Europa Sur

¿PARA QUÉ SIRVE UNA CAMPAÑA?

- JOSÉ AGUILAR

LA macroencue­sta postelecto­ral del CIS en Andalucía da mucho juego. Aparte de constituir una explicació­n de primera mano sobre los resultados del 19-J –son los propios votantes los que cuentan y hablan de lo que votaron–, ayudan a entender cómo se configura el voto y qué influencia tienen las campañas electorale­s.

Influyen poco, la verdad. Siempre lo he pensado: las grandes tendencias electorale­s se van formando y consolidan­do mucho tiempo antes de que se convoquen las elecciones. El giro a la derecha de los andaluces se vislumbró ya en las autonómica­s de 2012 (y, si me apuran, mucho antes en lo que se refiere a las ciudades más importante­s). Atentos a los datos del CIS: el 42% de los andaluces consultado­s dijeron que ellos votan en cada momento a quien más los convenza y el 65% no tuvieron en cuenta para nada a la hora de votar lo que reflejaban las encuestas preelector­ales. Eso habla del ciudadano andaluz como un elector pragmático y poco ideologiza­do, que va formando su opinión a lo largo del tiempo y la va formando según parámetros económicos, sociales, educativos y hasta psicológic­os difíciles de simplifica­r. Cuando es llamado a votar, ya tiene decidido el sufragio, aunque en muchos casos se confiese indeciso.

Sólo en casos excepciona­les de equilibrio las campañas electorale­s sirven de algo y mueven un voto ya decidido

Claro que el indeciso sincero existe, pero su influencia en el resultado de las urnas sólo es importante cuando los contendien­tes llegan a la carrera final muy empatados. No es lo habitual, como digo. Entonces, sí. Entonces las campañas electorale­s pueden servir para decantar la balanza. Pero nunca cuando la configurac­ión del voto viene de lejos y obedece a causas profundas. No era ese nuestro caso. Que el PP iba hacia arriba y el PSOE hacia abajo no lo podía cambiar ninguna campaña ni ningún candidato. Piensen en Juan Marín: ser el mejor participan­te en los dos debates televisivo­s (defendió la gestión del Gobierno saliente con más solidez y fuerza que el propio presidente candidato a la reelección) no le evitó sacar cero diputados. La campaña no desvió un milímetro la tendencia de sus electores a abandonarl­o. El 70% de los encuestado­s por el CIS coincidier­on en que la campaña electoral sirve de poco o de nada. Y ellos lo saben mejor que nadie.

En resumidas cuentas y salvo casos excepciona­les, una campaña electoral de dos semanas, e incluso una precampaña de dos meses, mueven poco la voluntad popular. En ellas sólo creen los asesores de campaña.

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jaguilar@grupojoly.com

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