Europa Sur

DÍAS DE SEPTIEMBRE QUE NO SE ESCRIBIRÁN

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

LA vendimia agosteña de Jerez ya no es una excepciona­lidad, hace unos cuantos años que la novela de Caballero Bonald nos sirve para recordar la rapidez del calentamie­nto global. Dos días de septiembre. Así tituló la novela de esas dos jornadas en la viña este jerezano que anticipó con su migración personal hacia Sanlúcar, hacia el fresquito, como la manzanilla, la venganza de la naturaleza. Desde su casa de la Jara veía el río, el barco del arroz y Doñana, escenario de Campo de Agramante, donde su personaje principal anticipaba los ruidos antes de que se produjeran. Todo una premonició­n. No sólo es Andalucía, la recogida también ha comenzado en la Rioja y los últimos temporeros andaluces preparan estos días las maletas para marchar a Francia. Los viticultor­es de toda la Península Ibérica hace tiempo que vienen buscando los pagos más altos de las demarcacio­nes, es la huida del horno de los valles.

Lo que está llegando al norte no es el invierno, sino los veranos andaluces de entonces, mientras nosotros padecemos una estación que se aproxima más a pasajes de la

Divina comedia que a la alegría pastoril de Vivaldi. No es un indicio más, sino una prueba que viene a corroborar una evidencia científica que está contrastad­a desde

Juanma Moreno sostuvo en el Parlamento que Andalucía avanza hacia un “drama hídrico”, y es cierto, pero ya estamos dentro

hace más de una década. 2022 será el año en el que la Europa verde haya descubiert­o que no hay ninguna belleza que resista la barrera de los 40 grados. Cuando acampaba en Cazorla en julio, o en agosto, sabía que había que llegar con la caída de la tarde a unos lugares que se tornaban en secarrales durante el día. La impresión era otra. Ahora sucede en los Pirineos, donde los glaciares se convierten en neveros y los prados amarillean. El valle de Arán comienza a parecerse a los Linarejos, hay días de verano en los que será mejor quedarse en una piscina, si es que la encuentra.

Una de las ventajas que nos acompaña a los del sur es eso, llegamos con una lección aprendida, sabemos que los veranos no son tan bondadosos, que se necesitan embalses para abastecer a la población y que los incendios forestales son tan comunes estos días como las festividad­es de la Virgen. El calor extremo suele ser acompañant­e de la sequía, y uno de los fenómenos que más está sorprendie­ndo a los gestores andaluces del agua durante este verano es que la merma por evaporació­n en los embalses se traduce en números enteros, se pierden dos, tres hectómetro­s cúbicos en unas pocas semanas de julio. Juanma Moreno sostiene que avanzamos hacia un “drama hídrico”. Sí, pero ya estamos dentro.

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