Europa Sur

El fuego se apaga en invierno

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Han pasado muchos años desde su muerte, pero aún me acuerdo con mucha frecuencia de la persona y de las experienci­as y sabiduría en temas agrícolas de mi abuelo Deogracias. Agricultor, ganadero y pequeño propietari­o de bosques. Entre sus muchas enseñanzas, estos días estoy recordando una con frecuencia: “El fuego se apaga en invierno”. La repetía, no ya en casos de incendios forestales, sino para evitar posibles problemas durante el verano en la paja, las múltiples riberas y especialme­nte en los pequeños boques poblados principalm­ente de pinos resineros. Muchas tardes de invierno las pasaban limpiando el bosque y facilitand­o a los pastores la entrada de las ovejas a pastar. Es un hecho que en los lugares en los que el pastoreo trasiega las cabañas de ovejas y cabras, una costumbre tan tradiciona­l como extendida en nuestro ámbito rural, se produce una limpieza de la biomasa vegetal que, de no hacerse, con la llegada de la estación seca se convierte en una capa de combustibl­e lista para arder y terminar devorando miles de hectáreas de montes y bosques. Cabe tener en cuenta que las cabras adultas se alimentan con 1,5 a 2,5 kilos diarios de hierba seca (entre 350 y 1.500 gramos de hojas y brotes de matorrales), mientas que las ovejas adultas en pastoreo pueden consumir de 2 a 3 kilos de materia seca diaria (matorral y especies leñosas). La presencia del ganado en el monte tiene muchos beneficios ambientale­s, ya que favorece la biodiversi­dad, contribuye a la dispersión de semillas, mejora la estructura del suelo y reduce la erosión y la desertizac­ión. El pastoreo de ovejas y cabras no es que sea la mejor forma de prevenir incendios, es que es la más sostenible. Pienso que es vital que durante todo el año se adopten medidas preventiva­s implicando a todos los segmentos de la sociedad. No olvidemos nunca que “el fuego se apaga en invierno”. Domingo Martínez Madrid

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