Europa Sur

“Carlos II sabía que había perdido el juicio de la historia”

- Pilar Vera

–Un rey enfermo, un imperio en decadencia, una corte llena de conspiraci­ones que juega con lo ultraterre­no... Cómo no zambullirs­e.

–Pues nadie lo había hecho, nadie se había sumergido, por ejemplo, a ficcionar la vida de María Luisa de Orleans, y de Carlos II, sólo un caso. Hay poquísimo escrito sobre ese momento, cosa muy extraña. –María Luisa de Orleans, por ejemplo, además de Reina de España fue sobrina del Rey Sol.

–Sí, y es raro, por ejemplo, que los retratos que nos han llegado no la favorecen mucho, a pesar de que se decía que era una chica muy hermosa. El hecho de ser francesa y estar en la corte española, la hacía temer morir envenenada, y de hecho su padre le mandaba continuame­nte contravene­nos. –De hecho, precisamen­te la sospecha del envenenami­ento de la Reina es el misterio que sirve de motor a la trama de Nadie podrá quererle como yo.

–Lo que hace sospechar de todo esto es tanto su propio testimonio como el de los agentes franceses. En la época, la certeza de un envenenami­ento a la Reina de España hubiera supuesto una guerra, pero nadie muere de intoxicaci­ón alimentari­a con los pulmones negros y el tórax lleno de sangre. Lo extraño es que la luz y la ciencia del siglo XX no hayan dicho lo contrario, con la aportación del duque de Maura, se continúa la misma línea. La muerte de María Luisa convenía a todas las facciones, incluida la española. Recuerda aquel soniquete: Parid, bella f lor de lis/ que en ocasión tan extraña/si parís, parís a España /si no parís, a París.

–¿Cuántos árboles ha habido que desbrozar para ver algún claro?

–No pocos. El primero, del que estamos hablando, el de la personalid­ad y situación del Rey. En la escena en la que va al pudridero de los Habsburgo a comprobar si el cadáver de su mujer está entero, lo que indica muerte por arsénico, Carlos II contempla los títulos de sus antepasado­s, y se pregunta cómo lo llamarán a él, o si siquiera aparecerá en esos mármoles. Se ha vendido que Carlos II fue un pésimo gobernante, pero no fue así: era sólo una persona enferma, sometida a las sangrías y potingues de los médicos reales. Era un rey cabal, consciente de su debilidad física, que supo rodearse de buenos consejeros. Al fin y al cabo, Felipe IV había perdido Portugal y numerosas posesiones, mientras que él dejó el Imperio intacto, llevó a cabo muchas medidas eficaces y se enfrentó a la Iglesia. De hecho, hoy día su figura se está reivindica­ndo.

–Fue la víctima perfecta de una leyenda negra cuyo núcleo irradiador era el Rey Sol.

–Su reinado coincidió en el tiempo con el del monarca más fuerte de la historia francesa, que cada año se proponía hacer intentos de invasión por los Pirineos. Pero ha pasado a la historia como un rey inepto porque murió sin herederos y su aspecto no se adaptaba a los cánones estéticos. Estas tres razones son más que suficiente­s para ponerlo en la diana.

–Realmente, es un ejercicio de psicología social muy inteligent­e. No era difícil sentir, desde fuera y dentro del propio país, incluso él mismo, que la realidad de España era especular.

–Carlos II sabía que había perdido el juicio de la historia. Era consciente de su propia debilidad y de la inminencia de su muerte.

–Hace de la pareja real dos personas muy solas.

–María Luisa llega a la corte*

La muerte de María Luisa de Orleans le convenía a todas las facciones, incluida la española”

española en compañía de Nicolasa Quentin, La Cantina, a la que acusan de querer envenenar a la Reina, es torturada y alejada de palacio. También se llevaba bien con la mujer del embajador de Francia, pero Carlos II sospecha y se queda sola. Sometido a los trajines de su madre, el Rey tampoco se fiaba de nadie. Era un matrimonio destinado al fracaso, ella estaba enamorada del delfín de Francia... Pero al final, fue un matrimonio feliz.

–El argumento se plantea como un thriller.

–Gracias al punto de vista principal, que es el del dramaturgo y accidental investigad­or Francisco Antonio de Bances y Candamo. Un personaje que existió de verdad, que sustituyó a Calderón como escritor de cámara, y que se prestaba a una historia así: tuvo varios duelos por mujeres y, tras la muerte de la Reina, cambia el tono de sus obras por una crítica mordaz hacia Francia, hasta el punto de que el Rey le advierte y lo mandan de recaudador al sur. Al final, como él mismo advertía en sus coplillas, murió asesinado.

–Casi todos los personajes, de hecho, son históricos.

–Todos menos dos: la actriz Catalina Cueto y el capitán de los tercios Hernando de Contreras. La primera es la amante de Candamo, con quien llega a tener hijos, y que lo ayuda en la investigac­ión aportándol­e puntos de vista originales. Y al segundo lo hago hijo del gran Alonso de Contreras, en quien se dice se inspiró Pérez-reverte para hacer a su capitán Alatriste. Mi Hernando de Contreras le sirve a la voz principal, sin embargo, como contrapunt­o en la investigac­ión, como si fuera una especie de doctor Watson.

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JESUS MARÍN

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