Muere Gorbachov, el hombre que cambió el mundo
● El padre de la ‘Perestroika’ fallece a los 91 años en Moscú tras una “larga y grave enfermedad”
El último presidente de la URSS y padre de la Perestroika, Mijail Gorbachov, falleció ayer en Moscú a los 91 años. Gorbachov llevaba años viviendo alejado de los focos por problemas de salud y será enterrado en el cementerio de Novodevichy de Moscú, junto a destacados personajes de la historia del país y a su esposa Raisa.
Durante su mandato, Gorbachov quiso cambiar la URSS y acabó cambiando el mundo, ya que puso fin a medio siglo de Guerra Fría. “Si quiero cambiar algo, debo aceptar el cargo. Así no se puede seguir viviendo”, dijo a su esposa Raisa el 10 de marzo de 1985, un día antes de asumir la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Gorbachov nació el 2 de marzo de 1931 en el seno de una familia campesina ruso-ucraniana que vivió la hambruna de los años 30 provocada por la colectivización forzosa de la tierra ordenada por Stalin. Nieto de represaliados, pudo licenciarse en derecho por la prestigiosa Universidad Estatal de Moscú (1955), donde conoció a Raisa.
Su especialización en Economía Agrícola permitió a este apparatchik protagonizar una meteórica carrera y ser nombrado en 1978 secretario de Agricultura en el Comité Central del PCUS, su trampolín para alcanzar la secretaría general.
Una vez nombrado miembro del todopoderoso Politburó (1980), Gorbachov dirigió la regeneración del partido, que sufría claros achaques de gerontocracia, junto al jefe del KGB, Yuri Andropov, quien sería su padrino político.
La llegada de Gorbachov al poder despertó grandes expectativas, ya que era extrovertido, tenía don de gentes y sonreía con fruición, algo a lo que no estaban acostumbrados sus conciudadanos.
Pero Gorbachov no se limitó a las formas, ya que poco después de llegar al poder lanzó la Perestroika
(reforma política) y poco después la Glasnost (transparencia informativa), lo que dio paso a lo que se dio en llamar “Comunismo con rostro humano”.
Se sirvió de una nueva generación de tecnócratas que deseaban reformar el sistema comunista para hacerlo más efectivo, pero la vieja nomenclatura soviética no dejó de ponerle obstáculos en el camino.
“El pueblo quiere cambios. Ha llegado la hora. No se pueden aplazar por más tiempo”, le dijo entonces Gorbachov al histórico
Mr. Niet, Andrei Gromiko.
Aun así, siguió adelante con la introducción de la propiedad privada, aunque sin renunciar a la economía centralizada; la celebración de elecciones democráticas; la libertad de expresión y de credo; la creación de un nuevo legislativo y la liberación de presos políticos.
En el plano exterior, mejoró las relaciones con Occidente, redujo notablemente el presupuesto de defensa, abrió negociaciones de reducción de armamento nuclear con EEUU y ordenó la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán.
Además, renunció a la doctrina de soberanía limitada en relación con los miembros del Pacto de Varsovia, lo que dio inicio a un proceso revolucionario que culminó con la caída del muro de Berlín, el derrocamiento de los regímenes comunistas de Europa del Este y la reunificación de Alemania.
El aperturismo político y el deshielo con Occidente le granjearon el premio Nobel de la Paz en 1990, pero decepcionaría a sus partidarios occidentales al enviar tropas a
El aperturismo político y el deshielo con Occidente le granjearon el Nobel de la Paz en 1990
Letonia y Lituania para reprimir los movimientos secesionistas.
En medio de la impopularidad de las autoridades debido a la escasez de productos básicos, algunas de las repúblicas soviéticas aprovecharon la pérdida de monopolio del poder del PCUS para proclamar su independencia de Moscú.
El enfrentamiento con su antiguo aliado, Boris Yeltsin, el primer presidente ruso elegido por sufragio universal, abrió una brecha insalvable que acabó por precipitar la desaparición de la Unión Soviética. La puntilla fue el golpe de Estado de un grupo de dirigentes soviéticos, desarmado por un imparable Yeltsin, mientras Gorbachov regresaba de su encierro en el sur del país como un cadáver político. Meses después, Gorbachov confirmaba la defunción de la URSS el 25 de diciembre de 1991.
Gorbi, como era conocido en Occidente, era recibido como una estrella de rock en Occidente, pero sus compatriotas nunca le perdonaron la desaparición del Estado Soviético y hasta el día de su muerte muchos aún le acusaron de traición. “Había que luchar por la integridad territorial de nuestro Estado de manera más insistente, coherente y osada, y no esconder la cabeza bajo la arena, dejando el culo al aire”, le echó en cara Vladimir Putin, actual presidente ruso, quien anoche expresó su “profundo pesar” por su muerte a través de un portavoz.