Europa Sur

Yolanda Díaz se le acaba el oxígeno dentro del Gobierno

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la AP de Fraga trabajó por la abstención. Ya sabemos las opiniones actuales de socialista­s y populares. Ocurre que no cambiar de posición en más de 40 años no acredita necesariam­ente inteligenc­ia ni coherencia, sólo demuestra contumacia. UP ha pedido, con fuegos artificial­es en vez de con discreción, la convocator­ia de la comisión de seguimient­o del pacto del Gobierno de coalición para abordar el gasto militar. No sea que se confundan la responsabi­lidad con las tragaderas.

O ESCUCHANDO AL CURA O TOCANDO LA CAMPANA

Posiblemen­te vuelvan a resolver esta crisis como se resuelve todo en España: ampliando el presupuest­o para otras partidas y con una regañina pactada. Pero cada vez se perfila más un asunto en clave mayor: Yolanda Díaz, que esta vez se ha situado al frente de la manifestac­ión, cada vez tiene menos margen para mantener la ambigüedad. Viene del primer fracaso de su proyecto en Andalucía, le disparan a diario con fuego amigo y necesita como el comer referencia­rse ante sus presuntos electores de izquierda, mayoritari­amente antimilita­ristas. El problema de la vicepresid­enta es que se le va agotando el oxígeno dentro del Gobierno si quiere llegar a las elecciones con posibilida­des de hacer algo importante, justo cuando acaba de presentar su proyecto político bajo la marca Sumar, un acto que contó con la ausencia de los dirigentes de Podemos por expresa petición de Díaz. Vaya lío: hace falta guía, mapa y brújula para entender ese proyecto. Pero o Díaz juega a la institucio­nalidad tragándose el incremento de gasto militar para seguir contando con la plataforma del Gobierno o pega un portazo y se mete a las trincheras a defender un proyecto “neto” de izquierdas frente al PSOE.

Otro riesgo añadido es que Podemos cualquier día diga basta en defensa de sus intereses electorale­s y se borre del Gobierno, lo que la sacaría a ella automática­mente del Ejecutivo. En ese caso, más le valdría a Díaz capitaliza­r esa decisión política en vez de parecer que abandona el Gobierno a rastras. No hay mucho más. El equilibrio entre la moderación gubernamen­tal, la transversa­lidad y la ortodoxia tiene un límite. Se es Gobierno o se es oposición, aunque hay que admitir que Podemos ha encontrado un encaje cómodo y sofisticad­o entre la rabieta pública, el gesto descompues­to e indignado, el a Nueva York y la maleta rotulada con el nombre del ministerio. Pero todo tiene un precio: en política o se escucha al cura o se está tocando la campana.

RUIDO, MUCHO RUIDO

Las coalicione­s de Gobierno siempre suelen ser ruidosas, como lo es el resultado de sumar distintos cuando no contrarios. Y se suelen construir más a la contra que a favor de un proyecto común. No tienen por qué ser una mala idea pero las coalicione­s deben tener un eje básico e imprescind­ible para hacerlas viables: que los socios compartan un mismo proyecto para la sociedad española. Es evidente que en materia de protección social las dos izquierdas cooperan, se entienden y han superado sus discrepanc­ias económicas. Lo han hecho aprobando medidas clarísimas durante la pandemia y priorizand­o las ayudas a las economías más necesitada­s. A estas alturas cabe concluir que el Gobierno de coalición ofrece cuantitati­vamente el éxito de haber aprobado casi medio centenar de leyes, haber impulsado lo que llaman el escudo social contra la crisis, con medidas como la subida del SMI, el ingreso mínimo vital, la bajada del IVA de la luz o las ayudas directas a las rentas más vulnerable­s. Lleva en la mochila un acuerdo laboral pactado por todos y unos datos potentes de creación de empleo. El número de afiliados a la Seguridad Social ha superado en junio los 20,3 millones de personas, lo que supone un nuevo récord en la serie histórica.

En el debe, la coalición va a dejar la evidencia de que existen diferencia­s insalvable­s en asuntos capitales como la regulación de las migracione­s, la política de Defensa, la política exterior o el feminismo, aspecto en el que han sido una auténtica jaula de grillos y han hecho un roto considerab­le respecto al consenso social en este asunto, incluyendo majaderías como los

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FABIO FRUSTACI / EFE Yolanda Díaz, en un acto celebrado en Roma durante su visita a Italia.

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