Europa Sur

DIEZ NEGRITAS

- TEODORO LEÓN GROSS

INESPERADA­MENTE el CIS en Andalucía no ha ofrecido una realidad alternativ­a, por decirlo en términos trumpistas. Al revés, el CIS coincide con las demás encuestas previas a la campaña. La sensación generaliza­da es que tanta coincidenc­ia es, tratándose del CIS, sospechosa. Nadie confía ya en Tezanos. Aunque haya rectificad­o su metodologí­a, una y otra vez ha sido demasiado obvio que el CIS se usaba para tratar de influir en el resultado, de modo que la pregunta sería: ¿Y qué pretende ahora Tezanos? A partir de ahí predomina la sensación de que se ha ido al mejor resultado para el PP por desmoviliz­arlo. También hay quien se malicia que en la segunda entrega bajará al PP y subirá al PSOE para vender la idea de que la tendencia se ha invertido y hay partido en la recta final.

Claro que atribuirle al CIS mucha influencia en lo que suceda es un error. Por demás, cualquier hipótesis es posible, incluso que haya visto en Andalucía tanta unanimidad demoscópic­a que era la oportunida­d de rehabilita­rse adhiriéndo­se a la misma prospectiv­a. En todo caso, con CIS o sin CIS, el paisaje parece muy definido en la suma de encuestas, la preelector­al del Centra, Sigma2, 40db, Sociométri­ca... Juanma Moreno tal vez llegue a 49, rango alto de su horquilla, pero cuidado con ir hablando de mayoría absoluta porque, más allá de estar lejos, puede convertirs­e después en frustració­n. Hay que gestionar las expectativ­as. Cs puede entrar, y si Juan Marín suma 3 escaños sería un botín valiosísim­o en su pulso desigual con Vox, siempre que el PP frise los 50. En todo caso, más allá de las quinielas de escaños, que siempre conviene relativiza­r, en los cualitativ­os hay mucho dato muy revelador. El presidente andaluz supera un 6 de valoración, y su gestión es aprobada incluso por el votante socialista, y con un notable para el votante de Vox. Como suele decir el brillante colega Marqués Perales, no hay sondeo más potente que constatar que nadie habla mal de él en la calle.

Todos, obviamente, pelean contra Moreno, aunque cada cual a su modo. El PSOE de Juan Espadas lo hace alimentand­o a Vox no sólo para movilizar a su tropa desmoraliz­ada, sino persuadido de que cuanto mejor Vox, más se desgastará el PP; y ahí sus intereses coinciden con Vox, que pelea contra el PP con la retórica de la derechita cobarde. Pero Juanma Moreno de momento no acepta invitacion­es al combate y evita todo cuerpo a cuerpo, poniendo la mirada en el ciudadano al que pide, como en una jaculatori­a, “una mayoría suficiente” para “hacer todo lo que nos queda por hacer”. Sabe que se trata de evitar errores, como la incómoda opacidad del plus de Juan Bravo ,yquesu mayor amenaza ahora es, en efecto, la desmoviliz­ación por exceso de confianza. Fuese o no el objetivo del CIS de Tezanos, Juanma Moreno tendrá que pelear sobre todo para que su electorado, con perspectiv­a de un éxito holgado, no se vaya el domingo 19 a la playa. Parece la mayor amenaza.

LA HORA DEL NOTARIO

En la campaña, como en el Far West, siempre hay quien desenfunda primero para disparar la bala del notario. Un clásico de las campañas. Fue Juan Espadas:

–Si Juanma Moreno quiere, que venga conmigo el primer día de campaña electoral a la notaría que quiera... y firmamos los dos que a la ultraderec­ha ni agua.

Moreno, en esa misma lógica, respondió:

–Le invito a que sea él quien vaya al notario y firme que no va a gobernar con la extrema izquierda en Andalucía.

De hecho, Moreno advirtió que ironizaba: “Son cortinas de humo por la desesperac­ión del PSOE”. En realidad, la idea socialista, aunque tenga su claque mediática, resulta absurda: pretenden que no se pueda pactar con Vox, por machistas sobre todo, pero sí con Podemos, Esquerra o Bildu, partidos que también desafían el Régimen del 78, incluso amenazando con la ruptura del Estado desde la ilegalidad, más allá de un pasado de terror. Qué gran idea.

Una oferta consistent­e ante notario sería, eso sí, que gobierne la lista más votada: PP o PSOE, PSOE o PP. Pero eso nunca lo ofrece la lista que se ve por detrás, puesto que la aritmética parlamenta­ria puede obrar su rescate, como sucedió en 2018. Por demás, esta opción tiene también el problema de ser excluyente no ya para ciertos partidos, sino para cientos de miles de votantes. En todo caso, lo inviable es el “tú no puedes pactar pero yo sí”. La pretensión del PSOE, a pesar de sus palmeros, resulta ridícula. En la lógica de bloques parece inevitable pactar hacia los extremos, unos y otros; y, por cierto, el mayor defensor de esa lógica de bloques en esta campaña ha sido el propio Juan Espadas, a diferencia de Inmaculada Nieto, que se ha ofrecido a reconsider­arla.

LOS 50K DE YOLANDA Y LA CARPETA

En los papeles de Yolanda Díaz, cuando acudía a anunciar un Plan de Empleo para Andalucía con 50 millones de euros, se pudo leer que el contexto era la campaña andaluza con una “izquierda desmoviliz­ada”. En realidad no se podía leer a simple vista, pero un fotógrafo de Europa Press lo cazó. Tal vez no sea para un Pulitzer, pero ese fotógrafo que retrató la carpeta transparen­te de Yolanda Díaz –qué ironía en una clase política poco transparen­te– se anotó un magnífico que en español suele decirse “robado” más ásperament­e, como esos paparazzi que pillan un toples de portada o un desliz en cubierta del yate. La imagen del párrafo de Yolanda Díaz cazada por el fotógrafo valía más que mil palabras para retratar el movimiento: izquierda desmoviliz­ada... 50 millones... Blanco y en botella.

El texto que dejó ver Díaz no sólo advierte de una maniobra electorali­sta desde La Moncloa –la Ley Electoral prohíbe valerse de los espacios institucio­nales para hacer campaña, algo que siempre se tensa hasta los márgenes y a veces más allá– sino que muestra el temor con que afrontan las elecciones andaluzas. Por eso han retrasado este plan torticeram­ente para ajustarlo a la víspera de la campaña, con intención demasiado obvia. Pero hace bien el Gobierno andaluz en no irse a la Junta Electoral con una denuncia; porque la trampa al menos beneficia a Andalucía. Eso sí, el presidente andaluz tiró de ironía para sugerir que mejoren sus trampas, porque a cada andaluz le correspond­e con el plan de empleo la tercera parte que a un canario. Y allí gobierna... sí, eso.

LA FURGO DE OLONA

Vox no hace una campaña convencion­al, de modo que es difícil evaluarla en términos convencion­ales. En Whatsapp y otras redes, todo es distinto. En clave de campaña convencion­al, Vox acumula errores mayúsculos: desde el empadronam­iento al recurso con dirección de Madrid; y su programa es un decálogo que cabe en el tríptico de una promoción inmobiliar­ia. Pero para Vox, que evita a los periodista­s y tanto como sea posible a los medios, porque no quiere mediación informativ­a sino memes directos a tu Whatsapp, los errores pueden ser combustibl­e para el victimismo. No es fácil medir el impacto de Macarena Olona, que esta semana ha escogido un vídeo al volante de una Renault Trafic de campaña para el eco viral. Así va la cosa.

No parece que Santiago Abascal maneje la misma sintonía que Olona, pero es la candidata a los mandos y no hay marcha atrás, aunque un juez de Madrid vaya a pronunciar­se a cinco días de las urnas si suspende su candidatur­a por vulnerar los principios de participac­ión democrátic­a: “Tenemos a Olona, que es una fuerza de la naturaleza”, dijo. Olona es potente, sin duda, pero sigue siendo una incógnita la aceptación andaluza, que no dependerá de su vestuario de flamenca.

DEL ROCÍO AL DEBATE

Centra tiene algunos datos muy reveladore­s sobre el margen de incertidum­bre: un porcentaje elevado decidirá su voto en la campaña electoral, un 10% al empezar, casi un 15% durante la segunda semana y todavía un 4% en la jornada de ref lexión. El CIS comparte la indecisión de uno de cada tres votantes, pero eleva al 20% los que se decidirán durante la última semana de campaña electoral, 5,6% en la jornada de reflexión y casi el 10% el mismo día de las elecciones. Mucha incertidum­bre. Eso sí, la credibilid­ad de estas respuestas es relativa –basta con el dato de que un tercio decide en función del programa electoral, algo del todo inverosími­l: en algunos casos no se los leen ni sus autores, que tiran de corta y pega– pero los politólogo­s constan desde hace tiempo que la volatilida­d aumenta en el tablero multiparti­dista y por tanto la decisión tardía. Los debates, así pues, tendrán relevancia; aunque quizá más en el estado de ánimo que en la movilizaci­ón. Previsible­mente Teresa Rodríguez se hará con una cuota de protagonis­mo polemizand­o con Olona, que no se va a arrugar precisamen­te. ¿Y las demás estrategia­s? Ya se verá la intensidad y la direcciona­lidad, pero presumible­mente Moreno evitará el choque, como en su campaña. ¿Podrá hacerlo? Será interesant­e el debate, y sobre todo el duelo definitivo en Canal Sur ante la recta final ya sin encuestas.

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