Europa Sur

Alcaraz se estrena en la central y Badosa se gusta

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ganado jugando mal, también son los que más superiores han parecido al devorar a rivales como éste”.

Sonego, para nada un tenista sin cintura para estas ocasiones, quedó reducido a la nada, a un espigado italiano que recibió uno tras otro los golpes de un Nadal que ha necesitado seis días de torneo y trece de aclimataci­ón a la hierba londinense para alcanzar su nivel.

Los 27 minutos que duró el primer set dejaron sin color a Sonego, desfondado. No por el cansancio de una batalla inclinada completame­nte, sino por su incapacida­d para encontrar soluciones ante la rectitud del español. Sólo dos puntos perdidos al servicio, dos roturas al italiano y casi el triple de puntos ganados.

Los números no hacían justicia a su superiorid­ad. Había que verlo para creerlo. De largo, su mejor partido en años en hierba. Como si jugara en tierra batida de color verde. Prometió subir el nivel, o al menos intentarlo cuando fuera necesario y Nadal, con dos sets más

Hoy es el turno de Carlos Alcaraz, que jugará por primera vez en la pista central de Wimbledon este domingo cuando ante el italiano

Jannik Sinner. El murciano está programado en el segundo turno, después del partido entre la británica Heather Watson y la alemana Jule Niemeier, a partir de las 16:00, hora española. Por su parte, la española Paula Badosa logró la mejor victoria de su carrera en Wimbledon al derrotar a la checa Petra Kvitova –7-5 y 7-6 (4)– para alcanzar la segunda por segundo año consecutiv­o. Badosa, que en octavos se medirá a la rumana Simona Halep, se desquitó de una de sus maldicione­s sobre hierba. en los que no bajó el ritmo ni un ápice, consiguió derribar la puerta de la segunda semana con una actuación que sirve de aviso. Tres años sin jugar en hierba no son suficiente­s para que se le olvide.

La inferiorid­ad de Sonego fue tal que buscó la táctica fuera de la pista. Durante el último set comenzó a quejarse de problemas de visión por falta de luz y consiguió, con 6-1, 6-2 y 4-2 que el supervisor autorizase cerrar el techo. Una petición a la desesperad­a que le funcionó para ganar los dos siguientes puntos y crear un pequeño desencuent­ro con el español, debido a un grito mientras la pelota estaba en el lado de Nadal.

El partido se suspendió 13 trece minutos, pero no fue un trastorno suficiente para despistar a Nadal, que cuatro juegos y 15 minutos después, tenía ya la victoria.

Nadal, por décima vez en los octavos de Wimbledon, se enfrentará por un puesto en cuartos al holandes Botic Van de Zandschulp, al que ya derrotó en Roland Garros.

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