El pavé pasa factura al Jumbo
TOUR DE FRANCIA ● El australiano Clarke vence al sprint y Pogacar lanza ya un serio aviso
Simon Clarke (Israel Premier Tech) se llevó a sus 35 años un prestigioso triunfo en la quinta jornada del Tour, la etapa de los adoquines de la Roubaix, en la que Wout van Aert salvó el maillot amarillo in extremis y el esloveno Tadej Pogacar (UAE Emirates) mandó un serio aviso, eliminando a Primoz Roglic (Jumbo), que se fue al suelo, y alejando al resto de rivales directos en la general.
La culpa la tuvo el empedrado en esta ocasión. Se preveía batalla en los adoquines y hubo consecuencias serias. Por una parte, inolvidable día para el veterano Clarke, inagotable trotamundos que este invierno no tenía ni equipo, quien hizo buena la escapada del día con triunfo en la localidad minera de Wallers, donde alzó los brazos en un esprint a cuatro.
El día también le salió redondo a Pogacar con el mejor desempeño entre los gallos. El esloveno, poderoso en los adoquines y ambicioso, entró en meta a 51 segundos del ganador. Por detrás, desesperados en la persecución, el resto, tratando de no perder hasta el apellido. Finalmente lo lograron un buen número de hombres de la general, ya que sólo perdieron 13 segundos corredores como Vingegaard, Van
Aert, Quintana, Enric Mas o Rigoberto Urán. El gran perjudicado tras sufrir una caída que lo descolocó fue Roglic, quien cruzó la línea a 2.08 de su compatriota.
La jornada más esperada de la primera semana no dejó decidido el Tour, pero Pogacar mostró su poderío. La famosa etapa de los 11 tramos de adoquines, que totalizaba 20 kilómetros de traqueteo concentrado en los últimos 73 kilómetros de carrera, había despertado respeto, incluso temor. Un día de pavé examina la coordinación de un equipo a todos los niveles, tácticos y en lo referente al material a utilizar. Los mecánicos cobran un protagonismo primordial. Es un etapa diferente y la bicicleta sufre mucho. La horquilla y el manillar varían, se mantiene el cuadro de las etapas llanas, cada corredor lleva una presión diferente en sus ruedas, donde los tubulares pasan de la medida de 25 milímetros a 29. Hasta el portabidones cambia recurriendo al de plástico y abandonando el de carbono.
La fuga se formó pronto con seis valientes. Mientras abrían camino se iban produciendo acontecimientos. Se cayó antes de los tramos adoquinados Van Aert, que luego casi se traga el coche del DSM. Mal presagio. El escenario de la Roubaix conlleva problemas variados. Surgieron las primeras caídas y averías mecánicas. El cambio de ritmo descolgó al propio Van Aert, a Enric Mas, Lampaert y Pinot, coincidiendo con un pinchazo de Vingegaard, que lo alejó del frente de batalla. Hasta tres veces cambió de bici el danés. Ninguna era de su talla y apenas se podía sentar en el sillín.
A 32 kilómetros de meta se estrelló contra el asfalto Roglic al tropezar con un fardo de paja de seguridad que invadió la carretera. Pogacar olió sangre y pasó a la acción. En la fuga hubo colaboración hasta el final y los aventureros llegaron a Arenberg picando piedra. No encontraron carbón, como los mineros de antaño, sino oro puro, sobre Clarke, rescatado por el Israel a última hora. El ciclista aussie, ganador de dos etapas en la Vuelta, levantó los brazos con 3h.13.35. Su séptimo triunfo profesional.