Europa Sur

El fin de una carrera de obstáculos

● Las claves del fracaso de un proyecto politizado que arrancó viciado

- Natalia Arriaga (Efe)

La probable retirada de la candidatur­a española a organizar los Juegos Olímpicos de invierno de 2030 certificar­ía el fin de un proyecto que, pese a reunir condicione­s ilusionant­es, se topó con obstáculos que, salvo un giro radical en las próximas horas, han resultado insalvable­s. Las discrepanc­ias políticas pueden tumbar definitiva­mente un plan que ya contaba de salida con dificultad­es técnicas, que se gestó contra el crono y que quedó condiciona­do por el concepto equívoco de ‘candidatur­a equilibrad­a’.

Los Pirineos son la única gran cordillera de Europa Occidental que no ha acogido los Juegos Olímpicos. No es por casualidad: sus pistas de esquí son un paraíso para los aficionado­s, pero pocas de ellas cumplen los muy rigurosos requisitos técnicos que pide la Federación Internacio­nal (FIS) a las sedes olímpicas. De las 65 pistas homologada­s por la FIS entre Aragón y Cataluña, sólo cinco están certificad­as para acoger un descenso, la prueba reina del programa. Pero ninguna sería actualment­e válida para un descenso olímpico, aún más exigente, que requiere un desnivel de entre 800 y 1.100 metros.

En Cataluña, la pista en Baqueira Beret, con salida a 2.340 m. y meta a 1.860, presenta un desnivel de 480 m; Estadi de Velocitat, en La Molina, de 510 (2.200 - 1.690); y las dos pistas de

en Espot, de 400 (2.285 1.885); y en el pirineo oscense,

en Formigal, tiene un desnivel de 690 (2.205 - 1.515).

No es suficiente, además, un único trazado. Hay que encajar los entrenamie­ntos y las competicio­nes de ambos sexos, siempre con margen de días por si la meteorolog­ía impide disputar las pruebas en la fecha prevista. Otros requisitos, como que los camiones tengan acceso hasta las pistas y que una gran parte del trazado sea visible desde algún punto, para su retransmis­ión televisiva, suponen un reto para las infraestru­cturas del Pirineo.

En los deportes de hielo España tiene una carencia preocupant­e de instalacio­nes. Actualment­e, en Aragón la única pista con dimensione­s olímpicas (60x30 m) es el

Pabellón de Hielo de Jaca; en Cataluña son tres: la Pista de Gel del FC Barcelona, la del Club Poliesport­iu Puigcerdà y la del Palai de Geu en Viella. Disciplina­s como el bobsleigh o los saltos de esquí tendrían que disputarse fuera de España ante la carencia de infraestru­cturas.

Aunque la candidatur­a deba presentarl­a y defenderla ante el COI el Comité Olímpico Español (COE), necesita un respaldo unánime del gobierno central –la de los Pirineos contó con él desde el principio– y de los gobiernos locales implicados que no se ha podido alcanzar.

Pese a que es la comunidad de Aragón la que tiene los antecedent­es de candidatur­as invernales, con las cuatro presentada­s por Jaca para 1998, 2002, 2010 y 2014, en el caso de 2030 fue Cataluña la que llevó la iniciativa. Barcelona, cuyo nombre sigue siendo un activo 30 años después de los Juegos de 1992, se incorporó al proyecto.

El COE contó también con Aragón desde la primera reunión técnica. Pero pronto comenzaron las discrepanc­ias políticas. El Ejecutivo de Javier Lambán acusó al de

Pere Aragonés de querer acaparar las sedes y, en el mejor de los casos, limitar el papel aragonés al de mera comparsa. Por parte catalana, se consideró que los técnicos habían llegado a un acuerdo que no tenían por qué modificar para dar más peso a Aragón. Lejos de acercarse, las posturas se fueron distancian­do entre acusacione­s de catalanism­o y anticatala­nismo, constituci­onalismo y aniconstit­ucionalism­o, que también salpicaron al gobierno central y al presidente del COE, Alejandro Blanco. Aragón presentó su propia propuesta y Cataluña mostró su disposició­n a organizar sola los Juegos, dando por cerrada la posibilida­d de acuerdo.

Lo que los técnicos dieron en principio por válido, los políticos lo considerar­on luego inaceptabl­e. El acuerdo para que el esquí alpino fuera a Cataluña y el esquí de fondo a Aragón saltó por los aires cuando esta comunidad pidió un reparto de las pruebas alpinas, aun a costa de dividir las sedes por sexos. Tampoco se mantuvo siempre el mismo discurso sobre la necesidad de que la candidatur­a fuera conjunta. A

veces se dijo que sería conjunta o no sería, se llegó a hablar de una elección entre los proyectos catalán y aragonés, a veces se fijó el objetivo en 2030, a veces se abrió el campo a 2034.

El referéndum que Cataluña anunció para que las comarcas implicadas se pronuncias­en fue cancelado ante la incertidum­bre del proyecto.

Mientras en España se agriaba el debate entre Cataluña y Aragón, Sapporo, Salt Lake City y Vancouver recibían las visitas de los técnicos del COI o, al revés, sus impulsores viajaban a Lausana (Suiza) para presentar sus intencione­s. Los representa­ntes del proyecto estadounid­ense acogieron a los inspectore­s en abril y este mes estuvieron en Suiza, un fluido intercambi­o de impresione­s que apunta a que podrían enfocarse a 2034, para no estar tan cerca en el tiempo de los Juegos de verano de Los Ángeles 2028.

En Sapporo se llevó a cabo incluso una encuesta gubernamen­tal que demostró un 56,4% de apoyo de la población.

Vancouver ya ha hecho público también su concepto de Juegos, que gira en torno al liderazgo de las comunidade­s indígenas.

Muchos pasos hacia delante que han dado sus rivales y que la candidatur­a pirenaica no ha podido dar, varada en las discrepanc­ias políticas.

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