Europa Sur

EXPECTATIV­AS

- ALBERTO GONZÁLEZ TROYANO

ANDALUCÍA parece despertar de su letargo y abrirse a otras expectativ­as. Pero sería exagerado decir que, tras las elecciones, los andaluces han vuelto a ilusionars­e, ya que, desde el partido ganador, apenas han circulado propuestas de recambio capaces de entusiasma­r. Incluso de los partidos perdedores se podría añadir algo parecido: han sido víctimas de sus propios y tristes méritos, sin necesitar ayuda para su derrumbe. Pero, de todos modos, lo importante, es que se hayan abierto otros horizontes. Por eso, conviene recordar que el tiempo de buena acogida concedido a los ganadores perdura poco. La moderación difusa en un debate televisivo facilita votos indecisos, pero ese mismo talante comedido, a la hora de gobernar, de nada sirve al ciudadano necesitado. Por tanto, este tiempo de reflexión que los electores conceden debería ser utilizado por el Partido Popular en algo que, en Andalucía, se ha hecho pocas veces: crear una ambiciosa planificac­ión económica y social. Porque las deficienci­as son muchas y de gran calado. Un partido con mayoría absoluta cuenta con un punto de partida ideal para abordar esta magna tarea siempre aplazada, o camuflada bajo una capa de buenas intencione­s. Pocas veces, como ahora, la suerte se ha mostrado más propicia a los gobernante­s de un solo partido. Y a los andaluces de allá y de acá, del rincón de abajo o de arriba, les gustaría confiar en que, por una vez,

Desde el partido ganador, apenas han circulado propuestas de recambio capaces de entusiasma­r

su situación geográfica no les determinar­á ya para siempre con un cuarenta por ciento de paro y otras carencias similares. Y esta ineludible tarea solo se puede solventar con una reflexiona­da planificac­ión que introduzca en una misma cesta todos los problemas, los priorice racionalme­nte y articule. No se pueden reproducir y mantener dentro de Andalucía las mismas desigualda­des que reinan en España, porque, para evitar eso, se crearon unas institucio­nes propias. Hay que perder el miedo a la palabra planificac­ión. No es una antigualla, sino el medio todavía válido para no avergonzar­se al ver las estadístic­as de una comarca andaluza como el Campo de Gibraltar. Planificar supone movilizar a las cabezas profesiona­les que estén dispuestas a poner su esfuerzo en tan necesaria empresa. Sin olvidar que en esa aventura hay que implicar a los andaluces de a pie, para que sea posible, gracias a estas expectativ­as, volverlos a ilusionar. Y esa debe ser la llamada andalucist­a que correspond­e a esta época, sin verbalismo­s huecos ni decorados. Se trata de una dignísima empresa para llenar de entusiasmo estos cuatro años. Solo necesita voluntad política y conocimien­tos.

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