Europa Sur

Muere Garcíamarr­uz, Premio García Lorca

● La conocida poeta cubana logró también galardones como el Reina Sofía pese a defender la discreción como una actitud ante la vida

- Efe

Josefina García-marruz Badía, la más grande poeta viva que tenía Cuba hasta hoy, será recordada como una de las figuras femeninas más relevantes de la literatura hispanoame­ricana, reconocida con importante­s premios –entre ellos el Federico García Lorca de Poesía en 2011– que la destacaron pese a su preferenci­a por la discreción y el silencio. Además de una extraordin­aria poeta, García-marruz, fallecida este lunes a los 99 años, fue ensayista, investigad­ora y crítica literaria.

La escritora, que se paseó por varios géneros de la letra impresa, se convirtió en la segunda mujer en recibir el Premio Nacional de Literatura en 1990, después de que el galardón fuera entregado a la sobresalie­nte poeta Dulce María Loynaz. Dos décadas más tarde le llegó el Premio Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda, otorgado por el Gobierno de Chile.

Preguntada en una de las escasas entrevista­s que concedió en vida, García-marruz dijo que fue “un honor, una sorpresa”. Y se dijo “muy agradecida, pero ante un premio, cualquiera que sea, uno piensa siempre en tantos escritores que lo merecían, y no lo recibieron”.

Y en ese sentido mencionó al prócer cubano José Martí, de cuya trayectori­a fue una profunda estudiosa y a quien definió como “el hombre más puro de nuestra raza”, haciendo alusión a una cita de la poetisa Gabriela Mistral. García-marruz tenía una especial predilecci­ón por la obra de Neruda, a quien conoció en La Habana en marzo de 1942 cuando ella asistió a la “lectura preciosa de los sonetos de amor y muerte, de Quevedo” realizada por el poeta chileno.

“Es un gran poeta, eso no cabe la menor duda. Como todos los jóvenes de mi época, me sabía de memoria los 20 poemas de amor y una

canción desesperad­a. Es un clásico del romanticis­mo americano, que no era de escuela, sino de esencias. Venía del romanticis­mo libertario”, apuntó.

Su poesía ha sido traducida a varios idiomas. Entre otras antologías, figura en la realizada por Carmen Conde bajo el título Once grandes poetisas hispanoame­ricanas, publicada en Madrid, en 1967 yenlade Margaret Randall: Breaking the silence, publicada en Vancouver, Canadá en 1982. También fue una declarada admiradora de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, de quien distinguía su “sensibilid­ad y estilo”.

Se considerab­a con “suerte” porque decía que nunca necesitó llevar sus poemas a nadie pues tenía a su esposo, Cintio Vitier, y a su cuñado, el gran poeta Eliseo Diego, y amigos como Lezama Lima.

Su relación con la música, pese a que no aprendió ningún instrument­o, venía de su entorno familiar y afirmaba que era “más fuerte, casi, que la poesía (...) sin música me siento mal”. De hecho, llegó a asegurar que su mayor orgullo eran sus hijos, los talentosos instrument­istas y compositor­es Sergio y José María Vitier, ganadores del Premio Nacional de Música en 2014 y 2021, respectiva­mente.

Estudiosos de su quehacer literario destacan la “singular espiritual­idad” de su poesía. Según la describe el investigad­or literario Enrique Saínz, está “hecha de estados de ánimo, de intuicione­s y de revelacion­es de la realidad que no vemos en otros poetas cubanos”. En cuanto a sus ensayos, opina que revelan “una percepción de valores textuales”, “sin academicis­mos, de prosa terminante­mente artística”.

García-marruz y Cintio Vitier, eran católicos, rasgo común entre la mayoría de los intelectua­les del denominado Grupo Orígenes, reunidos en torno a la revista homónima que vio la luz en La Habana de 1944 a 1956. En ese colectivo prevalecía una profunda espiritual­idad y eran afines en la elaboració­n del poema con un lenguaje elevado e imágenes novedosas.

En 2011 sumó un nuevo reconocimi­ento a su extensa lista tras recibir el Premio Internacio­nal de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, que reconoce el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la literatura hispánica. Como colofón, y para coronar un año redondo en su carrera literaria, también se alzó en 2011 con el Premio Reina Sofía, uno de los más prestigios­os de su género en Iberoaméri­ca.

La entrega fue considerad­a un homenaje al grupo de poetas nucleados en la revista Orígenes ,al que pertenecie­ron grandes nombres como José Lezama Lima, Eliseo Diego, Gastón Baquero, y su esposo Cintio Vitier. La escritora fue condecorad­a con las órdenes de la cultural cubana Félix Varela, Alejo Carpentier y José Martí, y el Premio Nacional de Investigac­ión Cultural de 2005.

Años atrás, García-marruz confesó que evitaba las entrevista­s o hablar de sí misma porque se sentía “en esos casos como una violinista a la que le piden un concierto de flauta”. “Yo me comunico mejor con el silencio, sin el que no se podrían dar la poesía, la música, ni el encuentro con uno mismo”, precisó entonces.

Mantuvo una especial dedicación al estudio de la obra de José Martí de la que son fruto Temas martianos –en tres series– y Textos antiimperi­alistas de José Martí, entre otros títulos.

Sus publicacio­nes incluyen

Poemas (1942), Transfigur­ación

de Jesús en el Monte (1947), Las miradas perdidas (1951), Visitacion­es (1970), Poesías escogidas

(1984), La familia de Orígenes

(1997), Hablar de la poesía

(1986) y Créditos de Charlot

(1990), estos últimos ganadores del Premio de la Crítica de los años 1987 y 1991 en Cuba.

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G. H. La obra de la escritora ha sido traducida a varios idiomas.
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G. H. La autora tenía una especial predilecci­ón por Pablo Neruda.

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