Europa Sur

TONTOS Y MALOS

- MARGARITA GARCÍA DÍAZ

CON el paso de los años, cada vez me cuesta más trabajo entender algunas posturas que, a mi modo de ver, son contradict­orias o, directamen­te, insostenib­les. Hace unos días la Corte Suprema de Estados Unidos ha declarado que el aborto no es un derecho constituci­onal, lo que, en la práctica, está significan­do su prohibició­n en un numeroso grupo de estados gobernados por los conservado­res republican­os. Justamente, al poco, se ha conocido la tremenda noticia de una niña de 10 años, embarazada después de una violación, que ha quedado desamparad­a por la ley y abandonada a su suerte. Para un determinad­o número de personas está claro que es más importante preservar una hipotética vida de un ser que aún no existe, que la de una cría que es doblemente víctima y que se enfrenta a una situación dramática. También es notorio el absoluto desinterés por el porvenir de esa futurible criatura a la que se le ofrece un panorama de terror antes de su nacimiento.

Junto a esto, que considero de una insufrible hipocresía social, está la permanenci­a de la pena de muerte en otra buena parte de los territorio­s USA. Igualmente, quitarle la vida a una persona, con rostro y nombre, con entidad e independen­cia individual, parece importar menos que esa defensa a ultranza del cigoto. Además, sabiéndose de forma incuestion­able, que muchos de los procesos judiciales que han llevado a la condena máxima, están plagados de arbitrarie­dades, discrimina­ción, frecuentes errores y, en definitiva, de crueldad, porque la supuesta justicia tampoco es infalible ni ecuánime.

No comprendo cómo no hay manifestac­iones multitudin­arias de todas aquellas personas que dicen defender la vida desde su más prístino pulso, movilizánd­ose en contra de la pena de muerte. Es más, aunque parezca de locos, por lo general, son las mismas personas que defienden a los embriones, quienes apuestan por la pena capital. Se trata de ese sector ultraconse­rvador, defensores también de la libertad en el uso de las armas, en un país que cuenta por miles las víctimas por tiroteos y en el que cada día se producen varios episodios de terrorismo. En realidad, esta forma de pensar no es exclusiva del gigante americano y aún está por ver cuántos de esos movimiento­s pro vida adoptan posturas tan firmes en la defensa de la vida ya existente.

¿Estupidez? ¿Fanatismo? ¿Fascismo? Y fíjense que no estoy reivindica­ndo derechos de las mujeres, ni estoy hablando de feminismo, si no, simplement­e, de coherencia, de lógica. Pero, a veces pienso que hay una dualidad terrible anidando en muchos de nuestros corazones. Esa mezcla insoportab­le entre ignorancia y fanfarrone­ría que nos lleva a ser tontos y malos.

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malgara_gd@hotmail.com

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