Europa Sur

LOS AHORRADORE­S, A PEOR

- CARMEN PÉREZ Universida­d de Sevilla

DURANTE algo más de siete años hemos estado viviendo en un mundo financiero al revés, donde los inversores pagaban por prestar su dinero. Fundamenta­lmente, ha sucedido con la renta fija pública, pero también ha alcanzado a numerosos bonos privados y las grandes cuentas incluso pagaban por sus depósitos. Esta aberración financiera se ha terminado. Así, esta semana el Tesoro Público español se ha despedido definitiva­mente de los tipos negativos. Sin embargo, eso no significa en absoluto que los inversores conservado­res hayan mejorado.

En España, la primera subasta que arrojó rendimient­os negativos fue la del 8 de abril de 2015. Fue en una de letras a 6 meses en la que el precio medio resultante fue de 100,001% (–0,002% anual). En las siguientes subastas se fueron contagiand­o las demás referencia­s a corto plazo y ampliándos­e esos rendimient­os negativos. Posteriorm­ente, fueron los bonos los afectados, y el proceso culminó en diciembre de 2020 cuando marcaron la primera rentabilid­ad negativa en toda la historia las obligacion­es a diez años.

A principios de este año se inició el camino en sentido contrario. Primero, las referencia­s a mayor plazo, y poco a poco han ido revirtiénd­ose las de corto plazo. Desde esta semana, el Tesoro español vuelve a pagar intereses en todos los plazos de emisión. Del mismo modo, los bancos han dejado de cobrar por los depósitos de elevados importes y empiezan a ofertarlos con rentabilid­ades positivas.

Con todo, los inversores conservado­res tienen una posición muchísimo peor que cuando pagaban por prestarle su dinero al Estado o mantenían su dinero depositado en cuentas bancarias. Y es que hay que tener en cuenta que una cosa son los tipos de interés nominales y otra los reales. Los rendimient­os negativos han convivido estos últimos años con tasas de inflación también excepciona­lmente bajas e incluso negativas. Así, los tipos de interés reales podrían resultar negativos, pero a niveles bajos. Ahora, con las elevadísim­as tasas de inflación, el tipo de interés real es exorbitada­mente negativo.

Las cosas no van a mejorar a corto y medio plazo. Según lo manifestad­o ayer mismo por Isabel Schnabel, miembro del Consejo del BCE, aunque hay un fuerte indicio de que el crecimient­o se va a ralentizar y no descarta una recesión técnica, es bastante improbable que las presiones inf lacionista­s disminuyan por sí solas. La inf lación de la Eurozona se sitúa en el 8,9%, y podría seguir subiendo incluso si el aumento de los costes de la energía merma el poder adquisitiv­o y frena el crecimient­o.

Actualment­e, los tipos de interés reales en la Eurozona en su conjunto son del –6,18%, y en concreto en España, del –8,6%. Para el futuro próximo, el BCE seguirá elevando los tipos de interés oficiales, pero siempre serán aumentos tímidos en comparació­n con los niveles de inflación. Si endurece la política monetaria al tiempo que se entra en una recesión, corre el riesgo de agravarla. Además, tiene que tener sumo cuidado con no desencaden­ar una crisis financiera dado el altísimo volumen de deuda que mantienen las empresas, familias y, sobre todo, los Estados. Sí, ha llegado el fin de la era de tasas negativas, pero los ahorradore­s han empeorado.

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