LA EXPLOSIÓN DE CÁDIZ DE 1947 La tragedia es el olvido
Hoy, a las 21:50, se cumplen 75 años de la explosión en la Base de Defensas Submarinas de Cádiz. La tragedia provocó la muerte de más de 150 personas, más de 5.000 afectados y una profunda herida en una ciudad que no acaba de salir de los destrozos, humanos, anímicos y materiales, de la Guerra Civil.
Es norma no escrita conmemorar los cumpleaños cuando se alcanzan determinadas cifras, 25, 50, 75, 100 años. Sin embargo nada se ha preparado en Cádiz para este aniversario. Si hace un cuarto de siglo el Ayuntamiento organizó una exposición sobre el suceso, un colectivo privado hizo otro tanto con una muestra en San Severiano –lugar de la catástrofe– y este diario publicó el primer libro de investigación sobre la materia. En esta ocasión los actos conmemorativos se limitarán a la tradicional ofrenda floral en el monumento que se levantó en recuerdo a los fallecidos, ampliando las visitas guiadas a la muestra permanente que sobre la Explosión de 1947 se expone en el Castillo de Santa Catalina.
No tiene sentido la falta de atención que ha tenido el Ayuntamiento como principal institución de la ciudad, ignorando el acontecimiento que tanto marcó la vida de la ciudad durante décadas y que, sólo desde hace unos años, se ha ido normalizando con la publicación de trabajos de investigación, el recuerdo a los afectados y el reconocimiento a los héroes que dejó aquella jornada de infausto recuerdo.
El autor de la mayor parte de la investigación, José Antonio Aparicio, ha tirado la toalla y ha limitado su participación en este aniversario a un nuevo libro sobre el tema, el último que publicará. Su reclamación ante el Ayuntamiento y ante la Administración estatal, secundada por un reducido grupo de gaditanos para la creación de un centro de interpretación-museo sobre la Explosión de 1947, ha caído en saco roto. Sólo se mantiene la sala en Santa Catalina, montada con su esfuerzo y, en buena parte, con sus propios fondos.
Dejando a un lado el reconocimiento que debe a la ciudad la Administración central, como heredera de la que hace 75 años no tomó medidas para evitar la tragedia –aun cuando durante los años previos desde el del Régimen se alertó de la peligrosidad de almacenar estas minas en pleno casco urbano–, el propio Cádiz debería afrontar la relevancia que tuvo la citada explosión para sus vidas y cómo, durante décadas, producto del temor a la dictadura, el tema fue un tabú para todos y más para quienes sufrieron la pérdida de algún familiar.
Las heridas físicas en la trama urbana tardaron en recuperarse, hasta el punto que Cádiz perdió la oportunidad que le prestaba el Plan de Ordenación que se elaboró en 1950, de manos de Regiones Devastadas, para construir un extramuros más habitable y evitar el colapso que se produjo años más tarde, hoy tan difícil de arreglar, por no decir imposible, en algunos de esos barrios. Esta visión urbana también forma parte de la memoria de esta tragedia.
Perdida la oportunidad del 75 aniversario de la Explosión de 1947, Cádiz no debería dejar pasar mucho más tiempo sin contar con un equipamiento adecuado que recuerde lo sucedido a las 21:50 del 18 de agosto de 1947.