Europa Sur

DUROS A CUATRO PESETAS

- PACO REBOLO

ES interesant­e bucear de vez en vez en el rico refranero español porque nos encontramo­s con joyitas como ése de “nadie da duros a cuatro pesetas”. La perspectiv­a de que alguien te venda 5 por 4 es cercana al tocomocho o similar, algo que huele a estafa a kilómetros de distancia.

Pues el caso es que algo que nos parece tan obvio y que nadie en su sano juicio aceptaría, es lo que estamos normalizan­do en nuestras vidas a diario.

Hay varios negocios en mi barrio que, frecuentad­os por la zagalería, menores de edad incluidos, en general tiene una curiosa forma de actuar. A saber, uno entra ahí con, pongamos 50 euros e inmediatam­ente el dependient­e te devuelve dos, tres o incluso cinco. Te deja sentarte y hasta te invita a un bocadillo, refrescos o alcohol, cuyo coste no supera nunca ni la décima parte de lo que tú le has entregado.

Y alguno dirá que eso es peor que lo de los duros, así como lo planteo y que es imposible que nadie caiga en tamaño timo, estafa o como se denomine esa figura jurídica.

Bueno, no es exactament­e así, se disfraza con máquinas tragaperra­s que prometen un carrusel de colores y sonidos que nos acercan a la máxima felicidad sensorial. O con apuestas en deportes que ni sabíamos que existían en ligas de países remotos que nos hacen creernos unos magos del riesgo y la aventura.

Salones de máquinas mal llamadas recreativa­s con márgenes obscenos, que crean ludópatas a golpe de copas gratis

Pero esas maquinitas (que son lo que le dan más beneficio a los casinos, más que la glamourosa ruleta) que tienen un teórico retorno (lo que te devuelven por cada euro con que alimentas su voracidad primitiva) de más del 90%, acaban convirtién­dolo en la práctica en algo que tiende al 0%. Y si no, pensad en quién se guarda los premios menores y no los vuelve a reinvertir en busca del pelotazo de 300, 500 o poco más. Nadie.

Pues ésa es nuestra oferta. Salones de máquinas mal llamadas recreativa­s con márgenes obscenos, que crean ludópatas a golpe de copas gratis y de matemática­s mal o nada entendidas. El golpe perfecto si no fuera por las personas que se quedan en ese camino de amargas lucecitas.

Sólo se me ocurre un engaño mayor, pero no creo que pueda perpetrars­e. Imaginemos que alguien se dedica a eludir a Hacienda con elaboradas ingeniería­s fiscales. Y calculemos que así evita pagar una cantidad que tiende a marearnos solo de pensarla y que también que esa persona después se dedica a donar una ínfima parte de lo que ha eludido, con lo que consigue que muchos/as le consideren un héroe porque ha “donado” de lo que previament­e ha eludido.

Pero sí, es demasiado rebuscado y no creo que nuestra sociedad se lo tragara, no podemos ser tan anuméricos... ¿O quizás si le ponemos soniditos y una hamburgues­a doble?

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