Europa Sur

“Hay gestos asumibles que marcan la diferencia”

- Pilar Vera

–El abejorro. Ese insecto que es, para muchos, la hermanastr­a fea de las abejas. ¿Cómo se convirtió en la estrella invitada de su vida?

–Siempre he amado los insectos. Las mariposas, como con tantos niños, fueron mi primer amor. Pero después descubrí que, por ejemplo, no son muy inteligent­es. O no son tan inteligent­es al menos como los abejorros, que tienen un cerebro prodigioso y un sistema de navegación formidable.

–Comienza Una historia

con aguijón hablando de su infancia. ¿Cómo se las arreglaron sus padres?

–Imagino que mis padres fueron muy tolerantes. No me daba cuenta entonces, pero era genial que me dejaran llegar a casa con tantos animales distintos. Yo intento transmitir esa pasión a mis hijos, en la esperanza de que sigan mis pasos.

–Menciona la famosa cita atribuida a Einstein: esa que dice que sin abejas, sería el fin del mundo tal y como lo conocemos.

–No hay prueba de que Einstein dijera esa frase y, desde luego, es raro que lo hiciera, porque no era su campo y creo que era muy meticuloso al respecto. Es exagerado suponer que toda la humanidad desaparece­ría en cuatro años si desapareci­eran solamente las abejas de la miel. Las cosas serían muy distintas, desde luego, si desapareci­eran otros polinizado­res de ciertas cosechas: colocaría a gran parte de la humanidad en una situación muy difícil, mucha gente moriría de hambre. La vida quizá no se detendría, pero sería mucho más complicada.

–No tenemos muchos abejorros en España. Lo que sí tenemos es... tomates.

–No muchos saben que los tomates necesitan la polinizaci­ón a través de insectos para prosperar: necesitan que la corola de la flor vibre para desprender el polen, y esto lo hacen de maravilla los abejorros; se puede hacer a mano, pero es un trabajo muy arduo. Pero aún son menos los que saben que existen fábricas de abejorros. No sé de dónde son los que llegan a España para este fin, pero el inicio del negocio de los abejorros estuvo en Bélgica, a finales de los 80, cuando alguien pensó que ahí había un nicho de mercado, y tenía razón. A partir de ahí, numerosas compañías reparten millones de paneles de abejorro. Como es imposible controlar que se escapen, ahora hay abejorros europeos por todo el mundo. Ha terminado siendo una práctica bastante irresponsa­ble. Un ejemplo interesant­e y dramático es que el abejorro más grande del mundo, propio de la Patagonia, está ahora casi extinguido, y era un insecto común hace tan solo treinta años, porque le afectan extraordin­ariamente las enfermedad­es de nuestros insectos. Es, a nivel micro, lo mismo que sucedió con las poblacione­s indígenas humanas.

–Los abejorros son especialme­nte delicados ante el calor. ¿Les está afectando ya el cambio climático?

–Se sobrecalie­ntan muchísimo durante el vuelo así que el aumento de temperatur­a asociado al cambio climático hace que las poblacione­s de sus límites sureños tiendan a desaparece­r. Curiosamen­te, según hemos observado, esto no implica que la franja hacia el norte crezca, sino que los individuos se siguen concentran­do en franjas cada vez más pequeñas.

–Sería relativame­nte fácil ayudar a las poblacione­s simplement­e, dice, dejando espacio en los cultivos para plantas como la lavanda o el trébol rojo. ¿Por qué no se generaliza?

–Porque el sistema agrícola actual está muy establecid­o y es muy difícil revertirlo, aunque sea mínimament­e.

–Fue culpa de Hitler.

–En gran parte de Europa, durante la II Guerra Mundial, se necesitó incrementa­r la producción agrícola, haciéndola más intensiva. Ocurre que se ha mantenido esa línea desde entonces. Quizá ahora, de forma bastante accidental debido al coste de suministro energético, podamos ver cómo se empieza a generaliza­r un cultivo de especies ricas en nitratos en sí mismas, como el trébol y las leguminosa­s, que mejoran el sustrato de forma natural.

–Por culpa, digamos, de Putin. La geopolític­a de los abejorros... Subraya, sin embargo, la importanci­a*

Las poblacione­s meridional­es de abejorros están disminuyen­do ya debido al cambio climático”

de la acción individual a nivel medioambie­ntal.

–Los problemas del mundo se han creado a partir de un montón de pequeños comportami­entos erróneos: aunque no llevemos el timón, tenemos nuestra parte de responsabi­lidad. Vigilar de dónde viene lo que comemos o luchar por tener más espacios verdes, por ejemplo, tiene mucho peso. A veces es normal sentirse paralizado, incapaz de hacer nada, porque la problemáti­ca es demasiado grande, pero hay gestos que podemos asumir y que marcan la diferencia. –¿En qué está trabajando?

–Sigo investigan­do sobre abejorros, sobre todo, en lo referente a unos parásitos de tipo arácnido, e intento sacar tiempo para escribir. Estoy muy ilusionado con un proyecto de una encicloped­ia ilustrada de insectos para niños, porque les entusiasma­n, juegan con ellos, se ensimisman, les ponen nombres... Y también conciencia­r de la importanci­a de tener jardines con f lores atractivas para los polinizado­res.

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CAPITÁN SWING

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