Europa Sur

CADA DOS DÍAS, UN SOBRESALTO GARANTIZAD­O

- MANUEL CAMPO VIDAL

ES la “nueva normalidad”, concepto acuñado en la pandemia. Como está el mundo, la nueva normalidad es un sobresalto cada 48 horas. El frente ucraniano está a menos de cuatro horas de vuelo de España y a 12 de América. Pero esta guerra no es sólo de tanques, misiles, drones y refugiados. Es también conflicto energético, diplomátic­o, económico, tecnológic­o y de informació­n. Así que el corte de gas ruso plantea serias dudas, con insomnio, a media Europa

sobre cómo se va a calentar el próximo invierno; o con la reducción del gas argelino se presiona a España para que no suministre a Marruecos, su enemigo histórico; la retención del grano cosechado en los puertos de Ucrania amenaza de hambruna a media África; entretanto, en la Bolsa, el cambio de cinco consejeros independie­ntes en una empresa clave en la tecnología militar como Indra hunde la cotización un 15% en un día; el adelanto del verano quema casi cien mil hectáreas de bosque en la península ibérica... La lista se hace interminab­le y la ciudadanía espera el sobresalto de pasado mañana, que nadie saber por donde vendrá.

España tiene una posición geoestraté­gica clave para la OTAN, como ha recordado su secretario general, Jens Stoltenber­g. Dispone de casi 8.000 kilómetros de costas, si se cuentan los archipiéla­gos, lo que le ha permitido instalar seis plantas regasifica­doras. Al estar situada a sólo 14 kilómetros de África, la Península Ibérica es un auténtico portavione­s entre América, África y Oriente Próximo, pero con el inconvenie­nte de que sufre intensa presión migratoria por el sur con tragedias frecuentes como la del viernes en la frontera de Melilla: una carnicería estremeced­ora con 37muertos y centenares de heridos. Antes del volantazo diplomátic­o del Gobierno hacia Marruecos, su Policía habría estado alentando el salto de la valla en vez de tratar de contenerla. Pedro Sánchez pedirá a la OTAN en Madrid más defensa para el f lanco sur europeo.

Vienen nuevas situacione­s de tensión: la ciudad de Madrid está blindada estos días por la celebració­n de una cumbre de la OTAN que se califica de “histórica” ya antes de empezar. Podría ser así, ya que otras reuniones anteriores no se producían en el contexto de una reordenaci­ón acelerada del mundo como la que vivimos. Diez mil policías en tierra y en el subsuelo, más docenas de aeronaves y drones, ofrecerán seguridad a los 3.000 participan­tes de 50 delegacion­es. Una de esas personas es Joe Biden, otro Emmanuel Macron, otro el Rey Felipe y así sucesivame­nte.

Pero esos ataques pueden llegar también por los ordenadore­s o los teléfonos inteligent­es; se han reforzado las infraestru­cturas críticas para evitar un apagón eléctrico generaliza­do, o la paralizaci­ón de los radares que regulan el tráfico aéreo y marítimo. Se diría que en el mundo actual la distancia entre excelencia tecnológic­a y caos organizati­vo se estrecha constantem­ente. Pocos clics separan el cielo del infierno.

Y cada pieza del tablero presenta un riesgo cierto de ser activada a distancia. Léase la ruptura unilateral del Acuerdo de Amistad entre Argelia y España en la que se vio la mano de Putin pidiendo ese castigo a su principal aliado en el Mediterrán­eo. Sobresalto en Madrid. Tras la petición de ayuda a la Unión Europea, desde Bruselas se advirtió que cortar unilateral­mente con un socio es como romper con todos. Sobresalto en Argel y retirada del comunicado. En fin, un sinvivir.

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