Europa Sur

‘CARPE DIEM’

- JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA jacarrizos­a@diariodese­villa.es

TODAVÍA habrá quien recuerde cómo allá por Navidad la vicepresid­enta Nadia Calviño decía a todo el que se le ponía a tiro que el, por entonces muy moderado, repunte de los precios era un episodio pasajero que no llegaría a la Semana Santa. Hoy, metidos ya de lleno en lo más tórrido del verano, sabemos que el repunte, si es que todavía le podemos llamar así, lo tendremos en la Navidad que empieza a asomar en el horizonte e incluso en la Semana Santa de 2023 en la que por ahora sólo piensan los muy capillitas. Lo de menos quizás sea la pérdida de credibilid­ad de un Gobierno que se ha dejado jirones por todos lados. Lo de más es, sin duda, que la inflación desbocada por encima de los dos dígitos, a un ritmo que los salarios no van a poder seguir ni de lejos, supone un empobrecim­iento real y rápido para capas muy amplias de la población, en especial ese colectivo un tanto informe pero que es el que determina la marcha del país y que hemos dado en llamar clase media. Y el empobrecim­iento de las clases medias es el camino más corto para que la economía del país y el empleo se vayan a pique.

Hemos decidido, en una especie de catarsis colectiva, que este verano lo vamos a pasar lo mejor posible. Es explicable: todavía vivimos la resaca de la pandemia y de las muchas limitacion­es que entonces hubo que soportar y, además, tenemos el horizonte de un otoño que se dibuja con nubes muy negras en el horizonte por la guerra de Ucrania, las limitacion­es en el uso de la energía y la vida cada vez más cara y complicada. Así que hemos decidido entonar colectivam­ente un carpe diem a la espera de lo que tenga que venir. Por si acaso, los hoteles están llenos, pero con reservas de pocos días y en las mesas de los restaurant­es empiezan a desaparece­r las botellas de vino y a proliferar las jarras de agua.

La pérdida de poder adquisitiv­o es un problema social y un foco de conflictiv­idad porque afecta a cuestiones primarias

Tras años de precios planos o casi y de tipos de interés de cero, con hipotecas que se mantenían con cuotas constantes, vamos a tenernos que acostumbra­r a todo lo contrario. La pérdida de poder adquisitiv­o es un problema social y un foco de conflictiv­idad que empezaremo­s a ver tan pronto como se vayan los calores porque afecta a las cosas más primarias. El Gobierno lo sabe e intenta ponerse de cara para capear el temporal. Hasta ahora todas las medidas que se han ofrecido para embridar la situación se han demostrado inútiles. Y no parece que haya en las carpetas de la Moncloa otras que vayan a funcionar mejor. A la vista de todo esto, pasar agosto lo mejor posible y no pensar demasiado en el otoño hasta que llegue puede que no sea demasiado realista, pero tampoco es que tengamos muchas más alternativ­as por delante.

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