Sólo el 15% de los jóvenes pueden vivir fuera del hogar familiar
● El 34% de los emancipados comparten piso, ya que el alquiler en solitario absorbe el 79,2% del sueldo ● La compra de una vivienda supone 3,8 veces un salario medio anual de esta población
El 15,6% de los jóvenes en España vivían emancipados en la segunda mitad de 2021, lo que supone un ligero aumento de 0,7 puntos con respecto al primer semestre de ese año. Pese a ello es una cifra aún lejana de la registrada antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y lastrada por la diferencia entre el coste de la vivienda y la renta de la juventud.
Son datos que se extraen del informe elaborado por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), presentado ayer y correspondiente al segundo semestre de 2021, que subraya que el perfil del joven emancipado no es tan joven, ya que tiene 29 años, cuenta con un salario un 28% superior al resto, contrato indefinido y estudios superiores terminados.
El documento, publicado en la víspera del Día Internacional de la Juventud, pone de manifiesto que “la precaria” recuperación del empleo no ha ido acompañado de un aumento de los sueldos de los jóvenes trabajadores que consiga reducir “la brecha” entre los altos precios de la oferta de vivienda y la poca renta disponible de quienes la demandan.
De reducirse esta brecha, apunta el informe –presentado por la presidenta del CJE, Elena Ruiz Cebrián, y el coautor, el sociólogo Joffre López– mejoraría la tasa de emancipación juvenil.
No pueden asumir una vivienda de más de 100.000 euros o más de 320 euros de alquiler
El informe abunda en que 2021 cerró con los tipos de interés en “mínimos históricos” y con un descenso del precio medio del alquiler en un 8,5%, condiciones que podían augurar una mejora del acceso a la vivienda. Pese a ello, un joven tiene que dedicar 3,8 veces su salario neto anual para afrontar la entrada de una hipoteca para la compra de la vivienda media del mercado inmobiliario (170.000 euros).
Y en cuanto al alquiler, el coste medio era de 848 euros mientras que los jóvenes sólo pueden asumir una cuota de 320 euros “sin caer en el sobreendeudamiento”.
Sí ha habido un incremento de algo más de medio punto en la tasa de emancipación de los jóvenes de entre 16 y 29 al pasar del 14,9% en la primera mitad de 2021, la más baja del siglo, al 15,6% en los últimos seis meses de ese mismo año.
Es una proporción prácticamente igual a la que había a finales de 2020 (15,8%) pero “muy lejos” del 25% alcanzado entre 2006 y 2010 y aún por debajo de las de 2019, antes de la pandemia, cuando el 18,7 % de la juventud había conseguido emanciparse.
El ligero incremento semestral se ha producido en todas las comunidades autónomas salvo
en Aragón, Castilla-la Mancha, Comunidad Valenciana y Galicia.
El informe apunta a que esta leve mejora de la emancipación juvenil se ha apoyado “en una intensa recuperación” del empleo destruido por la pandemia, de forma que la tasa de paro joven cayó 5,2 puntos hasta situarse en el 23,6%, por debajo de la tasa marcada al final de 2019 (23,8%). Al cierre del pasado año, la creación de empleo se dio además de entre la juventud asalariada, entre los que trabajan de manera autónoma (6% frente al 4,5% de 2019).
Especifica el informe que la recuperación de puestos de trabajo
“se ha cimentado en la precariedad laboral de la juventud” debido a la temporalidad y la parcialidad.
Con esta situación, los jóvenes que pueden emanciparse lo hacen compartiendo vivienda con otros ya que sufragar el alquiler en solitario supondría dedicar el 79,2% de su sueldo, cantidad que se reduce al 25% si se opta por convivir con más personas.
Ante esta “sustancial” diferencia, el 34,5% de la juventud emancipada comparte piso con otras personas con las que no tienen relación de parentesco.
Los datos de 2021 muestran “una gran brecha de género”, ha dicho Ruiz Cebrián, en términos socioeconómicos, y si la emancipación residencial es mayor entre las jóvenes (18,5%) que entre hombres (12,7%), la forma de hacerlo es diferente: las mujeres que se emancipaban en solitario suponían sólo el 13,8%, la mitad que los hombres que vivían en hogares unipersonales (26,7%).
La menor emancipación en solitario puede deberse, según el informe, a la mayor precariedad laboral de las mujeres ya que, por ejemplo, la tasa de paro es inferior entre las mujeres (23,1% frente a 24%), la tasa de temporalidad es superior (58,6% frente al 52,3%), la parcialidad es casi el doble (33,7% ante 17,8%) y la subocupación era cinco puntos superior entre las mujeres (17,6 %).
El informe también revela que la población joven inactiva en la segunda mitad de 2021 era el 47,6% de la juventud, de los que el 89,7% lo era por encontrarse estudiando, la cifra más alta de la serie histórica.
Sólo el 2,4% de la juventud inactiva se encontraba, a su vez, sin estudiar y “frente a este pequeño porcentaje de ninis” destaca el “elevado de sisis”, aquellos que trabajan y estudian, quienes suponen el 32,5% de los jóvenes con empleo, seis puntos más que en el último trimestre de 2019.