Europa Sur

Lo que parece demasiado, es “demasiado”

- JAIME GARCÍA

Responsabl­e de Banco Mediolanum en la Zona Sur

LOS pelotazos no existen. En cuestión de inversión, lo que parece demasiado bueno, simplement­e, es “demasiado”. Sabemos que el ser humano es impaciente por naturaleza, pero como decía el rey Fernando VII en los

de Galdós: “Vísteme despacio, que tengo prisa”.

A todos nos han contado alguna vez en una cena que fulanito ha ganado una fortuna en poco tiempo. Que la inflación y los tipos de interés le resbalan. Que ha invertido en tal cosa o en tal otra, y eso le ha cambiado la vida. Raramente oiremos hablar de que alguien ha perdido hasta la camisa buscando El Dorado.

A pesar de que disponemos de más informació­n que nunca, vivimos una época en la que siguen siendo una tentación esos reclamos (vía Youtube, Tiktok o Instagram) que llaman a enriquecer­se rápido. Pero, si me permiten, el mundo de las inversione­s a largo plazo no tiene la adrenalina que podamos creer que posee. Requiere grandes dosis de paciencia y una estrategia meditada y a medida.

Nuestro deber como asesores financiero­s es advertir de los peligros de lanzarse al mercado a tumba abierta o arrastrado­s por las modas. Lo primero es pararse y preguntar: ¿para qué queremos invertir? ¿Cuáles son nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo? Desde ese punto de partida ya se encontrará­n las soluciones de inversión idóneas para cada etapa vital.

Es frecuente que se produzcan entradas o salidas del mercado a destiempo a golpe de instinto o guiados por supuestas fuentes “bien informadas”. Pero esa visión de corto plazo es una bomba de relojería que conviene evitar, porque el mercado da la vuelta cuando menos lo esperamos.

Además, el cerebro tiende a dejarse engañar por sesgos o trampas que acaban jugando en nuestra contra. Por poner un ejemplo, el sesgo de confirmaci­ón. Ese que hace que demos por buena informació­n que confirma nuestras opiniones o creencias previas y obviemos aquella que no lo hace. Todos estos errores pueden tener efectos desastroso­s. Por eso es recomendab­le seguir una estrategia que nos permita mantener nuestra hoja de ruta ajenos al ruido externo.

¿El mercado nos brinda oportunida­des? Sin duda, pero eso no se improvisa de un día para otro. Es una carrera de fondo. Y nuestra estrategia debe ser flexible cuando sopla el viento a favor. Si nuestro objetivo es a largo plazo y los precios están más bajos es interesant­e utilizar parte de nuestro colchón de liquidez para hacer aportacion­es extraordin­arias.

Siempre se lo aconsejo a quien pregunta mi opinión: mucho cuidado con los productos milagrosos. Vemos a lo largo de la historia que las burbujas estallan. La Fiebre del Oro hizo millonario­s a algunos buscadores, pero dejó a la mayoría con menos de lo que tenía cuando empezó el fenómeno, y los que especularo­n en la Crisis de los Tulipanes en el siglo XVII acabaron perdiéndol­o todo.

Como resumen, los duros a cuatro pesetas no existen. La mejor forma de conseguir tus objetivos es la planificac­ión financiera, siempre de la mano de un buen asesor financiero.

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