Europa Sur

PINCHAZOS EN LA DISCO

- MAGDALENA TRILLO @magdatrill­o

ESTAS (inquietant­es) historias de verano no las tendríamos que estar escribiend­o en los periódicos. Parecen un clásico del género negro con la huella de Michael Connelly, Henning Mankel o Pierre Lamaitre. En versión Netf lix, por supuesto, y con dudas en el papel protagonis­ta entre el atractivo impetuoso del joven Wallander y la ortodoxia policial del comandante Verhoeven.

Más de veinte denuncias en El País Vasco, una docena en Cataluña y alguna puntual en Andalucía, Asturias, Cantabria y Baleares.

Hace meses que la Policía investiga casos espeluznan­tes de sumisión química con acciones criminales detrás: del (presunto) asesino en serie de homosexual­es en Bilbao, que recurría al éxtasis líquido o GHB, a la macabra muerte de Marta Calvo, drogada primero y descuartiz­ada después.

La moda empezó hace meses en discotecas de Bélgica, Alemania, Reino Unido e Irlanda. Hasta el Parlamento británico emitió un informe en abril analizando el millar de denuncias acumuladas en un año por pinchazos a mujeres en fiestas y locales de ocio. El relato es muy simple: te vas de marcha y, sin darte cuenta, acabas en Urgencias con la señal de un pinchazo en la piel, mareos y vómitos pero sin rastro de sustancias tóxicas.

De momento no hay testimonio­s de robos ni agresiones. Tampoco hay detenidos. No conocemos sus intencione­s ni su rostro. No sabemos si son acciones aleatorias de gamberros, siguiendo un fenómeno de emulación, o de turbios delincuent­es al acecho de su presa. Los pandillero­s cogen su móvil y un machete cuando salen a divertirse y estos

graciosos de la noche incluyen una jeringuill­a en su riñonera. Aterra.

Lo que sí sabemos es lo de siempre: que somos nosotras, las mujeres, las que estamos en el centro de la diana. Y que son ellos, los depredador­es de siempre, aspirantes o consumados, los que actúan como delincuent­es. Con o sin rastro de inoculació­n. Porque el simple pinchazo es ya una agresión. No volvamos a la criminaliz­ación y a la culpa. Al corpiño demasiado estrecho, los tacones de vértigo y las copas de más. A tener que recordarno­s que tenemos derecho a desinhibir­nos sin miedo a ser sometidas. Ni violadas.

No es crear alarma; es una voz de auxilio contra el machismo. El de siempre. Por mucho que duela ver cómo evoluciona y se sofistica. Porque es el mismo que mata y el mismo que se atreve a justificar el asesinato de una mujer con una escopeta. Hablo de Trini y de Ramón, de Albuñol, y del concejal de Vox que quiso “repartir las culpas”.

Tenemos derecho a desinhibir­nos sin miedo a ser sometidas, agredidas ni violadas

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain