Europa Sur

Torres de Algeciras

● Las edificacio­nes se han catalogado en tres grupos, según su carácter: militar, religioso o civil

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EN el presente reportaje trataré las torres de Algeciras. Las he catalogado en tres categorías: de carácter militar, religioso y civil. También se hallan ordenadas cronológic­amente, desde las más antiguas hasta las más modernas. En primer lugar, haré referencia a las torres de índole militar, tanto defensivas como ofensivas.

Comenzaré por la torre del arroyo del Lobo, que se encuentra cerca de la ensenada de Getares y en cuyas proximidad­es discurren los arroyos del Pícaro y del Lobo. Controlaba el tramo de costa entre Punta Carnero y Punta San García, actualment­e se halla muy arruinada y si no se restaura, se desplomará, por desgracia. Junto a ella se encontraro­n restos cerámicos de la época almohade, lo que permite datarla entre los siglos XII y XIII, aunque también se hallaron restos meriníes de los siglos XIII y XIV. No obstante, pudiera tener un origen mucho más antiguo. Es una torre almenara, construida con sillarejos, de planta rectangula­r, que debió de tener unos trece metros de altura y que constaba de dos plantas y sótano. Fue declarada monumento en 1985, lo cual no impedirá su desaparici­ón.

La torre de los adalides, se hallaba en un cerro por encima de la actual barriada de la Granja. Era una antigua torre almenara, posiblemen­te de los siglos XII o XIII, y formaba parte de las torres vigías que controlaba­n el estrecho de Gibraltar. Contaba con tres plantas, la primera de ellas estaba separada del resto y a la cual se accedía por medio de una puerta a nivel del suelo; la segunda poseía una escalera exterior adosada al muro y se comunicaba con la tercera planta y esta con la superior a través de una escalera interior. La torre se hallaba rodeada de una barbacana octogonal. Fue base de operacione­s de Alfonso XI en 1340 y posteriorm­ente se usó como almacén de pólvora. Fue demolida en 1898 durante la guerra hispano-norteameri­cana por temor a que sirviera como punto de referencia en un hipotético ataque de la armada estadounid­ense a las costas españolas. Se conservan algunos restos de su barbacana dentro de unas instalacio­nes militares, al final de la avenida Bellavista.

Torres de las fortificac­iones medievales al sur de la Villa Vieja, junto al paseo de la Conferenci­a, en el lugar conocido como ‘Huerta del Carmen’. De estas torres se mantienen a la vista los restos de los núcleos de calicanto de tres torres. Consistían en unas torres de planta cuadrada, formadas por un núcleo de calicanto revestido de mamposterí­a en su exterior, posteriorm­ente enfoscadas. Se extendían a lo largo de la muralla y adosada a esta. Debieron de ser construida­s con la técnica de tapial por los benimerine­s entre 1282 y 1285. Bajo el dominio nazarí (1312- 1329) se reforzaron con un revestimie­nto de mamposterí­a en las tres caras visibles. En las dos campañas arqueológi­cas entre 2017 y 2021 se llevaron a cabo labores de excavación en torno a dos de las tres, se descubrier­on en dos de sus caras sendos revestimie­ntos de mamposterí­a a una altura de metro y medio o dos metros aproximada­mente. Finalizada­s estas labores, se volvieron a cubrir como medida de conservaci­ón a espera de futuras campañas arqueológi­cas. El proyecto de reconstruc­ción es muy ambicioso, supongo que las generacion­es futuras lo verán concluir.

Como continuaci­ón de estas torres se levantaba en el ángulo sureste, en la curva donde se encuentra actualment­e la puerta de acceso al hotel Reina María Cristina, la conocida como ‘Torre del Espolón’ o de ‘Don Rodrigo’, que era una torre albarrana, de origen meriní. Su basamento era de cal y canto, con una única estancia en la mitad superior. Se unía a la muralla con una coracha con adarve y era de planta octogonal, construida en mamposterí­a y sillería. Su altura era de trece metros. Durante el siglo XVIII se utilizó como almacén de pólvora. En un grabado de los años ochenta del siglo XIX se puede observar que en su parte alta se construyó una garita. Sus cimientos cercanos a la costa fueron siendo socavados por el mar, de tal manera que un fuerte temporal de levante provocó su derrumbe en 1901. Sus restos quedaron sobre la arena de la playa y fueron conocidos con el nombre de ‘piedra morena’. Desapareci­eron a mitad del siglo XX.

En el parque arqueológi­co de las murallas medievales, antes denominada­s ‘meriníes’, se encuentran los restos de cuatro torres de planta cuadrangul­ar, cuyo núcleo es de calicanto y que se hallan revestidas de gruesos sillares, con la marca de los canteros medievales de la época de Alfonso XI. Se encuentran adosadas a la muralla, probableme­nte de origen meriní. Tras la conquista en 1344, aquel rey mandó reforzar estas fortificac­iones con sillares. Sus exiguos restos se descubrier­on tras la demolición del antiguo cuartel de infantería y de las casas de la calle Alférez Villalta Medina en 1996. En la restauraci­ón de los restos de las torres se recompusie­ron los núcleos centrales y se recreció su revestimie­nto con varias hileras de sillares, con lo que ganaron en altura hasta alcanzar los dos metros; la cuarta se dejó tal como quedó en 1379 cuando se eliminaron varias hileras de sillares para provocar su desplome. El Ayuntamien­to tiene en proyecto seguir el recrecimie­nto de estos restos arqueológi­cos.

La torre del Fraile o de los Canutos se encuentra en lo alto de una colina, a ciento veinte metros sobre el nivel del mar, cerca de Cala Arenas, en la punta del Fraile, más abajo de esta torre se construyó el ya desapareci­do fuerte de San Diego en el siglo XVIII. Fue diseñada en 1588 por Luis Bravo de Laguna y Juan Pedro Livadote. Se edificó como parte del sistema de torres vigías para controlar el paso de mercancías y piratas berberisco­s por aguas del Estrecho y mantenía contacto visual con la torre de Guadalmesí, en Tarifa. Está construida con mamposterí­a y sillares y es de planta cuadrangul­ar, lo que la convierte en un prisma que poseía originalme­nte una altura de unos trece metros; contaba con una escalera helicoidal en su interior, que llegaba a la terraza superior, con pretil, ladroneras y dos garitas Se derrumbó su fachada sureste en 2006, con lo que quedan en pie la fachadas norte y parte de la oeste. Fue declarada monumento en 1985. Su destino es bastante incierto; pues, aunque se han alzado voces en su defensa, entre ellas la de la asociación cultural La Trocha, se arguyen demasiados obstáculos para su restauraci­ón, de tal manera que desaparece­rá en cualquier momento.

La torre del Almirante se encuentra en el paseo de Cornisa. No es la original de la Edad Media que fue base de operacione­s del almirante Bocanegra, sino son los restos de otra que se construyó en el siglo XVII. Es de planta circular, por tanto, tendría forma cilíndrica, construida en mamposterí­a. Se utilizó como polvorín y una explosión en su interior la destrozó en su mayor parte. Quedan los restos de su parte inferior. En el

siglo XVIII se le había unido una batería también desapareci­da.

En cuanto a las torres de carácter religioso, comenzaré por la torre campanario de la iglesia de Ntra. Sra. de la Palma. Se inicia en 1791 y se concluye definitiva­mente en 1829. De base cuadrangul­ar, en ella se combinan los elementos de piedra como los paramentos encalados. De aspecto sólido, consta de tres cuerpos: la base, construida con sillares reutilizad­os de la muralla del siglo XIV, donde se abren la puerta de acceso y una ventana; el cuerpo propiament­e dicho, donde se abren en la cara sur y este dos ventanas y un balcón en su centro; y la parte superior donde se halla el campanario. Las aristas de la torre están revestidas de sillares de piedra artificial realizados con moldes, también los vanos de sus ventanas y balcones están adornados con piedras. La cara oeste solo cuenta con pequeños ventanucos, mientras que en la norte hay una ventana cegada y una portezuela que comunica con el tejado. El campanario se asienta sobre una gruesa cornisa de piedra de gran vuelo, tiene sus esquinas achaflanad­as y se cubre con una cúpula cónica adornada con óculos ciegos y rematada por una gruesa moldura cilíndrica, sobre la que se yergue un pináculo. En sus caras norte, sur y este se abren los huecos para las campanas, con arcos de medio punto. Bajo los balcones centrales de estas tres caras del campanario se encuentran las esferas del reloj monumental de 1771. Se sube mediante una empinada escalera de caracol fabricada en piedra.

La iglesia de Sta. María Micaela, que data de los primeros años sesenta, cuenta con una esbelta torre campanario de planta cuadrada, adornada con una gran moldura en forma de cruz en su cara central y otras en forma de rectángulo­s en su lado izquierdo, en el derecho se abren varios vanos también rectangula­res y acristalad­os. Está coronada por el campanario, con balcones de amplios vanos con arcos escarzanos.

En la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, construida en 1964, destaca su alta y estilizada torre de planta trapezoida­l, cuyo paramento está revestido de ladrillos pintados de blanco, en dos de cuyas caras se abren pequeños vanos rectangula­res verticales. El campanario está cubierto por una delgada techumbre sostenida por pilastras prismática­s; entre las cuales se abren los huecos para las campanas.

La torre campanario de la iglesia de María Auxiliador­a, de 1973, es de forma prismática y sus paramentos se adornan con molduras rectangula­res y solo tiene una ventana cerrada por una celosía. Está cubierta por un tejado formado por dos paneles de sección trapezoida­l. En su interior se encuentra la primitiva torre campanario.

Las dos esbeltas torres de la capilla de la residencia de ancianos de San José, construida­s en 1999, tienen forma de prismas de base cuadrada, donde se abren varias ventanas, coronados por otros de base poligonal, que constituye­n los campanario­s, cubiertos por unos chapiteles piramidale­s. Estas torres son ejemplos de la arquitectu­ra religiosa moderna de la última mitad del siglo XX.

Para finalizar, me referiré a las torres de carácter civil. En primer lugar, citaré los faros de Punta Carnero y de la Isla Verde. El primera data de los años 1864-1874, obra de don Jaime Font. Consiste en una torre cilíndrica de sillería de arenisca, con pequeñas ventanas, coronada por una amplia balconada sobre una cornisa sostenida por ménsulas de piedra; en su centro se yergue la torreta de las propias instalacio­nes del faro. Su plano focal se sitúa a cuarenta y un metros del nivel del mar. Se construyó sobre los restos del fuerte del siglo XVIII que se levantaba allí. Este faro está inspirado en el de Chipiona, aunque de menores proporcion­es. Fue restaurado en los años ochenta por José M. Villa, vicepresid­ente de la asociación la Trocha.

En cuanto al faro de la isla Verde, hay que comentar que es de menor altura, y también es obra de don Jaime Font, de los años 1863-64. El plano focal se halla a veintiséis metros sobre el nivel del mar y a nueve sobre el terrestre. Es de planta octogonal y se encuentra dentro del fuerte de la Isla Verde. Será restaurado por la APBA el próximo año.

Como ejemplar de la arquitectu­ra de finales del siglo XX y comienzos del XXI es preciso aludir a la torre-faro del edificio de Guillermo Pérez Villalta, situado en la avenida Villanueva. Consiste en una alta torre de fuste cilíndrico apoyada sobre una base cúbica. En ella se abren numerosas hileras de pequeños vanos, y se halla coronada por un templete, que se ilumina a modo de faro, cubierto de un tejadillo cónico, sobre el que se yergue la veleta con las siluetas de Aquiles y la tortuga sobre una esfera. A su parte superior se accede por una escalera interior de forma helicoidal, inspirada en la de Bramante, del Vaticano. Comenzó su construcci­ón en 1990.

Por último y para finalizar comentaré las torres de control marítimo del puerto y la torre-mirador sita en el parque del centenario. La torre de control marítimo, denominada ‘Torre del Espolón’, data de 2010. Muestra una estructura demasiado maciza, formada por cuatro gruesos y elevados pilares de hormigón sobre una superficie cuadrangul­ar. En su parte superior se encuentran tres pisos en forma creciente, con amplios ventanales acristalad­os. La torre-mirador enclavada en el parque del Centenario consiste en una estructura de hierro formada por elevados tubos y en cuyo interior se levanta una escalera helicoidal que llega hasta su cumbre, con un descansill­o en medio. Posee unos quince metros de altura. Su puerta de acceso se encuentra actualment­e clausurada, lo que impide ascender a ella. Se construyó en el año 2007 cerca de los restos de la cimentació­n de una torre almenara del siglo XVI, destruida en 1898, por los mismos motivos que lo fue la de los adalides.

Juan Carlos Martín Matilla. Vocal de patrimonio cultural de La Trocha y miembro de la 2ª Sección (Arqueologí­a, Etnología, Patrimonio y Arquitectu­ra) del Instituto de Estudios Campogibra­ltareños

 ?? E. S. ?? Torre de Arroyo del Lobo.
E. S. Torre de Arroyo del Lobo.
 ?? E. S. ?? Torre en el Sector Sur en las murallas de la Villa Vieja.
E. S. Torre en el Sector Sur en las murallas de la Villa Vieja.
 ?? E.S. ?? Torre del Fraile o de los Canutos.
E.S. Torre del Fraile o de los Canutos.
 ?? E.S ?? Torre del Espolón o de ‘Don Rodrigo’.
E.S Torre del Espolón o de ‘Don Rodrigo’.
 ?? E. S. ?? Torre de la iglesia de María Auxiliador­a.
E. S. Torre de la iglesia de María Auxiliador­a.
 ?? E.S. ?? Torre en el Parque del Centenario.
E.S. Torre en el Parque del Centenario.
 ?? E.S. ?? Faro de Punta Carnero.
E.S. Faro de Punta Carnero.

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