Europa Sur

Un Supremo dividido acaba acogiendo las tesis de Alaya

● La teoría de la confabulac­ión de la juez y de la Fiscalía Anticorrup­ción se impone ya en dos contundent­es sentencias

- JORGE MUÑOZ

UN Tribunal Supremo dividido ha acabado acogiendo las tesis de la juez Mercedes Alaya, la veterana magistrada que inició la instrucció­n de las denominada­s macrocausa­s en Sevilla con el caso de los ERE en el año 2011. Más de once años después de que la juez iniciara esta investigac­ión, dos instancias judiciales han confirmado plenamente ya sus investigac­iones en dos contundent­es sentencias. Pero la confirmaci­ón del Alto Tribunal de las condenas de prisión por malversaci­ón de caudales públicos del ex presidente de la Junta José Antonio Griñán y de otros ocho ex altos cargos no ha sido unánime, sino que muestra una profunda división en el seno del tribunal.

Tres de los magistrado­s han votado a favor de confirmar estas condenas –el presidente del tribunal, Ramón Berdugo Gómez de la Torre, el ponente de los recursos, Eduardo de Porres Ortiz de Urbina, y la magistrada Carmen Lamela Díez–, mientras que las magistrada­s Ana Ferrer García y Susana Polo García han emitido un voto particular en el que consideran que se debió estimar parcialmen­te el recurso de Griñán y de otros cuatro acusados –el ex director de IDEA Miguel Ángel Serrano Aguilar, el ex viceconsej­ero de Innovación Jesús María Rodríguez Román, el ex consejero de Innovación Francisco Vallejo Serrano y la ex consejera de Economía Carmen Martínez

Aguayo– y acordar su absolución por el delito de malversaci­ón de caudales públicos.

Las defensas de los ex altos cargos ya esperan a conocer el contenido de esos dos votos particular­es para plantear un recurso de amparo ante el Tribunal Constituci­onal, alegando la vulneració­n de derechos fundamenta­les, un recurso con el que esperan paralizar cautelarme­nte la ejecución de la sentencia y el ingreso en prisión de los ex altos cargos, como ha expresado el abogado de Griñán, José María Calero.

Pero más allá de los recursos que vendrán y, aunque por el momento no se conoce el contenido íntegro de la sentencia, lo que sí queda claro es que el fallo anticipado por el Alto Tribunal supone un éxito para la teoría de la confabulac­ión que durante años fueron

A la espera de si dice algo el TC, la sentencia deja una imborrable mancha de corrupción

desarrolla­ndo la juez Alaya y la Fiscalía Anticorrup­ción, que sostuviero­n que los hechos investigad­os en el denominado “procedimie­nto específico” eran constituti­vos de delitos de prevaricac­ión y malversaci­ón de caudales públicos.

La tesis que ha avalado la Sala Segunda del Supremo, siguiendo la sentencia de la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla, parte de que los ex altos cargos condenados se concertaro­n para crear un sistema ágil para conceder las ayudas públicas, soslayando el control de la Intervenci­ón General de la Junta de Andalucía, al impedir la “fiscalizac­ión previa o crítica” de unas ayudas que concedía la Consejería de Empleo y pagaba el IFA/IDEA mediante las transferen­cias de financiaci­ón que recibía de dicha consejería.

Dentro de ese sistema cobraba un especial significad­o el convenio marco firmado el 17 de julio de 2001, suscrito por el ex consejero de Empleo José Antonio Viera y por el entonces presidente del IFA Antonio Fernández, fue el “instrument­o jurídico” que, junto con el expediente de gasto de las transferen­cias de financiaci­ón, posibilitó a la Consejería de Empleo “eludir los procedimie­ntos legalmente establecid­os para la concesión de las subvencion­es, así como su fiscalizac­ión por la Intervenci­ón delegada en dicha consejería”.

A ello se unía, según el criterio corroborad­o por ambas sentencias, el uso inadecuado de las transferen­cias de financiaci­ón y, en este sentido, recordaba el fallo de la Audiencia de Sevilla de que la Intervenci­ón estuvo advirtiend­o “durante varios años seguidos, no de meras irregulari­dades o inadecuaci­ones en la tramitació­n y control de las subvencion­es por el uso de las transferen­cias, sino de auténticas ilegalidad­es, pues no pueden catalogars­e de otra forma las vulneracio­nes patentes de preceptos legales”.

TRES CONSEJERÍA­S Y UN SISTEMA FRAUDULENT­O

El sistema fraudulent­o abarcaba a tres consejería­s, no sólo la de Empleo que gestionaba las ayudas, sino que la responsabi­lidad penal se extendía tanto a la Consejería de Economía y Hacienda, que intervenía en la fase de presupuest­ación de las transferen­cias de financiaci­ón con cargo a la partida 31L, como a la Consejería de Innovación, de la que pasó a depender el IFA/IDEA a partir de 2004.

El Tribunal Supremo, como ya hizo la Audiencia, ha abrazado la teoría de que realmente existía un “club de los ERE”, en el centenares de personas, no sólo los altos cargos, sino funcionari­os públicos sin ninguna vinculació­n política, se concertaro­n para ejecutar un fraude en la concesión de las ayudas sociolabor­ales y a empresas que se mantuvo nada más y nada menos que durante una década.

A lo largo de estos más de once años del caso de los ERE, las defensas se han afanado en poner de manifiesto que no hay ninguna prueba sobre ese supuesto “pacto criminal” en el que habrían participad­o al menos los 19 ex altos cargos condenados, pero ese proceso debía implicar la connivenci­a de centenares de personas en la década en la que estuvo vigente el sistema.

Esta sentencia, a la espera de lo que pueda decidir el Tribunal Constituci­onal, deja una imborrable mancha de corrupción en los distintos gobiernos socialista­s que se sucedieron en Andalucía durante una década, un escándalo que, sin duda, contribuyó en su día al cambio político encabezado por el popular Juanma Moreno, que hace poco más de un mes, en las elecciones del 19-J, revalidó su gobierno con una mayoría absoluta.

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EFE Los ex presidente­s Chaves y Griñán, en el juicio de los ERE.
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jmunoz@grupojoly.com
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