Europa Sur

Rufo, ayudado por la euforia de los viernes, casi abre la Puerta Grande

● El presidente sofoca el triunfalis­mo de un tendido festivo y ‘motivado’ y deja en una oreja el premio al toledano

- Paco Aguado (Efe)

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

TOROS: Seis toros de Puerto de San Lorenzo (el 3º con el hierro de La Ventana del Puerto), bajos y en tipo de la ganadería, aunque algo dispares de volúmenes y cuajo. Fría de salida, toda la corrida estuvo condiciona­da por su falta de fuerza y empuje de riñones

TOREROS: José María Manzanares, de corinto y oro: estocada (ovación) y dos pinchazos y estocada (ovación tras aviso).

Alejandro Marcos, que confirmaba alternativ­a, de rosa y plata: pinchazo, estocada atravesada que asoma, pinchazo, estocada trasera y cuatro descabello­s (silencio tras dos avisos) y siete pinchazos, estocada y descabello (silencio tras aviso). Tomás Rufo, de corinto y oro: estocada chalequera y dos descabello­s (silencio) y estocada caída (oreja con fuerte petición de la segunda).

INCIDENCIA­S: Plaza de las Ventas. Vigésimo séptimo festejo de la feria (25º del abono). Lleno de

(unos 23.000 espectador­es), en tarde con algunas rachas de viento. Marcos confirmó la alternativ­a con ,nº 130, negro, de 525 kilos. Entre las cuadrillas, destacaron en general los seis picadores y en la brega Daniel Duarte.

El típico público de los viernes de San Isidro, especialme­nte festivo y se dilató esta vez en una desmedida petición, no atentida por el presidente, de una segunda oreja para el diestro toledano Tomás Rufo tras la única faena de la tarde con algunos momentos de intensidad.

En realidad, toda la lidia de ese sexto toro estuvo salpicada de chispazos emocionant­es desde que el de Puerto de San Lorenzo, todo un de 590 kilos, derribó aparatosam­ente la cabalgadur­a del picador Manolo Sayago y obligó a las cuadrillas a aplicarse en el quite.

Herido el caballo y lesionado el caballero, tomó el relevo su compañero Iván García, al que el toro sacó de la silla en el choque de trenes pero, aun así, aferrado al cuello del jaco, le recetó un soberano puyazo.

Rufo, al que le había faltado temple con el tercero, un precioso toro salpicado con más calidad que fuerzas, se fue con este otro hasta las tablas del tendido 6 una vez que Fernando Sánchez, con un inmenso par de banderilla­s, se había llevado la ovación más unánime de la tarde.

Así que, con la plaza caliente, el toledano se propuso ligarle los pases a un ejemplar al que, como a casi todos sus hermanos, le faltó empuje para rematar con más celo y entrega sus nobles embestidas.

Le ligó Rufo con poco ajuste las dos primeras tandas con la derecha, para, con la izquierda, de uno en uno, sacarle también un puñado de buenos naturales, más apretados y de mayor recorrido, aunque alternando con inoportuno­s tirones y enganchone­s que hicieron que la faena no llegara a macizarse.

Con todo, en el ya desatado tendido primó la voluntad del torero sobre todo lo demás, hasta el punto de que, tras una contundent­e estocada caída, estalló esa euforica y desmedida petición de una segunda oreja, a todas luces inmerecida, como bien supo ver el presidente, al que nadie, por otra parte, protestó cuando arrastraro­n al toro.

La suerte ya había sonreído a Tomás Rufo hora y media antes, cuando el tercero le prendió al rematar un apurado quite por gaoneras y le lanzó en el suelo cuatro o cinco hachazos que no llegaron a hacer presa.

Tuvo ese toro, primero del lote de José María Manzanares, una embestida seca y exigente, también desde esa falta de fuerza en los riñones, que el alicantino no acabó de atemperar, como

Sólo en instantes aislados logró Manzanares el acople técnico y estético

Alejandro Marcos, con más intencione­s que resultados, dio dos mítines con los aceros

tampoco lo hizo con el cuarto, un ejemplar de nobilísimo comportami­ento y con evidente calidad, aunque sin que su construcci­ón física le permitiera descolgar el cuello hasta la arena.

Pero para aprovechar esa buena condición se necesitaba más suavidad en el trato que la que aplicó Manzanares con una muleta casi siempre volandera y ligera con la que sólo en instantes aislados, y con la gente jaleando ruidosamen­te, logró el necesario acople técnico y estético.

El salmantino Alejandro Marcos, que estropeó todo con los aceros, confirmó su alternativ­a dejando ver mejores intencione­s que resultados, pues siempre citó con firmeza y verdad e intentó llevar enganchada­s las embestidas.

Pero su primero le volvió grupas, completame­nte rajado, cuando ya había logrado asentarle, mientras que al también rebrincado pero factible quinto le redondeó los pases más de lo aconsejabl­e para sus escasas fuerzas.

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FOTOS: ZIPI / EFE Tomás Rufo es cogido de manera dramática en un quite por gaoneras al primer toro de Manzanares.
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Manzanares torea en redondo a uno de los toros que le tocaron en suerte.

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