“Es un mito que los niños tengan que esperar dos horas para poder bañarse”
FERNANDO FERREIRA
–Forma parte del grupo de profesionales que han participado en un sondeo nacional sobre sueño infantil (Baby Sleep Solutions). ¿Qué deben saber las familias sobre el sueño de sus hijos? –Lo primero que deben saber los padres es que el sueño es un proceso fisiológico y que, por tanto, es una necesidad básica y fundamental para el adecuado crecimiento y desarrollo madurativo de todos los niños. Los padres deben saber que es tan importante dormir bien como alimentarse bien y lo que tenemos que hacer es enseñarles a hacerlo. –¿Existe el perfil de niños supermadrugadores?
–Hablamos de niños con despertares tempranos.
–También en verano...
–Hay que tener en cuenta que, por lo general, los niños deberían irse a la cama a las 20:00 horas, pero en verano suelen irse más tarde. Esto provoca que en muchos casos se despierten antes, entre las 6 y las 7 de la mañana. Además, también muchos se saltan las siestas, empeorando el sueño nocturno.
–¿A qué responde?
–Puede tratarse de algo puntual, debido a procesos de infección intercurrente, un cambio de domicilio o una sobreestimulación como una tarde de juegos con amiguitos o algo establecido. Cuando es establecido, nos vamos a encontrar un problema de base, un sueño más fragmentado, no reparador. En verano es mucho más frecuente y aparece en niños con hábitos del sueño bien creados. ¿A qué se debe esto? Se debe a muchos factores como puede ser el aumento de la temperatura en la habitación o el cambio de domicilio que pueda haber en el verano, las condiciones de luz, de colchón, de cama... todo ello genera el desequilibrio entre el sueño diurno y nocturno durante el verano y, en definitiva, una serie de desajustes horarios que dan al traste muchas veces con esos hábitos que hemos creado durante el resto del año. Afortunadamente, será algo puntual si volvemos pronto a nuestra rutina. –En verano se altera el sueño en los menores, pero también otro tipo de rutinas relacionadas con el cuidado de la salud. ¿Cuáles son las enfermedades infantiles más frecuentes en los meses estivales?
–Suelen ser procesos infecciosos de origen digestivo que cursan normalmente con fiebre, vómitos y diarrea. Esto normalmente suele estar relacionado con toxiinfecciones alimentarias. Muchas de nuestras comidas se hacen fuera y el hecho de no mantener una higiene
adecuada de manos o no estar seguro de la calidad que puedan tener los productos que tengamos que adquirir en determinados establecimientos, hacen que, junto con el consumo de agua que tienen en las piscinas estos niños pequeños, tengamos más probabilidades de sufrir este tipo de infecciones. Y además, las piscinas, suelen ser el origen también de las temidas otitis. Afortunadamente, suelen ser procesos
banales con una rápida recuperación si mantenemos un tratamiento adecuado. –¿Cuáles son las precauciones que deben tener los padres y cuidadores?
–La regla número uno debe ser la higiene de manos. Es fundamental al llegar a cualquier restaurante lavarnos las manos, antes, durante y después para evitar el contagio. En el caso de las otitis, es más complicado prevenir por la dificultad de controlar
que los niños sumerjan la cabeza lo menos posible. En el caso de una gastroenteritis, lo que debemos asegurar es una buena hidratación. –Muchos hemos vivido los veranos esperando dos horas después de comer para evitar el corte de digestión. ¿Es mito o realidad lo de esperar dos horas para volver a meterse en agua?
–El corte de digestión no deja de ser, efectivamente, un mito. No necesitamos espe-* rar ningún tiempo concreto después de comer. Lo único que recomendamos es evitar los cambios bruscos de temperatura al entrar en el agua y, sobre todo, después de una comida copiosa.
–Otro problema pueden ser las quemaduras solares. ¿Cómo se debe proteger la piel de los más pequeños cuando van a estar expuestos al sol? –Lo más efectivo es no exponerlos en las horas de máxima radiación y, si lo vamos a hacer, evitar la radiación directa continuada. Para ello, debemos hacer uso de gorras, camisetas e, incluso, gafas de sol, pero fundamentalmente el uso del factor de protección solar total, por encima de 50, que es como se comercializa. Además, debemos ser conscientes de que hay que reponerlos durante todo el tiempo en el que estemos expuestos. La radiación solar es acumulativa, la piel guarda recuerdos de todos los excesos.
–La dinámica del periodo estival también conlleva cambios en la alimentación y quizás se abuse de comidas no tan saludables, ¿diría que se descuida la alimentación de los niños?
–Los excesos o las agresiones dietéticas, como lo llamamos los médicos, son bastante culturales en nuestro país, y el verano es una época propicia, lo favorece. Quizás porque tenemos la mala costumbre de premiarnos con todo aquello de lo que hemos estado restringiendo durante el año.
– De la tecnología, ¿también se abusa más en verano? –Nos pasa igual que con la alimentación. Los tiempos de pantallas se disparan coincidiendo con la mayor laxitud en nuestros límites y mayor tiempo libre. Recomendamos buscar un equilibrio y llegar a un acuerdo con nuestros pequeños negociando tiempos límites de uso.
El sueño es una necesidad básica y fundamental para el desarrollo madurativo de los niños”