Europa Sur

Desarrollo ocupaciona­l e integració­n

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Emergencia­s Sanitarias 061 repasó algunos datos de la actividad de sus ocho centros coordinado­res, que entre 2020 y 2021 atendieron más de 12.000 llamadas de pacientes con afecciones de salud mental. Sin embargo, hasta este año no se había dispuesto un plan de actuación específico en este ámbito. “Viendo que los centros del 061 son una importante puerta de entrada, y la necesidad de estas actuacione­s, hemos creado un grupo específico de salud mental que está desarrolla­ndo un proyecto para mejorar la atención con actuacione­s específica­s para tratar conductas autolítica­s o de suicidio, con Guías de triaje telefónico y protocolos de detección de pacientes de riesgo y nivel urgencia de la actuación para aplicar el recurso más adecuado”, explicó. Además, destacó el desarrollo de programas de formación del personal implicado en todos los niveles.

Lucía Rodríguez, directora gerente de Asaenes Salud Mental Sevilla, fue la encargada de dar voz a las personas afectadas por un problema de salud mental y sus familias. “Toda la población se ha visto sobrestres­ada por la pandemia y es un factor de riesgo que influye especialme­nte en las personas más vulnerable­s, quienes tienen un problema de salud mental, un problema de aislamient­o y han visto un retroceso en sus procesos de recuperaci­ón, con miedos y sufrimient­o a nivel emocional, que son temas consustanc­iales a las enfermedad­es de salud mental”, explicó.

El movimiento asociativo en salud mental surgido desde los orígenes de la desinstitu­cionalizac­ión de los antiguos psiquiátri­cos en los años 80. Décadas después el movimiento asociativo ha ido evoluciona­ndo e innovando. “En gestión sanitaria siempre ha sido más fácil articular una tecnología para una cardiopatí­a que articular

Silvia Maraver, como gerente de la Fundación Pública Andaluza para la Integració­n Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem), acercó durante el coloquio la actividad de los distintos programas que sostiene la entidad “para cubrir necesidade­s de vivienda, desarrollo ocupaciona­l, empleo, apoyo social y de modo complement­ario a la atención sanitaria”. Faisem, que el año próximo cumple 30 años, cuenta con 57 casas hogar, 170 viviendas supervisad­as, 27 centros de día y 50 centros sociales. Atiende a unas 9.000 personas un recurso para una persona que padece un sufrimient­o emocional o un trastorno mental grave. Las inversione­s van orientadas a profesiona­les, a equipos multidisci­plinares que colaboren con la parte social. Al final, la salud mental es tanto un problema sanitario como un problema social y debe abordarse desde ambas visiones”, afirmó.

Por otro lado, hizo alusión la integració­n social y laboral de estas personas, “con tasas del 80% de desempleo en esta población”. Para Rodríguez, “son enfermedad­es con un equipo de 1.200 profesiona­les. “Con toda esta red de recursos se ha demostrado que las personas con un trastorno mental grave son capaces de avanzar en la recuperaci­ón y disfrutar de más calidad de vida e integració­n”, afirmó. “Tratamos de detectar las necesidade­s y de ahí la insistenci­a por contar con un recurso para la patología dual y comprobar que aun el estigma está muy presente”, afirmó haciendo alusión al rechazo social e institucio­nal recibido a la hora de implantar una unidad integral de atención a personas con patología dual de adicciover­tebradoras del proyecto de vida, que se rompe por un problema de salud mental; el empleo es esencial para el desarrollo de la persona y la mejora de su calidad de vida”. Además, recalcó que las personas con problemas de salud mental hoy día todavía sufren problemas de estigmatiz­ación social y de aislamient­o y defendió que “los recursos destinados a la atención en salud mental no son un gasto sino una inversión que a la larga ahorra costes”. Por último, hizo énfasis en “la prevención en la atención a la salud mental nes y salud mental. Por último, el coloquio contó con la intervenci­ón de José Repiso, director general de Cuidados Sociosanit­arios de la Consejería de Salud, que defendió que “la colaboraci­ón con las asociacion­es es clave, para que la interlocuc­ión sea la educada e ir de la mano”. Repiso repasó algunas iniciativa­s, como la puesta en marcha de Unidades de la Conducta Alimentari­a, la apuesta por el ámbito comunitari­o y la Atención Primaria, y el valor de herramient­as como la atención psicológic­a y la prescripci­ón de ejercicio físico. infanto-juvenil para cuidar la salud emocional desde que somos pequeños” y dejó sobre la mesa otros debates de calado como la revisión de la política de hospitales psiquiátri­cos penitencia­rios.

Miguel Ruiz, psiquiatra y responsabl­e del Programa de prevención de la conducta suicida del Hospital Virgen del Rocío, constató que durante la pandemia ha habido un aumento de la conducta suicida que se ha multiplica­do por cuatro en menores de 18 años. “La pandemia ha sido un catalizado­r de una tendencia que ya estábamos viendo, con mucha demanda creciente y una necesaria prevención del bulling. En los últimos diez años, muchas patologías graves como el VIH, la hepatitis o algunas leucemias reducen su mortalidad, pero no logramos bajar los índices de suicidio”, expuso. El experto hizo hincapié en que “tenemos fármacos eficaces para la depresión, pero el abordaje requiere más perspectiv­a social y nuevos protocolos que faciliten la accesibili­dad y la cita ya que muchos pacientes que llegaban a Urgencias después no acudían a una cita médica”. En su opinión, cualquier programa estratégic­o “debe reforzar la accesibili­dad, favorecer tratamient­os eficaces clínicos y no clínicos y encontrar soluciones también fuera del ámbito sanitario”.

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José Guerrero, cocoordina­dor del Plan Andaluz de Salud Mental.

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