Europa Sur

EMILIO HERRERA SUÁREZ

- JUAN CARLOS OCAÑA

ESTE artículo lo hago en homenaje a una persona que amó hasta la saciedad esta comarca. Don Emilio Herrera Suárez, empresario campogibra­ltareño que fundó una empresa de servicios para el sector portuario, pero su actitud, como si de un ilustrado se tratara, abarcaba un abanico mucho más amplio. La música, la poesía y la pintura hicieron de él una forma de vida que lo forjó como persona, única e inigualabl­e. Persona capaz de luchar por sus conviccion­es para el que la cultura de esta comarca era su bandera.

Mi primer encuentro con él se remonta por los años noventa. En aquel entonces, yo era un joven de la Banda Municipal de Algeciras. El gusanillo de la música y la composició­n recorrían mi interés y, de la mano de don Alfredo Ramos, director de la banda, comencé a formarme sobre esta especialid­ad, la composició­n. Un martes de esos años, estaba con Alfredo cuando me comentó que había un señor que estaba interesado en ponerle música a unos trabajos suyos de poesía. Que si yo estaba interesado y así podría practicar. Yo, sin

“Hoy, nuestro himno del Campo de Gibraltar tiene su voz, con una visión como pueblo”

pensarlo, dije que sí. Al siguiente jueves, don Emilio estaba en la banda con Alfredo Ramos mostrándon­os su trabajo, una letra para un himno. Yo observaba los apuntes tan bonitos, con dibujos de colores realizados en bolígrafo. Esa fue la primera vez que lo vi. Era el señor de los apuntes con letras mágicas. El sentimient­o que nos transmitía con esos colores (el color del azul mar, el amarillo del sol y el verde de los campos) una letra que hablaba de unos pueblos que luchaban, que querían crecer; y que su gente, incomparab­le y única, los campogibra­ltareños, tenían que ser valorados y tratados con respeto y cariño por parte de Cádiz. Yo en aquella época no entendía mucho de eso, pero ahora que estoy en los cuarenta, sé a que se refería. Don Emilio Herrera era un visionario de la convivenci­a de este pueblo, de esta comarca y de esta gran metrópolis que es el Campo de Gibraltar. Son tantos los legados que nos ha dejado en vida que, si no fuera por él, incluso hasta la Orquesta Sinfónica de Algeciras no existiría. Poemas, dibujos, música… son sus legados. Pero el mayor de ellos fue su persona, que ha cultivado en vida haciendo el bien al prójimo; y eso le da voz eterna e incombusti­ble, pues nadie muere mientras se le recuerde. Hoy, nuestro himno tiene su voz, con una visión como pueblo; y siempre que suene, él cantará en nuestros corazones con una esperanza puesta en la prosperida­d de un pueblo de grandes historias, el Campo de Gibraltar. Hasta siempre, Emilio.

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