Elogio de Garzón
El muchas veces injustamente criticado Alberto Garzón, ministro de Consumo y coordinador general de IU, está demostrando más altura de Estado de la que se le reconoce. Y por supuesto, junto a Yolanda Díaz, está a años luz del comportamiento de los líderes de UP. Está semana lo ha clavado en relación al acto de los 40 años de la entrada de España en la OTAN, de la cumbre de junio y de la polémica aventada por UP sobre la adjudicación directa por 37 millones de euros de los trabajos de organización de la cumbre, una decisión que se tomó según ley y en un Consejo de Ministros al que por cierto asistieron los ministros de UP. “Conocen perfectamente la opinión sobre esta materia [sobre la OTAN] de mi fuerza política, su genealogía e historia. Es evidente y no es ninguna sorpresa, pero recuerdo el compromiso absoluto e inquebrantable de IU con el acuerdo de Gobierno de coalición. Estoy absolutamente cómodo desarrollando el acuerdo de coalición”, dijo el martes. Está fino Garzón en su declaración y eso que el bloque socialista lo dejó tirado en pleno cuando la falsa polémica por sus declaraciones sobre la ganadería extensiva e intensiva, utilizada aviesamente por el PP y Vox a las puertas de las elecciones castellanoleonesas. región receptora de inversiones durante los años de Pedro Sánchez es Madrid, con Isabel Díaz Ayuso y el PP en el Gobierno. Lo dicen los datos del Informe sobre la Distribución territorial de la inversión del sector público estatal del Ministerio de Hacienda. Desde que Sánchez es presidente solo hay dos comunidades donde se ha ejecutado el 100% de la inversión prevista: Madrid y Murcia, ambas gobernadas por el PP, con el 72%, muy por encima de la media de España. Aunque los números no lo explican todo, son bastantes ilustrativos. Lo que no son cuentas son cuentos. corregir su desliz introduciendo votos particulares sobre el dictamen aprobado. Son los riesgos de lo que Zapatero llamó “geometría variable” y Sánchez entiende como “parlamentarismo complejo”. O sea, el nuevo estado de la política española, sin mayorías sólidas y en la que cualquier actor de reparto te salva o te arruina una iniciativa política.