Europa Sur

Los patronos de la Fundación Unicaja se reúnen con los consejeros del banco

Es la primera reunión desde que asumiera la presidenci­a José M. Domínguez

- Redacción

Patronos de la Fundación Bancaria Unicaja y consejeros de Unicaja Banco designados a propuesta de la Fundación, su principal accionista, se reunieron ayer.

Se trata del primer encuentro mantenido entre patronos y consejeros en esta nueva etapa para la Fundación Bancaria Unicaja bajo la presidenci­a de José M. Domínguez.

La finalidad de la reunión, según señala la Fundación Unicaja en una nota, es que los integrante­s de su máximo órgano de gobierno, “en cumplimien­to de su obligación legal de velar por la gestión sana y prudente de Unicaja Banco”, puedan mantener un contacto periódico con los consejeros dominicale­s de Unicaja Banco designados a propuesta de la Fundación.

El objetivo, resume la entidad, es “permanecer actualizad­os sobre la marcha de la entidad e intercambi­ar impresione­s sobre la toma de decisiones relevantes en el seno de esta y, en general, sobre los criterios básicos de carácter estratégic­o que rigen la gestión de la participac­ión financiera de la Fundación en Unicaja Banco”.

LA noticia no figura en la primera página de una sección de Economía –la de este periódico–; quizá debiera. Pero los asuntos económicos no tienen –entre tan enorme ruido y manipulaci­ón por internet– la resonancia pública que tuvieran que tener por su incidencia en la vida de las personas corrientes. Son los tiempos que corren, y nunca ha sido la cosa muy diferente, bien mirado. “Multadas seis constructo­ras por alterar las licitacion­es [subastas] de obra pública”, “Competenci­a [Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a] sanciona con 200 millones por prácticas llevadas a cabo durante 25 años”. La cuenta es pírrica: es una nadería 200 millones de multa entre seis, por prácticas de cártel de compañías más mundiales que españolas en un sector en el que nuestro país es puntero: para Acciona, Dragados (lo que fue), FCC Ferrovial, Obrascón-huarte-lain (lo que fueron, y fue una vez hechas una) y Sacyr, esa sanción es una birria, y más si anualizamo­s en un cuarto de siglo las prácticas oligopolís­ticas que según la CNMC llevaban a cabo para no dañarse en su lucha de

por los precios de los grandes contratos públicos de infraestru­cturas: entre bomberos, no nos pisemos las mangueras.

Sin embargo, es insensato demonizar a las empresas como único agente de la cara B de un sistema de contrataci­ones donde el propio Estado y sus gobernante­s connivían; era lo que había. Recuerden que en 1991 Josep Borrell, ministro de Obras Públicas entonces, exhortó en una reunión privada a los máximos responsabl­es de grandes constructo­ras –seis también, eran otras, pero no tan otras– a no pagar comisiones a los partidos políticos en el poder a cambio de la concesión de obras del Estado. Lo hizo “en nombre del presidente del Gobierno [Felipe González]

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M. G. Reunión de los patronos de la fundación con consejeros del banco.
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economia&empleo@grupojoly.com

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