La reduflación o cuando le cobran lo mismo por menos
La crisis inflacionista nos deja sobre la mesa un nuevo palabro al que hay que ir acostumbrándose: reduflación. Consiste en que algunas marcas venden menos cantidad de producto por el mismo precio, una práctica que anteponen a elevar el coste del mismo. Posiblemente tengan estudiado que el efecto psicológico sobre el comprador es más positivo. Sobre todo cuando no informan que han rebajado la cantidad que viene en el paquete. La Organización de consumidores y Usuarios (OCU) ya ha denunciado a marcas muy conocidas y cuyos productos son de uso diario. Algunas lo han negado, otras callan y alguna ha admitido su reduflacionismo activo aunque sostiene que ha informado a sus clientes. De momento, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha comenzado a investigar posibles malas prácticas en empresas. Trata de controlar, sancionar y evitar que se suban los precios de los productos injustificadamente aprovechando la coyuntura y castigando a los consumidores. Sería interesante que cuando baje la inflación comprueben también si baja el precio de los productos más castigados. Hagan apuestas. su 60,7% les parezca una broma– la crisis de precios asfixia ya a las familias económicamente más vulnerables. Los expertos siguen diciendo que es una crisis coyuntural. Pero la coyuntura dura ya nueve meses, cada uno de ellos con su subida de precios. La crisis sostenida del precio de los carburantes se ha derramado sobre todos los sectores, disparando todos los productos al alza y ha convertido la cesta de la compra es un imposible. Huelga decir que los salarios no se incrementan en la misma proporción que el coste de la vida, con lo que poder adquisitivo de las familias se ha desplomado. Se están intensificando las desigualdades sociales, lo que genera insatisfacciones y quiebras añadidas. Existe mucha literatura que explica cómo inciden las crisis de precios en el voto. La desafección lleva a la abstención masiva o al voto a ofertas populistas. Generalmente los partidos de gobierno pagan los platos rotos, salvo que exhiban una gestión económica que genere mucha confianza. En este caso será interesante comprobar cómo operan sobre la intención de voto las medidas sociales aplicadas por el Gobierno de coalición, incluidos los 400 euros de ayuda. Quedan casi dos años y la memoria es frágil. termina pervirtiendo el concepto y alterando el ecosistema. Es el caso de la decisión del Gobierno de Madrid de elevar hasta los 179.565 euros los ingresos familiares (con tres hijos) para acogerse a una beca para cursar estudios de bachillerato, FP o educación infantil en centros privados. El límite anterior estaba en 30.000 euros para bachillerato, 60.000 para FP y 75.000 para educación infantil. Isabel Díaz Ayuso está completando a pasos agigantados el modelo ultraliberal impulsado por Esperanza Aguirre y lo hace cuando falta menos de un año
(28 de mayo 2023) para las elecciones madrileñas. Pocos políticos como Ayuso conocen a sus votantes y saben lo que les conviene. No es cierto lo que dijo la presidenta de Madrid sobre las becas del Estado a familias hasta con 150.000 euros de ingresos. El Estado ni siquiera aplica el concepto de renta per cápita sino el de poder adquisitivo familiar. El sistema público de becas surge como un intento de igualar las oportunidades de todos los estudiantes con independencia de los recursos económicos de sus familias. El CIS certifica que, el 56,7% de alumnos becados ascendió socialmente, mientras que entre los no becarios el porcentaje baja al 41,8%. Y como se sabe, los recursos no son ilimitados. El dinero público que va a parar a familias con hasta 179.000 euros de ingresos se detraen de otras partidas destinadas a gente que lo necesita más. Sencillo, aunque Ayuso compare el derecho a la igualdad de oportunidades educativas con el aborto o el cambio de sexo.