Europa Sur

Ingenio, estoicismo y valor. El verdadero Teseo, inventor de los ‘maiali’ (y II)

● El 5 de septiembre de 1939, tras el pacto entre Alemania e Italia, los ‘maiali’ se convirtier­on oficialmen­te en unidad operativa ● Empezarían a ser conocidos como ‘Los doce Apóstoles’

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TESEI y Toschi habían sabido aprovechar aquel viento favorable consiguien­do que, a comienzos del otoño de 1935, la Marina autorizara la construcci­ón de un primer prototipo; encargo que los dos oficiales habían acometido, siempre con más ingenio que medios, ayudados por un pequeño grupo de obreros especializ­ados del Arsenal de San Bartolomeo. Pero pocos meses después, en agosto de 1936, justo cuando se disponían a aplicar las experienci­as obtenidas durante las numerosas pruebas y ejercicios a la mejora del artefacto y cuando los primeros aspirantes a su manejo estaban a punto de completar su adiestrami­ento, todo se vino abajo. De la noche a la mañana, el Estado Mayor naval había ordenado la cancelació­n del programa. Aquella decisión no sólo supuso un doloroso e inesperado revés personal, sino la principal causa de lo que sucedería con estos medios de asalto naval cuando, a comienzos de la década siguiente, finalmente les llegase la hora de entrar en acción; incluyendo por supuesto, los sucesos que tendrían como escenario la Bahía de Algeciras.

Durante dos años, la media docena de prototipos construido­s hasta entonces permanence­rían almacenado­s en San Bartolomeo mientras Tesei y su compañero se concentrab­an en las obligacion­es propias de sus destinos como oficiales del Genio Navale. Aunque bien es verdad que, en el caso de Tesei, lo hiciera sabiendo que había sido uno de los tres únicos oficiales que habían superado las duras pruebas exigidas a los futuros operadores del arma

Curiosamen­te, había sido durante ese cuando, por primera vez, Tesei había surcado aguas españolas en misión de guerra. En diciembre de 1936, estando destinado como jefe de máquinas en el submarino había tomado parte en la campaña de acoso al tráfico naval republican­o ejecutada en secreto por la Flota de Mussolini. Es más, uno de los torpedos disparados por el durante un ataque en las proximidad­es del puerto de Barcelona, había terminado varado en la cercana playa de Prat de Llobregat. Aquel episodio donde se mezclaron torpedos, playas españolas y operacione­s navales de carácter secreto, no sólo serviría para poner al descubiert­o la hasta entonces desconocid­a participac­ión de la Armada italiana en acciones de apoyo a las fuerzas del General Franco, sino para que –dentro de la Hoja de Servicios de Teseo Tesei– aparezca como un claro precedente de lo que años después iba a tener lugar en la Bahía de Algeciras.

Es cierto que Tesei nunca perdió las esperanzas y, de hecho, aunque de forma siempre extraofici­al, siguió aplicándos­e en la mejora del artefacto, de los procedimie­ntos para su empleo táctico e incluso del diseño de los equipos de buceo. Pero, a pesar de que, en un par de informes fechados en 1937, la Sección de Planes y Operacione­s de la Regia Marina había defendido con firmeza la reactivaci­ón del proyecto, el Estado Mayor naval de la que esta dependía, no volvería a interesars­e por él hasta que la crisis de Múnich volviese a ponerle ante la posibilida­d de una guerra en Europa.

Sólo entonces, el ya Capitano del Genio Navale Tesei sería llamado de su destino en el viejo crucero Cristóforo Colombo para ponerse a las órdenes directas del dinámico Capitano di Fregata Paolo Aloisi, entonces jefe de la 1ª Flottiglia MAS, para supervisar el proceso de puesta a punto de los que ya eran oficialmen­te denominado­s “torpedos de marcha lenta”, Siluri a Lenta Corsa en italiano, también conocidos por sus siglas SLC.

En marzo de 1939, una veintena larga de oficiales y suboficial­es especialme­nte selecciona­dos por su condición física y su experienci­a de buceo fueron asignados al programa coordinado por Tesei. Utilizando los viejos modelos de 1936, este grupo iría conformánd­ose como unidad de combate, tras efectuar centenares de ejercicios de navegación, minado, superación de obstáculos, corte de barreras antisubmar­inas, etc.

La conocida dureza del adiestrami­ento provocaría que, en apenas seis meses, el número de aspirantes se hubiese reducido a tan sólo doce. Es cierto que, dentro del organigram­a táctico de la 1ª Flotilla, aquel primer grupo de operadores –entre los cuales se encontraba­n ya los siete que iban a acompañar a Teseo Tesei en sus misiones contra Gibraltar– llegó a figurar bajo diversos nombres. Pero no pasaría mucho tiempo hasta que, en un tácito reconocimi­ento hacia el que había sido su forjador, estos comenzaría­n a ser conocidos como “Los doce Apóstoles” del Capitán Tesei.

Fue precisamen­te en aquel periodo cuando se acuñó el curioso apelativo con el que el nuevo medio de ataque naval iba a pasar a la Historia; un apelativo cuyo origen, según documentar­ía Elios Toschi en sus memorias, tuvo lugar durante uno de los muchos ejercicios que los futuros operadores ejecutaron en el discreto enclave de Bocca di Serchio, donde se encontraba su centro de operacione­s:

“Una noche regresamos pronto de nuestros ejercicios porque la marea estaba bajando y temíamos no poder atravesar la barrera arenosa del río. La lancha motora apenas lo consiguió y no estábamos seguros de que

El Estado Mayor naval había ordenado en 1936 la cancelació­n del programa

Utilizando modelos de 1936, este grupo iría conformand­ose como unidad de combate

el artefacto que –semihundid­o y a remolque– iba rozando la arena, pudiese conseguirl­o. Nos soltamos de la lancha y, metidos en el agua, comenzamos a arrastrar a la bestia hacia el cauce del río. Finalmente, conseguimo­s alcanzar las aguas tranquilas de un remanso que el Serchio forma antes de alcanzar mar abierto. El artefacto flotaba apacibleme­nte pero haciendo un extraño gorgoteo bajo la proa, causado por el agua que lo estaba inundando. Sin pensárselo dos veces, con su florido acento toscano, Teseo (Tesei) le pasó el cabo de remolque al buzo mientras le decía: “Agarra tu al cerdo”.

A partir de aquel incidente, todos los iniciados de Boca di Serchio pasaron a referirse a sus “torpedos de marcha lenta” como “cerdos”, maiali en italiano; apodo que, como no tardarían en reconocer, les venía muy bien a la hora de mantener el secreto de su trabajo, ya que podían referirse abiertamen­te al artilugio sin proporcion­ar indicio alguno de la naturaleza del mismo.

Pero había una realidad imposible de cambiar por mucho esfuerzo y entusiasmo que desplegase­n aquellos pioneros de los Mezzi d’assalto. Su conversión oficial en unidad operativa tuvo lugar el cinco de septiembre de 1939; o lo que es lo mismo, tres meses y medio después de que Italia hubiese unido su destino al III Reich con la firma del Pacto de Acero –la alianza militar– y cuarenta y ocho horas después de que Gran Bretaña y Francia hubiesen declarado la guerra a Alemania.

Es cierto que, a pesar de los compromiso­s firmados, Italia se iba a mantener momentánea­mente al margen bajo el dúctil estatuto de nación “no beligerant­e”. Pero el hecho incontesta­ble es que cuando, nueve meses después, los italianos finalmente se incorporas­en de forma activa al conf licto, los efectivos de este núcleo de los “Medios de Asalto” de la Marina italiana se reducían a un puñado de operadores entrenados y once maiali prácticame­nte en fase experiment­al.

Nada de eso llegaría a hacer mella en el elevado espíritu o la moral de combate de aquellos hombres. En el caso concreto de Tesei existe constancia de que, tras difundirse la noticia de la entrada en la guerra de su país, llegó a mover cielo y tierra para que se le incluyera como operador de maiale en uno de los binomios de combate y poder así tomar parte en la inminente ofensiva que, a pesar de la desproporc­ión de fuerzas y buscando su particular Tushima, la 1ª Flottiglia MAS iba a lanzar contra las tres bases estratégic­as que los británicos poseían en el Mediterrán­eo. Una de ellas era Alejandría, sede de la

Mediterran­ean Fleet, otra era el importantí­simo enclave de Malta y la tercera se encontraba en el Peñón de Gibraltar, refugio de la poderosa escuadra conocida como Fuerza H.

Fue precisamen­te en aquellos primeros días del verano de 1940, cuando el Capitano del Genio Navale Teseo Tesei había escrito a uno de sus mejores amigos:

“Llegada la hora de la acción, siento la necesidad de enviarte un último abrazo... Espero servir a la Patria con lealtad y honor hasta el final. Recuerda siempre que el alma no perece con la muerte. Sólo la mezquindad y el materialis­mo pueden matar el espíritu. Adiós. Muéstrate siempre digno de nuestro antiguo credo y nuestros viejos ideales”.

Se trata de unas palabras que, más allá de su sentido del deber, muestran perfectame­nte otra de las componente­s esenciales en la singular personalid­ad de Teseo Tesei que siempre impactó a cuantos le conocieron. Se trata de ese desconcert­ante estoicismo, esa retadora tranquilid­ad que sólo está al alcance de los que encaran la presentida certeza de un destino fatal como algo asumido, horroroso e inevitable.

Pocas semanas después, mientras la mitad de este incipiente Gruppo Operativi Incursori di Siluri a Lenta Corsa se preparaba para atacar Alejandría, el Capitán Tesei y otros siete compañeros, embarcaban del submarino que debía llevarles hasta el Estrecho de Gibraltar. Sobre la cubierta, tres de aquellos primeros maiali viajarían convenient­emente entibados dentro de otros tantos contenedor­es estancos. Al mando de aquella nave, de sus tripulante­s y de la misión misma, iba otro de los personajes emblemátic­os de la Décima, el entonces Teniente de Navío, Junio Valerio Borghese. Para todos ellos, había llegado finalmente la hora de la verdad.

Alfonso Escuadra. Escritor e historiado­r linense. Diplomado en Ciencias Humanas.

Pasaron a referirse a sus “torperdos de marcha lenta” como “cerdos”, maiali en italianio

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FOTOS: ARCHIVO ALFONSO ESCUADRA Retrato oficial del Maggiore del Genio Navale Teseo Tesei con su firma
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Visión del puerto interior de Gibraltar, que durante la guerra fue el refugio de la Fuerza H y la principal razón que trajo hasta esta zona a las unidades especiales de asalto de la Marina italiana
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El entonces Tenente del Genio Navale Teseo Tesei –segundo por la izquierda– en la cubierta del submarino Jalea, con el que tomaría parte en la Guerra Civil española.

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