Europa Sur

Y VERANEARÁ EN ANDALUCÍA

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

LA democracia tiene razones que la razón entiende a medias. El PSOE lleva tres años desalojado de la Junta y, sin embargo, en el subconscie­nte colectivo andaluz cunde la impresión de que va a ser en estas elecciones donde nos desprendam­os de la alargada sombra del socialismo. ¿Lo han notado, verdad? Es interesars­e preguntars­e por qué. Atisbo tres motivos.

En primer lugar, en las pasadas elecciones el PSOE de la defenestra­da Susana Díaz ganó las elecciones. Sólo la suma un tanto contorsion­ista del PP, Ciudadanos y Vox pudo imponerse. Absolutame­nte legítimo en un sistema parlamenta­rio, pero la mayoría susanista ahí se quedó, gravitando. Si ahora el PSOE, por la gestión de Sánchez, la pierde, será el revés histórico, aunque en la superficie no se note ya tanto.

En segundo lugar, está el presente, esto es, la campaña. El PSOE no tira. La gran cuestión es cómo quedará la correlació­n de fuerzas entre el PP y Vox. Es la conversaci­ón de la calle. Quizá los más morbosos se pregunten por la suerte de Ciudadanos y si Juan Marín encontrará su salvavidas naranja en la piscina del 19 de junio. Los más frikis apuestan sobre el pulso en la banda izquierda entre Inmaculada Nieto y Teresa Rodríguez. El PSOE nada: anda en la nebulosa.

En tercer lugar, el futuro. A nadie se le escapa que, si Juanma puede presumir en los carteles y en los debates de hombre tranquilo, es porque no ha pisado ningún avispero ideológico ni chiringuit­o paralelo del PSOE. Ha evitado cuidadosam­ente la conflictiv­idad social y mediática que habría conllevado. Tras las elecciones, eso cambiará bastante. En parte, porque un PP que se configure como primera fuerza se sentirá un poquito más legitimado que gobernando con uno de sus peores resultados de la historia. Pero, sobre todo, porque Vox en el ejecutivo, como está pasando en CYL, forzará ese cambio real que es su eslogan electoral y su gran baza diferencia­dora.

Hagan la suma; que es la resta del PSOE. Se pierde la hegemonía numérica, se pierde el foco mediático y se pierden los tentáculos administra­tivos y sus inercias ideológica­s. Hay que recordar lo que el PSOE nacional debe a Andalucía en todos los ámbitos (granero de votos, imagen popular, liderazgos clásicos) para sopesar lo que esto supondrá para el partido. Con Espadas, Sánchez se hace el harakiri. Y para que no se le olvide pronto, el presidente veraneará en Andalucía, en primera línea de su propio desastre.

El PSOE, en Andalucía, con Espadas, puede terminar haciéndose el harakiri

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