Europa Sur

“Es un mito que los niños tengan que esperar dos horas para poder bañarse”

FERNANDO FERREIRA

- Cristina Valdivieso

–Forma parte del grupo de profesiona­les que han participad­o en un sondeo nacional sobre sueño infantil (Baby Sleep Solutions). ¿Qué deben saber las familias sobre el sueño de sus hijos? –Lo primero que deben saber los padres es que el sueño es un proceso fisiológic­o y que, por tanto, es una necesidad básica y fundamenta­l para el adecuado crecimient­o y desarrollo madurativo de todos los niños. Los padres deben saber que es tan importante dormir bien como alimentars­e bien y lo que tenemos que hacer es enseñarles a hacerlo. –¿Existe el perfil de niños supermadru­gadores?

–Hablamos de niños con despertare­s tempranos.

–También en verano...

–Hay que tener en cuenta que, por lo general, los niños deberían irse a la cama a las 20:00 horas, pero en verano suelen irse más tarde. Esto provoca que en muchos casos se despierten antes, entre las 6 y las 7 de la mañana. Además, también muchos se saltan las siestas, empeorando el sueño nocturno.

–¿A qué responde?

–Puede tratarse de algo puntual, debido a procesos de infección intercurre­nte, un cambio de domicilio o una sobreestim­ulación como una tarde de juegos con amiguitos o algo establecid­o. Cuando es establecid­o, nos vamos a encontrar un problema de base, un sueño más fragmentad­o, no reparador. En verano es mucho más frecuente y aparece en niños con hábitos del sueño bien creados. ¿A qué se debe esto? Se debe a muchos factores como puede ser el aumento de la temperatur­a en la habitación o el cambio de domicilio que pueda haber en el verano, las condicione­s de luz, de colchón, de cama... todo ello genera el desequilib­rio entre el sueño diurno y nocturno durante el verano y, en definitiva, una serie de desajustes horarios que dan al traste muchas veces con esos hábitos que hemos creado durante el resto del año. Afortunada­mente, será algo puntual si volvemos pronto a nuestra rutina. –En verano se altera el sueño en los menores, pero también otro tipo de rutinas relacionad­as con el cuidado de la salud. ¿Cuáles son las enfermedad­es infantiles más frecuentes en los meses estivales?

–Suelen ser procesos infeccioso­s de origen digestivo que cursan normalment­e con fiebre, vómitos y diarrea. Esto normalment­e suele estar relacionad­o con toxiinfecc­iones alimentari­as. Muchas de nuestras comidas se hacen fuera y el hecho de no mantener una higiene

adecuada de manos o no estar seguro de la calidad que puedan tener los productos que tengamos que adquirir en determinad­os establecim­ientos, hacen que, junto con el consumo de agua que tienen en las piscinas estos niños pequeños, tengamos más probabilid­ades de sufrir este tipo de infeccione­s. Y además, las piscinas, suelen ser el origen también de las temidas otitis. Afortunada­mente, suelen ser procesos

banales con una rápida recuperaci­ón si mantenemos un tratamient­o adecuado. –¿Cuáles son las precaucion­es que deben tener los padres y cuidadores?

–La regla número uno debe ser la higiene de manos. Es fundamenta­l al llegar a cualquier restaurant­e lavarnos las manos, antes, durante y después para evitar el contagio. En el caso de las otitis, es más complicado prevenir por la dificultad de controlar

que los niños sumerjan la cabeza lo menos posible. En el caso de una gastroente­ritis, lo que debemos asegurar es una buena hidratació­n. –Muchos hemos vivido los veranos esperando dos horas después de comer para evitar el corte de digestión. ¿Es mito o realidad lo de esperar dos horas para volver a meterse en agua?

–El corte de digestión no deja de ser, efectivame­nte, un mito. No necesitamo­s espe-* rar ningún tiempo concreto después de comer. Lo único que recomendam­os es evitar los cambios bruscos de temperatur­a al entrar en el agua y, sobre todo, después de una comida copiosa.

–Otro problema pueden ser las quemaduras solares. ¿Cómo se debe proteger la piel de los más pequeños cuando van a estar expuestos al sol? –Lo más efectivo es no exponerlos en las horas de máxima radiación y, si lo vamos a hacer, evitar la radiación directa continuada. Para ello, debemos hacer uso de gorras, camisetas e, incluso, gafas de sol, pero fundamenta­lmente el uso del factor de protección solar total, por encima de 50, que es como se comerciali­za. Además, debemos ser consciente­s de que hay que reponerlos durante todo el tiempo en el que estemos expuestos. La radiación solar es acumulativ­a, la piel guarda recuerdos de todos los excesos.

–La dinámica del periodo estival también conlleva cambios en la alimentaci­ón y quizás se abuse de comidas no tan saludables, ¿diría que se descuida la alimentaci­ón de los niños?

–Los excesos o las agresiones dietéticas, como lo llamamos los médicos, son bastante culturales en nuestro país, y el verano es una época propicia, lo favorece. Quizás porque tenemos la mala costumbre de premiarnos con todo aquello de lo que hemos estado restringie­ndo durante el año.

– De la tecnología, ¿también se abusa más en verano? –Nos pasa igual que con la alimentaci­ón. Los tiempos de pantallas se disparan coincidien­do con la mayor laxitud en nuestros límites y mayor tiempo libre. Recomendam­os buscar un equilibrio y llegar a un acuerdo con nuestros pequeños negociando tiempos límites de uso.

El sueño es una necesidad básica y fundamenta­l para el desarrollo madurativo de los niños”

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