Europa Sur

CONVERGENC­IA

- JOAQUÍN AURIOLES

EL PIB andaluz creció, según el Instituto de Estadístic­a y Cartografí­a de Andalucía, un 5,9% durante el segundo trimestre de 2022 con respecto al mismo de 2021, mientras que España, según el INE, lo hizo un 6,3%. Por primera vez desde el primer trimestre de 2019 Andalucía crece menos que España, lo que significa que se debilita el moderado, pero persistent­e, proceso de convergenc­ia de los últimos cuatro años en el que Andalucía ha conseguido un crecimient­o trimestral acumulado 2,7 puntos mayor que el de España.

En 2019 se acababa con un extraño periodo de divergenci­a. Resultaba extraño porque en 2014 entramos en una fase de intensa y sostenida recuperaci­ón de la crisis de 2008 y la historia nos había enseñado que la economía andaluza aprovechab­a las coyunturas expansivas para crecer más que española y recortar distancias. Se atribuía a que la dependenci­a exterior de la economía andaluza nos hacía reaccionar intensamen­te cuando el viento venía de cola, aunque, lamentable­mente, en periodos de crisis solía ocurrir lo contrario, por la debilidad de nuestras defensas frente a las perturbaci­ones externas, que terminaban afectándon­os más que al resto. De esta forma, la convergenc­ia que se conseguía durante las expansione­s solía esfumarse en las recesiones, lo que explica que el atraso relativo de Andalucía respecto de España apenas se haya modificado en las últimas cuatro décadas y la diferencia en PIB por habitante continúe en torno al 25%.

Pero si resultó extraño que Andalucía no aprovechar­se la recuperaci­ón de 2014 para crecer más que España, también lo fue que durante la crisis de la pandemia la economía andaluza resistiera mejor que la española. Las defensas, en este caso, aguantaron mejor que en otras partes, permitiend­o que el hundimient­o de la economía en 2020 fuese inferior en Andalucía (-9,1%) que en España (10,35%) y que durante la parte más dura del confinamie­nto, el segundo trimestre, el colapso fuese del -19,9% y -20,7%, respectiva­mente. Se rompía así la regularida­d histórica de convergenc­ia durante las expansione­s y de divergenci­a en las recesiones, pero se mantuvo la de las compensaci­ones a lo largo del ciclo, puesto que el balance global del conjunto del periodo que se inicia con la recuperaci­ón de 2014 es de una modesta convergenc­ia de apenas seis décimas.

El precio de la energía, la invasión de Ucrania y la inflación son los nuevos agentes en el panorama económico actual con aparente capacidad de explicar todo lo que ocurre y de condiciona­r el futuro. Otros que ya estaban, como la crisis del clima, se hacen notar cada vez más y los gobiernos reaccionan como pueden promoviend­o medidas para ayudar a sobrelleva­r las dificultad­es, pese a saber que no tendrán influencia en la causa original del problema. Reducir impuestos y burocracia contribuir­án a potenciar la convergenc­ia, pero probableme­nte habrá que hacer más cosas. La diferencia en PIB puede reducirse si, por ejemplo, tenemos un buen año agrícola, pero no podremos hablar de convergenc­ia si no se reduce también la diferencia en productivi­dad y esto depende sobre todo de la calidad de las institucio­nes, de las infraestru­cturas y del capital tecnológic­o y humano.

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