El espíritu de Ermua
EL secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en la lucha contra el terrorismo en España, aunque la banda continuase matando dos décadas más. La angustia de una sociedad, incrédula ante la felonía de unos delincuentes que demostraron su nula calidad humana, desató un grito de repulsa social nunca conocido hasta entonces. Un clamor que se extendió por toda Europa y que facilitó que miles de vascos perdieran el miedo a ETA y salieran aquellos días a recorrer las calles de Ermua, la localidad vizcaína en la que la víctima era concejal por el PP. Han pasado 25 años y España consiguió hace cuatro extirpar de sus vidas aquella banda que causó casi un millar de muertes. A estas alturas, 379 asesinatos continúan sin resolverse. Es importante que se insista. Cuando se promulgan nuevas leyes de memoria democrática que pretenden ajustar cuentas al franquismo y resarcir a las víctimas, los asesinatos de ETA todavía forman parte del presente de este país y muchos de sus autores materiales e intelectuales no
El irrespirable clima político ha terminado por enturbiar la cita de hoy. Pero nadie debería olvidar aquella lección
han rendido cuentas ante la Justicia. Difícil pasar página por más intereses que se pongan en juego. De ahí la incomprensión en buena parte de la sociedad a que Pedro Sánchez otorgue un papel protagonista a Bildu en su acción de gobierno. Una formación que acoge a partidos como Sortu, incapaz de renegar de ese pasado del que es heredero. Ermua acoge hoy una conmemoración de Estado, con representación de todas las administraciones y con el rey Felipe VI al frente. Pero el irrespirable clima político también ha terminado por enturbiar este homenaje. El espíritu de Ermua nos dejó una lección de firmeza y unión de la sociedad que nadie debería olvidar.