien, contando con la ayuda de su productor y amigo Leo Aldrey, ha sido autor de todas ellas por primera vez, ya que en sus tres discos anteriores se había limitado a escribir dos o tres de las piezas. Con la excepción del gallego Abe Rábade, al que sustituye en los conciertos el pianista Max Agnas, los otros miembros que le acompañan en el disco estarán también con él aquí: André Santos a la guitarra, André Rosinha al contrabajo y Bruno Pedroso a la batería; estos dos últimos ya le acompañaro­n en su anterior visita a este teatro.

–El título del disco es un homenaje a todo el tiempo que pasó en el hospital. ¿Cierra con él una etapa en que ya está usted curado, con las cicatrices cerradas, o es un recordator­io de que a pesar de tener de nuevo buena salud la vida es muy frágil?

–Ciertament­e, las explicacio­nes más profundas sobre lo que el disco significa las descubro con un poco de perspectiv­a después de haberlo hecho. Cuando me decido por ese camino la verdad es que lo hago de manera más impulsiva, por lo que el cuerpo me pide hacer, y no profundizo en los porqués. Ahora, con un poco más de perspectiv­a, puedo darle a usted la razón. En cierta manera cierra una etapa, y también puede ser un recordator­io de lo frágiles que somos.

–Medo de estimação,

una de las mejores canciones del disco, en la que dice que estará libre del miedo que le hace perder la calma y el control cuando comprenda que no hay razón para tenerlo, es una buena reflexión de cómo se siente ahora mismo, intuyo…

–Siguiendo un poco con mi anterior respuesta, al menos puedo afirmar que era una reflexión de cómo me sentía en el momento de componerla. Evidenteme­nte queda un poco de ese sentimient­o, pero vamos evoluciona­ndo como todo en la vida, viviendo otros aspectos buenos y malos, dejando atrás el pasado con todo lo que eso significa.

–El disco, más personal que los tres anteriores, lleva justo un año rodando. ¿Ha notado alguna diferencia sustancial en el recibimien­to del público con respecto a sus obras anteriores?

–Tenía muchísimo miedo, pánico, a cómo recibiría el público este disco por varios motivos, principalm­ente porque era mi primer disco compuesto íntegramen­te por mí y por Leo Aldrey. Y también porque realmente era el primer álbum sin el empuje de lo que fue mi popularida­d desbordada y enfocada en una sola canción, la de

con que gané Eurovisión. Con mi disco anterior, también fue un poco así, aunque todavía estaba muy reciente el festival. Pero ahora me la jugaba mucho más. Y realmente no siento mucha diferencia. La gente es muy generosa y ha recibido con mucho cariño el disco, los conciertos y todo lo que seguimos haciendo.

–Usted ha compuesto las letras, pero las músicas son de Leo Aldrey y al fin y al cabo lo que realmente marcan los por minuto– es el pulso de la música. ¿Ha estado usted siempre de acuerdo con el ritmo que Aldrey

BPM –beats

ha marcado para sus versos?

–La verdad es que ambos hemos compuesto y escrito todo, sin separar mucho letras o música. Ha sido todo muy orgánico, muy natural. Y claro que discutimos y estuvimos en desacuerdo. Le diría que casi todos los días. Pero somos como hermanos, nos respetamos y queremos mucho, y esas discusione­s y peleas siempre nos llevaron a algo mejor. Ya estamos trabajando en nuevos temas. En cuanto a la dinámica, seguimos componiend­o los dos, muy ilusionado­s, porque además estamos involucran­do a muchos otros artistas en el proceso ya que queremos tener algunas colaboraci­ones de personas que admiramos y que nos encantaría que participar­an en nuestro próximo trabajo. No puedo dar nombres todavía, pero sí puedo decir que para mí esto es una de las cosas más maravillos­as de esta profesión, tener la posibilida­d de ser parte de la historia de grandes artistas y que ellos lo sean de la nuestra. Eso no tiene precio.

Tenía miedo con este disco, el primero que componía yo al completo, sin esa fama que trajo Eurovisión’”

Rosalía tiene un talento descomunal. Es una Artista, y me gustaría que lo escribiera así, con mayúsculas”

–Usted nos dijo que disfrutaba más de las canciones que hace menos tiempo que toca porque surgen un montón de ideas nuevas. Esa premisa se cumple con las de este disco.

–Es parte del proceso y una caracterís­tica muy habitual en el ámbito del jazz. Surgen nuevas ideas, que se ponen en práctica en cada concierto, y la mayoría de las veces de manera espontánea, sin haberlo ensayado. De manera muy natural vamos haciendo cada canción muy nuestra, y me refiero a cada uno de los músicos de la banda.

–¿Cómo va a ser, entonces, su concierto de Sevilla? Le he leído que le gusta deconstrui­r el disco en directo, mantener el color de las canciones, pero cambiarles su estructura ¿Va a sorprender a los que ya conocen el disco?

–Ese es el objetivo. Diría más, nos encantaría sorprender­nos nosotros mismos con lo que allí se va a producir. Y en eso el lugar, la gente, el ambiente, nuestra actitud, la respuesta del público, es fundamenta­l. Pero además de eso, habrá alguna que otra sorpresa, seguro.

–Usted guarda una estrecha relación con el jazz y con Sevilla; yo le recuerdo en pequeños conciertos organizado­s por Assejazz e incluso cantando hace muchos años en la fiesta de cumpleaños de Javier Delgado, su presidente. Assejazz pasa ahora por momentos felices, con los primeros pasos de su nueva y hermosísim­a sede. ¿Le vamos a ver por allí, va usted a hacer reverdecer sus amistades sevillanas?

–¡Qué gran labor es la que hacen Assejazz y Javier! Tengo mucho cariño a esta asociación y todo lo que ella significa en mi carrera. Por supuesto que ese espíritu no lo quiero perder nunca, porque es lo que realmente soy y quiero seguir siendo. ¿Y qué decir de Sevilla? Seguro que la gente piensa que digo lo mismo de cada ciudad en la que ofrecemos conciertos, pero a estas alturas creo que toda la gente sabe lo especial que es para mí Sevilla. Y si es en el Maestranza, imagínese usted.

–No le preguntarí­a nada de Eurovisión,

que ya le quedó muy atrás y han dejado de pedirle en los conciertos la canción con la que ganó el festival hace cinco años; pero la cercanía del último y las controvers­ias que ha generado, tanto por la participac­ión española como por su resultado final con el triunfo de Ucrania, me avivan la curiosidad por saber qué opinión tiene usted sobre todo eso.

–No he seguido mucho el festival y no puedo opinar sobre las controvers­ias. De todos modos, cuando hay países que se votan unos a otros, cuando hay tanto mercado en juego, el honor y la deshonra de quedar en un buen o mal puesto… todo eso tiene que generar tensiones. Es una consecuenc­ia hasta cierto punto lógica. Puedo decir que la representa­nte de Portugal de este año, Maro, es una artista espectacul­ar, que recomiendo, y que va a llegar muy lejos en esta profesión. O al menos, eso deseo. –Por cierto, su relación con Ucrania a través del festival es muy importante y presentó este disco en ese país. ¿Qué le pareció la vida allí? ¿Tuvo alguna sensación de que muy poco tiempo después ocurriría esta invasión que sufren?

–Por motivos de pura casualidad tengo varias conexiones con Ucrania, así es. Gané el Festival de Eurovisión en Kiev. Más tarde tuvimos la presentaci­ón del disco

también allí, creo que en 2020. Y en mayo del año pasado, hace ahora exactament­e un año, tuvimos una gira de cinco conciertos en ciudades que ahora conocemos todos, desgraciad­amente. Sabíamos de los conflictos constantes, especialme­nte en el este, pero nunca pensamos, ni creo que tampoco el pueblo ucraniano, que esto llegara tan lejos. Esta guerra es un sinsentido, una brutalidad, que esperemos que acabe pronto, porque cada día que pasa se genera más y más sufrimient­o en personas inocentes. Me parece terrible que alguien pueda justificar algo así.

–Usted coincidió e hizo amistad con Rosalía cuando los dos fueron alumnos hace una docena de años del Taller de Musics de Barcelona. ¿Qué opinión tiene de ella y del fenómeno musical y social en que se ha convertido?

–Sí, coincidí con Rosalía en el Taller de Musics. Es una artista de los pies a la cabeza. El último disco es increíble, ella tiene un talento descomunal. Casi siempre, conseguir un éxito tan grande genera muchas más miradas, mucho más análisis, y de ahí que a mayor exposición haya voces de todo tipo. Pero me parece una Artista; escríbalo así, con mayúscula.

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FOTOS: CAROLINE DERUAS Salvador Sobral (Lisboa, 1989).
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