Europa Sur

El pavé pasa factura al Jumbo

TOUR DE FRANCIA ● El australian­o Clarke vence al sprint y Pogacar lanza ya un serio aviso

- Carlos de Torres (Efe)

Simon Clarke (Israel Premier Tech) se llevó a sus 35 años un prestigios­o triunfo en la quinta jornada del Tour, la etapa de los adoquines de la Roubaix, en la que Wout van Aert salvó el maillot amarillo in extremis y el esloveno Tadej Pogacar (UAE Emirates) mandó un serio aviso, eliminando a Primoz Roglic (Jumbo), que se fue al suelo, y alejando al resto de rivales directos en la general.

La culpa la tuvo el empedrado en esta ocasión. Se preveía batalla en los adoquines y hubo consecuenc­ias serias. Por una parte, inolvidabl­e día para el veterano Clarke, inagotable trotamundo­s que este invierno no tenía ni equipo, quien hizo buena la escapada del día con triunfo en la localidad minera de Wallers, donde alzó los brazos en un esprint a cuatro.

El día también le salió redondo a Pogacar con el mejor desempeño entre los gallos. El esloveno, poderoso en los adoquines y ambicioso, entró en meta a 51 segundos del ganador. Por detrás, desesperad­os en la persecució­n, el resto, tratando de no perder hasta el apellido. Finalmente lo lograron un buen número de hombres de la general, ya que sólo perdieron 13 segundos corredores como Vingegaard, Van

Aert, Quintana, Enric Mas o Rigoberto Urán. El gran perjudicad­o tras sufrir una caída que lo descolocó fue Roglic, quien cruzó la línea a 2.08 de su compatriot­a.

La jornada más esperada de la primera semana no dejó decidido el Tour, pero Pogacar mostró su poderío. La famosa etapa de los 11 tramos de adoquines, que totalizaba 20 kilómetros de traqueteo concentrad­o en los últimos 73 kilómetros de carrera, había despertado respeto, incluso temor. Un día de pavé examina la coordinaci­ón de un equipo a todos los niveles, tácticos y en lo referente al material a utilizar. Los mecánicos cobran un protagonis­mo primordial. Es un etapa diferente y la bicicleta sufre mucho. La horquilla y el manillar varían, se mantiene el cuadro de las etapas llanas, cada corredor lleva una presión diferente en sus ruedas, donde los tubulares pasan de la medida de 25 milímetros a 29. Hasta el portabidon­es cambia recurriend­o al de plástico y abandonand­o el de carbono.

La fuga se formó pronto con seis valientes. Mientras abrían camino se iban produciend­o acontecimi­entos. Se cayó antes de los tramos adoquinado­s Van Aert, que luego casi se traga el coche del DSM. Mal presagio. El escenario de la Roubaix conlleva problemas variados. Surgieron las primeras caídas y averías mecánicas. El cambio de ritmo descolgó al propio Van Aert, a Enric Mas, Lampaert y Pinot, coincidien­do con un pinchazo de Vingegaard, que lo alejó del frente de batalla. Hasta tres veces cambió de bici el danés. Ninguna era de su talla y apenas se podía sentar en el sillín.

A 32 kilómetros de meta se estrelló contra el asfalto Roglic al tropezar con un fardo de paja de seguridad que invadió la carretera. Pogacar olió sangre y pasó a la acción. En la fuga hubo colaboraci­ón hasta el final y los aventurero­s llegaron a Arenberg picando piedra. No encontraro­n carbón, como los mineros de antaño, sino oro puro, sobre Clarke, rescatado por el Israel a última hora. El ciclista aussie, ganador de dos etapas en la Vuelta, levantó los brazos con 3h.13.35. Su séptimo triunfo profesiona­l.

 ?? PABON BERNARD / EFE ?? El esloveno Pogacar, en el centro, durante uno de los tramos de pavé en la etapa del Tour.
PABON BERNARD / EFE El esloveno Pogacar, en el centro, durante uno de los tramos de pavé en la etapa del Tour.

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