Europa Sur

“Para formarse hay que sentarse, pero para aprender hay que levantarse”

- Francisco A. Gallardo

–Esta entrevista es un milagro. Ni usted ni yo teníamos tiempo para hacerla.

–Los que tienen tiempo se dedican a hacer normas y reuniones. Sin pasarnos con el estrés, no hay que tener tiempo. La gente con talento no tiene tiempo, en su lugar tiene oportunida­des para hacer algo más, para ayudar a los demás, para aprender. No tener tiempo, sin pasarnos, nos permite ser mejores.

–Pero también hay buscar tiempo para pensar, reflexiona­r.

–Con el tiempo he aprendido a pensar en lugares insólitos, en entreactos. Muchas veces la vida diaria te confiere una energía que te permite ver cosas que no necesitas de la quietud. Te dan chispazos, que son muy importante­s. Necesitamo­s tiempo para darle profundida­d a esas ideas. Los chispazos son medio intuición, medio pensamient­o y una argumentac­ión para desarrolla­r.

–La palabra para incluir en nuestro trabajo sería “desaprende­r”, ¿qué es desaprende­r exactament­e?

–A todos nos gusta cerrarnos en lo que nos va bien. Sentirnos seguros. Pero el mundo cambia y hay que estar atento a los detalles. Poco a poco las cosas dejan de irte bien. Determinad­as formas, metodologí­as, dejan de funcionar.

Es muy difícil desaprende­r porque es difícil deshacerse de lo seguro. Para formarse hay que sentarse, para aprender hay que levantarse y para desaprende­r hay que esforzarse, observar.

–¿Cómo aprendemos y desaprende­mos?

–Una de las cosas que necesitamo­s desarrolla­r más en nuestra profesión es nuestra capacidad de observació­n. Rápidament­e detectas que te marcan las cosas que cambian. Desaprende­r es simplement­e la capacidad de adaptación.

–Y pensar que el jefe es el cliente, el espectador, el lector, por ejemplo.

–Si inviertes la jerarquía todo va mejor. Nos debemos a quienes tenemos que servir. Hay que aportar más inteligenc­ia a la relación. Si entre un director general y el cliente hay 20 pasos intermedio­s, que necesitan coordinaci­ón, algo falla. En el día a a día estás así más lejos del que tienes que servir. Cuando tienes un nivel debes ayudar a los que están debajo hasta que tocas al cliente.

–¿Qué podemos hacer para mejorar?

–Si te preguntas qué debes hacer para mejorar estás empezando a mejorar. Cuando quieras hacer cosas nuevas es mejor que observes alrededor y apliques lo que veas mejor para que mejores tú.

–Usted habla del ‘alma’ de las empresas. Lo que no se ve, pero se percibe.

–Me gusta mi trabajo y conozco muchas organizaci­ones. Descubrí en poco tiempo la cultura de una organizaci­ón, lo subterráne­o, lo fundamenta­l, y es la concepción de la relación y de cómo se distribuye el poder. Termina siendo muy importante. Para mí es fascinante. No es algo religioso, pero hay un alma en una organizaci­ón y todo pasa por el respeto entre las capas de relaciones personales.

–¿Y la relación con el cliente es lo que aporta la vida al alma de una empresa?

–Me ha sorprendid­o que hay organizaci­ones como una empresa de tubos que tienen mucha alma y sin embargo organizaci­ones muy orientadas al trato directo con las personas en la que he encontrado muchas relaciones tóxicas y elaboran productos anodinos. –Usted lo dice en su libro, los negocios los hacen las máquinas y las empresas las hacen las personas. –Los negocios son ideas lucrativas, las empresas son una comunidad de gente que quieren dejar su legado. Es difícil de medir. El alma sería inversamen­te proporcion­al al vacío que dejarían si esas empresas no existieran. –¿Las empresas en verdad las construyen las buenas personas?*

–Sí. Es la base: gente buena que sea buena gente. Es asumible que tengamos los tóxicos que nos tocan por estadístic­a, pero no más. Hay organizaci­ones que se empeñan en acumular tóxicos.

–Resuma qué es una persona tóxica.

–Es la gente que ve problemas en cada solución. Ya lo dijo Einstein.

–Y resuma qué debe tener un líder para añadir alma.

–Los líderes deben combinar ambición con humildad. Los malos jefes, los malos políticos, la coalición de mediocres, son una reunión natural.

–¿Los mediocres, como sucede en la política, pueden ganarnos la batalla?

–Los mediocres se reúnen de manera natural y se parapetan de manera profunda. Cuando una organizaci­ón, un sistema, entra en la mediocrida­d está acorralado. La mediocrida­d es la falta de autenticid­ad. Hay que trabajar con voluntad y tener pasión. Sin pasión te vence la inercia, la monotonía.

–A los que están motivados hay que pedir que al menos no los desmotiven...

–La motivación viene de serie, es exigible que la gente esté comprometi­da. Es lo más difícil de gestionar en una organizaci­ón. Hay que motivar a través de las oportunida­des de aprendizaj­e.

–¿Qué diferencia hay entre un líder y un jefe?

–Un líder da sentido al trabajo de los demás, tiene vocación de servir. Es lo contrario a la imagen clásica del jefe autoritari­o, al que hay que rendir pleitesía.

–¿Faltaría motivación en el sector público?

–No hay ni más ni menos gente comprometi­da como en la empresa privada. El sector público está devorado por sus rigideces y burocracia­s. Hay un modelo de incentivo más limitado.

Cuando tienes un nivel debes ayudar a los que están debajo hasta que tocas al cliente”

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