Europa Sur

LA PURA COMPAÑÍA

- ENRIQUE GARCÍAMÁIQ­UEZ

ESCRIBO artículos por encima de mis posibilida­des. Así que ando siempre rebuscando dos cosas: temas y tiempo. Como además aspiro a llevar una vida corriente, salgo a cenar a veces con amigos. En esa coyuntura, me siento a la mesa con este aviso: “Todo lo que se diga aquí puede salir mañana en un artículo”.

Pero generalmen­te no saco nada. Es extraño. Yo en la cena hablo poco, no porque no sea charlatán, sino porque los amigos me leen y, cuando empiezo a explicar cualquier cosa, me cortan rápido: “Ah, sí, eso ya lo contaste en el Diario”. Entonces, callo, como, escucho y, como mucho, pregunto.

Bien, pues en la mayoría de las ocasiones, en un almuerzo o una cena que puede durar hasta dos horas, no encuentro ni una sola cosilla que traerme a la columna. Las ideas generales se asemejan a las de los líderes de opinión de la radio de la mañana. Y lo principal son delicadas confidenci­as familiares que no pintan nada en un papel.

Podría levantarme de la mesa con angustia, porque los plazos de entrega se han acercado inexorable­s dos horas más; pero levantarme triste sería un error garrafal. Aunque me urja, una idea para un artículo no es lo verdaderam­ente importante, ni ser originales, ni particular­mente

Este verano no hace falta tener conversaci­ones profundísi­mas para que sean esenciales

ingeniosos o perspicace­s en el análisis de la actualidad.

Lo importante lo descubrió hace más de ochenta años el antropólog­o Bronislaw Malinowski, trabajando con los indígenas Trotibrian­d. El primer papel del idioma y las conversaci­ones, tanto en esas comunidade­s ancladas en el tiempo como en las rabiosamen­te actuales, es estrechar los vínculos. Jonathan Sacks, en su libro Celebrar la vida, recoge esta idea, avalada por los más modernos psicolingü­istas, y concluye que lo esencial es el encuentro con el otro, trascenden­te y valioso en sí mismo.

Byung-chul Han alerta en su libro No cosas: “La desaparici­ón del otro es un evento dramático. […] Como secreto, como mirada, como voz, está desapareci­endo. […] Privado de su otredad es condenado a ser un objeto consumible, rentable”. Si con mis amigos estuviese remediando el artículo de mañana u otro negocio, les socavaría, sin darme cuenta, su insobornab­le otredad. Es una suerte que no pueda aprovechar­me de ellos porque la fortuna es estar con ellos. Chin, chin. Y si este artículo tampoco tuviese ni una idea original, lo mismo. Mal que bien, Malinowski nos ampara. Lo importante es el vínculo. Gracias por estar aquí, desinteres­ado lector.

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