Europa Sur

UN TOQUE DE PRESTIGIO

- MANUEL SÁNCHEZ LEDESMA

DE manera colateral, la reciente cumbre de los países de la OTAN celebrada en Madrid ha supuesto que una pinacoteca, el Museo del Prado, haya tomado durante unos pocos días, el mismo o mayor protagonis­mo que los lideres mundiales que asistieron a la reunión. Pareciera como si la presencia de mandatario­s extranjero­s en sus galerías y salones hubiese servido para que los españoles (espoleados por unos medios de comunicaci­ón que se mostraban tan fascinados como sus ilustres visitantes) tomaran conciencia de que tenemos uno de los mejores museos del mundo. En unos tiempos en que España no es precisamen­te una potencia mundial ni en el ámbito político, ni en el económico y, mucho menos, en el militar y que si acaso destacamos en algo es en el gusto por la fiesta y el jolgorio, resulta de lo más reconforta­nte haber presentado, por una vez, una cara atractiva y prestigios­a ante la comunidad internacio­nal. Bueno sería que este repentino interés por la cultura se extendiese más allá de la cumbre y nos animáramos a visitar y a valorar tanto los museos como nuestro ingente patrimonio cultural que, según las estadístic­as, solo parece preocupar al 30% de los españoles. Sin embargo, no se antoja tarea fácil ya que, para bien o para mal, la cultura no se puede comprar requiere de un aprendizaj­e para después poder apreciar la obra de arte. Sin la formación necesaria, un paseo de un par de horas por el Museo del Prado solo provocará en el visitante aburrimien­to y cansancio. Hemos visto como los delegados extranjero­s se agolpaban ante la pintura de Tiziano “Carlos V a caballo en Mühlberg”. Seguro que habrán disfrutado más del cuadro si conocían que la escena representa­da era el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el trance de derrotar a la Liga Protestant­e en la batalla de Mühlberg a orillas del Elba y al acercarse a la pintura de Saturno devorando a su hijo de Goya, bueno es saber que no se trataba de un caso de canibalism­o sino que el dios se comía a sus hijos para que no se cumpliese la profecía de que sería derrocado por uno de ellos. Quedan lejos los tiempos en que nos comportába­mos como auténticos bárbaros con las obras de arte y así, por ejemplo, tuvimos que esperar a Washington Irving para que la Alhambra dejase de ser usada como establo de cabras y almacén de materiales o dejase de servir de cobijo a malandrine­s y menesteros­os. Hoy el Prado es el segundo museo más visitado de España y según algunos aún lo sería más si la entrada no costase 12 euros. La ironía es que el museo que ocupa el primer lugar en asistencia de público es el Bernabéu que… cuesta 25 euros.

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sanledma@gmail.com

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