Francia no apoya el gasoducto desde España hacia Alemania
● Echa un jarro de agua fría a la expectativa levantada tras la posición favorable mostrada por el Gobierno alemán
A pesar del apoyo alemán y de la Unión Europea para construir un gasoducto que atraviese los Pirineos y una a España con el resto de Europa, Francia ha decidido no acoger el proyecto, conocido como Midcat. Creen que “tardaría mucho en estar operativo” y “por tanto, no respondería a la crisis actual”.
Francia disiente profundamente del interés mostrado por Alemania, España, Portugal y la Comisión
Europea sobre la construcción de un nuevo gasoducto con la península ibérica y mantiene sus fuertes reticencias a la idea de revivir el proyecto Midcat, que se abandonó en 2019.
Ésta es la posición del Ministerio francés de la Transición Energética, que no se ha movido con respecto a la manifestada por el Elíseo hace unos meses pese a las declaraciones en los últimos días de diferentes dirigentes europeos en un contexto de crisis energética por la invasión rusa de Ucrania.
El Ministerio no quiso aclarar ayer si ha mantenido contactos bilaterales con España o en el marco europeo al calor de esas declaraciones, y tampoco entró en el hecho de que se le reproche estar bloqueando cualquier proyecto de gasoducto, algo que la presidencia francesa ya rechazó en mayo.
Se limitó a recordar el argumentario que está ofreciendo desde que el canciller alemán, Olaf Scholz, dijo el día 11 que ese gasoducto desde la península ibérica “hubiera contribuido masivamente a relajar la situación actual” de problemas de abastecimiento que afronta su país y otros del centro y del este de Europa, y que ese conducto que “hubiera podido construirse” ahora “se echa de menos”.
Francia señala, en primer lugar, que un proyecto de ese tipo tardaría “numerosos años para estar operativo” entre el tiempo para realizar los estudios y las obras, por no hablar de los posibles recursos de la población.
A ese respecto, recuerda que cuando se decidió renunciar en 2019 al Midcat, porque para los reguladores francés y español su rentabilidad económica no era suficiente, era objeto de “una fuerte oposición local” en el valle del Ródano y por parte de asociaciones ecologistas.
Es decir, que aunque la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, haya dicho que en la parte española podría estar operativo en “ocho o nueve meses”, las cosas serían muy diferentes del lado francés. París también objeta el costo “muy significativo” que implicaría, “de al menos 3.000 millones de euros”.
Por eso considera que la construcción de unidades de regasificación en el norte y en el este de Europa (sobre todo en Alemania), con los que recibir barcos de gas de países productores que reemplacen las importaciones rusas, “representan inversiones menores y más rápidas”.
Sobre todo si se recurre a terminales flotantes temporales más baratas, como la que Francia va a montar en el puerto de Le Havre, que se prevé que esté finalizada para septiembre de 2023.
Francia cuestiona, por otro lado, la conveniencia de embarcarse en una infraestructura que debe estar en servicio para ser rentabilizada durante varias décadas dedicada al gas, es decir, a un combustible fósil que genera emisiones de efecto invernadero cuando el reto climático es reducir a cero esas emisiones para 2050.
Hay que tener en cuenta que el Gobierno francés ha hecho una apuesta muy fuerte por la energía nuclear, que representa actualmente en torno al 70% de la generación de electricidad, que supondrá miles de millones de euros.