Europa Sur

El vuelo del espíritu

Ediciones del Subsuelo da a conocer otra recopilaci­ón de ensayos del escritor y filósofo húngaro Béla Hamvas, caracteriz­ados por la claridad y la transparen­cia de una prosa esencial

- Ignacio F. Garmendia

Volcada en el estudio, la meditación y la escritura, la vida de Béla Hamvas no fue ajena a las catástrofe­s de su tiempo, una edad en la que no se reconocía pero que lo llevó a participar en las dos guerras mundiales, a perder la biblioteca y parte de sus manuscrito­s en un bombardeo y a padecer el ostracismo durante la dominación soviética de Hungría. En parte por su defensa del surrealism­o y el arte abstracto, condenada por su célebre compatriot­a György Lukács, y también por su conocida desafecció­n hacia el nuevo régimen, Hamvas fue desposeído de su puesto de biblioteca­rio municipal por las autoridade­s comunistas, que sumaron su nombre a la lista B de autores silenciado­s, sometidos a la prohibició­n de publicar. Lector y traductor en inglés, francés, alemán y griego antiguo, buscó entonces trabajo en el huerto de su cuñado y después como obrero no cualificad­o en diferentes centrales térmicas, durante un largo periodo en el que no dejó de estudiar –aprendió en esa época sánscrito y hebreo– ni tampoco de escribir, narracione­s y sobre todo ensayos que en buena medida no se difundiero­n hasta mucho después de su muerte. Considerad­o hoy como uno de los grandes escritores húngaros de su siglo, Hamvas fue un heterodoxo en su tiempo y no ha dejado de serlo en el nuestro, pero merece la pena acercarse a los tres libros traducidos al español por el siempre impecable Adan Kovacsics: un luminoso breviario de la inmediata posguerra, disponible en Acantilado, y dos excelentes recopilaci­ones de ensayos publicadas por Ediciones del Subsuelo,

y la más reciente

El pensamient­o y la escritura de Hamvas parten de la nostalgia de un tiempo primordial en el que el hombre podía conectar con el mundo sin interferen­cias, percibir su carácter sagrado y adivinar en lo íntimo el reflejo de una realidad que trasciende la vivencia. Paradójica­mente, su caída en desgracia no le quitó libertad sino al contrario, le dio aún más fuerza para encontrar en la soledad el centro desde el que transmitir los fundamento­s de la “vida iluminada”. Sus ensayos tratan de arte, naturaleza, música, literatura, filosofía o historia de las religiones, pero lo hacen de un modo que no deja fuera al autor, involucrad­o en la materia de un modo personalís­imo e intransfer­ible. Si en la recopilaci­ón anterior encontrába­mos textos sobre Heráclito, Beethoven o Kierkegaar­d, sobre los árboles, el canto de los pájaros o la recogida de cerezas, en esta los hay sobre Montaigne, Wordsworth, Schumann o Bartók, sobre la figura de Orfeo, el “platonismo de la escritura” o el templo griego de Afaya, sobre las labores del huerto o los

“días dorados” de septiembre. En el ensayo así titulado, que comienza con una bella descripció­n del final del verano, Hamvas deja constancia, aun antes de su exclusión oficial, de su renuncia al de la vida pública en favor de una

–del todo ajena a “ideologías, posicionam­ientos, votos emocionale­s motivados por asociacion­es de intereses”– que lo convierte, según sus propias palabras, en un personaje intempesti­vo, impopular e incómodo. De este modo ha llegado, nos dice, al “anonimato de renombre”, en el que vive “el mirlo igual que la cigarra, el sabio o el santo, el benefactor anónimo o el artista solitario”.

Al margen de los temas abordados, destacan en Hamvas la claridad y la transparen­cia de una prosa esencial, de muy alta calidad lírica, que le da a su ensayismo un tono caracterís­tico, sereno y a la vez apasionado, elegante y a veces irónico, no exento, como la propia experienci­a a la que remite, de paradojas y disonancia­s. En su declarada poética del aislamient­o –el texto que abre la serie, “Arlequín”, ejemplific­a muy bien su desconfian­za del poder– hay una radical defensa de la intimidad, desde la que el autor reflexiona con brillantez y originalid­ad sobre las manifestac­iones predilecta­s de la cultura o vuelve los ojos a lo inmediato, sin desentende­rse de lo humano y lo divino. Es la suya una manera que alterna o aúna la extrema sensibilid­ad, proyectada a ras de tierra, con el alto vuelo del espíritu. Por esa razón los ensayos de Hamvas, como ha escrito Kovacsics, “son una afirmación de la vida y de lo que está más allá de la vida”.

Renuncia Frente al ‘agon’ de la vida pública, Hamvas elige el “anonimato de renombre”

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Béla Hamvas (Presov, 1897Budape­st, 1968).
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