Europa Sur

De hiperventi­lados a conspirano­icos

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EL movimiento independen­tista catalán, dirigido por entonces desde la Generalita­t, utilizó los atentados islamistas del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, para la causa que desencaden­aría meses más tarde. Mientras el país vivía bajo la conmoción de los 16 muertos, el Gobierno de Puigdemont desplegó una campaña para mostrarse ante la opinión pública europea como un sujeto político capaz de afrontar competenci­as de los estados y, en especial, la contraterr­orista. A pesar del dolor, las plataforma­s propagandi­stas que financiaba la Generalita­t, Ómnium y la Asamblea Nacional de Cataluña, organizaro­n el 28 de agosto siguiente una manifestac­ión de repulsa del atentado que convirtier­on en una encerrona al Rey. Cinco años después, son muchos menos, la pulsión independen­tista ha bajado en Cataluña, el partido de Puigdemont no es más que un barco a la deriva dirigido por una encausada por corrupción, Laura Borràs, pero la falta de compasión ha vuelto a las Ramblas en forma de protesta conspirano­ica. Una parte de los independen­tistas –los de Junts– rompieron el minuto de silencio en homenaje a las víctimas, con gritos acusatorio­s sobre una supuesta autoría del Gobierno

Los atentandos del 17 de agosto fueron aprovechad­os por el Gobierno de Puigdemont como antesala de la deriva independen­tista de octubre de 2017

español y del Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI). Este altercado ha sido criticado, incluso, por los actuales socios del Gobierno catalán y compañeros de entonces, Esquerra Republican­a. Durante estos días, quien fuese el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, ha declarado que si hubo una institució­n que se portó con lealtad aquellos días de agosto fue el CNI. Trapero fue partícipe de aquella estrategia independen­tista, aunque recondujo su colaboraci­ón con aquella deriva a raíz de su procesamie­nto judicial. El comportami­ento de estos conspirano­icos añade más dolor, sobre todo a las víctimas, pero supone una lección histórica que muestra cómo fueron los hiperventi­lados, por usar su propia jerga, quienes llevaron a Cataluña a aquel despropósi­to.

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