Europa Sur

ABORTO Y NACIÓN

- VICTOR J. VÁZQUEZ

DOBBS v. Jackson se llama, como ya sabrán, la sentencia de la Corte Suprema norteameri­cana que deroga un viejo precedente judicial, Roe v. Wade, en virtud del cual, se reconocía el derecho de la mujer a interrumpi­r su embarazo durante las primeras semanas de gestación. Hasta esta sentencia, la viabilidad del feto, que los científico­s sitúan a partir de las veintidós o veinticuat­ro semanas de gestación, era momento desde el cual podían considerar­se constituci­onales las leyes estatales que obstaculiz­aran el aborto. Desde

Dobbs v. Jackson los Estados que quieran podrán prohibir el aborto desde la concepción, lo que incluiría la posibilida­d de vetar el acceso a la denominada píldora del día después. El legislador estatal también es ahora libre para tipificar como delito la conducta de aquella mujer que decida interrumpi­r su embarazo, sea cual sea la circunstan­cia en la que esta se encuentre. No obstante, estas mujeres, si tienen recursos, siempre podrán interrumpi­r voluntaria­mente su embarazo en otro estado que sí lo permita, sin que esto implique responsabi­lidades penales, ya que la Constituci­ón ampara el denominado “derecho a viajar”.

Sobre lo que acabo de describir todos tenemos una opinión forjada en nuestra moral y creencias. Los juristas, igualmente, estamos obligados a soportar la angustia

El derecho a abortar, suscribe la mayoría, no está “arraigado en la historia y tradición de esta Nación”

de aproximarn­os a esta realidad, la más extrema para el derecho, intentando argumentar a través de principios de justicia que puedan ser comprendid­os incluso para quienes no los comparten. En cualquier caso, yo querría hoy destacar una frase reiterada en el cuerpo de la sentencia. El derecho a abortar, suscribe la mayoría, no está “arraigado en la historia y tradición de esta Nación”. Abraham Lincoln dijo haber hecho la guerra a los once estados esclavista­s de la Confederac­ión no para abolir la esclavitud sino para afirmar una Unión que no existía. La Guerra de Secesión fue una guerra por el poder constituye­nte, y la victoria de la Unión, el verdadero origen, ya sin pecado original, del We the People of

the United States. Hoy que las costuras de esa Nación se abren y el clima de guerra civil líquida se extiende por sus territorio­s, se pregunta uno si esa historia y tradición común de la Nación norteameri­cana no es sino la ficción que ha velado durante un fértil tiempo la existencia de memorias nunca reconcilia­das y de un pueblo siempre sin hacer. Ficción sublime, en cualquier caso, esa que nos dio a John Ford, a Marilyn y a Muhammad Ali.

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