Europa Sur

“A FECHA DE HOY, EL CAMPO DE GIBRALTAR CUENTA CON UN 15% MÁS DE AGUA QUE EN 2021”

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El área del Campo de Gibraltar entró el 15 de octubre pasado en el límite de sequía excepciona­l. Arcgisa, la empresa pública de gestión de Agua y Residuos del Campo de Gibraltar, activó su plan de sequía y se convocó a la Mesa de la Sequía, con todos los sectores implicados. Hoy día, los embalses de la zona “cuentan con 10 hm3 más que el pasado año en las mismas fechas, en torno a un 15% más en términos porcentual­es”, indica su director general, José Manuel Alcántara. La comarca estaba por tanto en una situación más compleja el pasado año: “La mejora en la situación respecto a 2021 es consecuenc­ia en gran parte de las medidas puestas en marcha”, puntualiza Alcántara, que señala que “el que las medidas continúen o se acentúen dependerá de las lluvias del próximo otoño. Si es igual o más seco que el del pasado año, habrá que adoptar medidas más restrictiv­as respecto al consumo”. La reunión al respecto está prevista a primeros de octubre, a inicios del próximo año hidrológic­o. Aun así, y aunque el escenario no es como el de la temporada anterior, Arcgisa ya ha implementa­do medidas como la reducción de la presión en red, campañas de conciencia­ción, reuniones con los grandes consumidor­es, control de fugas, etc. “El consumo desde nuestro sistema de agua en alta se ha reducido en el primer semestre en torno a un millón de metros cúbicos respecto al pasado año para el mismo periodo. Esto es aproximada­mente un 6% de ahorro”, añade Alcántara. “En el Campo de Gibraltar –confirma el directivo de Arcgisa– esta es la situación más grave desde el año 1995, pero lo que comienza a ser preocupant­e es que es el tercer periodo seco en los últimos 20 años. La situación de escasez ha pasado a ser estructura­l, cosa que no lo era en nuestra comarca en las últimas décadas del siglo XX. Por eso Arcgisa ha hecho una apuesta clara por el uso de agua regenerada en sectores como el industrial o los campos de golf”. Así, con la colaboraci­ón de la Junta de Andalucía en las obras incorporad­as al

Decreto de Sequía se espera abastecer estos sectores con agua regenerada a corto plazo: “Los campos de golf –continúa– son una importante industria turística en nuestra comarca y han hecho un importante esfuerzo por optimizar sus consumos en los últimos años. Las cifras de consumo de un campo son inferiores en un 40% a las de hace algo más de una década, y algunos ya efectúan parte del riego con agua regenerada”. José Manuel Alcántara insiste en la necesidad para la comarca de la presa de Gibralmedi­na, que no sólo daría “garantías al abastecimi­ento, sino que solventarí­a la problemáti­ca ambiental del río Guadiaro sometido a una presión antrópica importante para abastecer a los regadíos del Valle del Guadiaro. Tanto el sector agrícola como los abastecimi­entos urbanos necesitan con urgencia esta importante obra”. Para el director general de Arcgisa, es peligroso achacar la actual falta de recurso al “sospechoso habitual: la sequía. De esta forma –apunta– se evade la responsabi­lidad de los que tenemos la competenci­a de gestionarl­o. Pero la realidad es que si bien no se pueden cambiar las condicione­s climáticas si hay que adoptar medidas para hacer un uso más eficiente. Las ciudades españolas necesitan unos 200.000 millones de euros para renovar redes de distribuci­ón, pero ahí chocamos con el segundo problema: las tarifas. Las tarifas y las inversione­s en abastecimi­ento urbano –prosigue– son competenci­a de las entidades locales, y ahí la sensibilid­ad respecto a los incremento­s tarifarios es muy alta. Como servicio, el abastecimi­ento de agua es de largo el más barato de nuestros hogares, poco más de un euro los 1.000 litros de agua en nuestro caso, y en general eso imposibili­ta el nivel de financiaci­ón de inversione­s. Por último, confluye otra cuestión, la dispersión de responsabi­lidades y competenci­as en la gestión. Al ciudadano le cuesta identifica­r que responsabi­lidades tienen cada una de las administra­ciones, lo que hace difícil señalar a un responsabl­e”. los sistemas de goteo con detección a partir de sensores manejados con aplicacion­es, o el uso de la energía eólica o solar–, aunque admite que el regadío, con el cambio climático, “cada vez va a producir menos, con lo que necesita inversione­s”. Mientras, el secano está ya arrinconad­o: “Cada vez va a dar menos por las limitacion­es fitosanita­rias y porque sus semillas no están adaptadas al cambio climático –explica Gallardo–. Sólo donde hay agua hay garantía de prosperida­d. Para hacer rentable un secano, necesitas muchísimas hectáreas: en España, doce hectáreas de secano tienen el mismo valor que cuatro de regadío”.

Mucha de la experienci­a de las innovacion­es realizadas en España, asegura, la están adaptando ya en otros países europeos, “ya que el cambio climático ya está llegando al norte –indica–. Antes, tú le hablabas de lo que hacías a un lituano y no tenía nada que ver, sus problemas estaban relacionad­os con evitar que el campo se le anegara de agua... Pero ya vemos que hay sequía en Reino Unido, en Alemania, en los Países Bálticos...”

Aunque la actual delegada de Agricultur­a de la Junta, Ana Bertón, elogia la disposició­n de los agricultor­es, “adaptando sus cultivos a las dotaciones de agua”, Antonio Amarillo es más escéptico, apuntando que el año pasado “incluso el Tribunal de Cuentas europeo cuestionó que la agricultur­a modernizad­a estuviera ahorrando agua, porque lo que se hace es aumentar la superficie regable, con lo cual ya va menos agua al retorno, a los ríos. No sólo no llueve y hay mayor evaporació­n por las altas temperatur­as, sino que la mayor superficie de riego demanda cada vez más agua. Además de que no tiene sentido que se apueste por cultivos que son grandes consumidor­es de agua en regiones como esta”.

Para el ecologista, las campañas administra­tivas de ahorro del agua suelen estar viciadas: “Y lo están porque inciden de manera abrumadora en el consumo humano, que es el primer consumo garantizad­o (el último en tocarse) pero, siempre que se lanzan este tipo de mensajes, se pone el foco en los hogares, no en el riego –comenta–. Ocurre que es un discurso que tiene legitimida­d, y cuenta con la buena disposició­n de la mayoría de los ciudadanos y es muy difícil, además, intentar cambiar esa imagen preconcebi­da en la que asociamos regadíos a bien social, a más empleo y mayor fijación de población”.

Para Ana Bertón, “aunque no sea tan visible, el trabajo de control que realizan los técnicos se hace bajo la premisa de que el agua es un bien preciado para nuestra comunidad, controland­o la eficiencia y actuando de mane

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MIGUEL ÁNGEL OONZÁLEZ Pantalán en la playita de Bornos.

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