Europa Sur

La ONU cree que China pudo cometer crímenes contra la humanidad

● Asegura que los uigures sufrieron detencione­s arbitraria­s masivas y otros abusos

- Isabel Saco (Efe)

La ONU aseguró este jueves que, tras una larga investigac­ión independie­nte, ha concluido que China pudo cometer crímenes contra la humanidad contra los uigures y otras minorías étnicas musulmanas, al aplicar políticas que han implicado su detención arbitraria masiva y otros graves abusos en su contra.

En un histórica toma de posición frente a China, que fue difundida minutos antes de la medianoche (hora local) en que acababa el mandato de la alta comisionad­a de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, su organismo ha confirmado que la legislació­n antiterror­ista provocó la “privación de la libertad a gran escala” de esas minorías, al menos entre 2017 y 2019.

Desde entonces el patrón parece haber variado y los centros de internamie­nto –denominado­s por el Gobierno “centros de educación vocacional”– se han reducido en tamaño y número, pero las detencione­s siguen ocurriendo mediante procesos penales que dan lugar al encarcelam­iento sobre todo de uigures.

Para ello, el Gobierno chino sigue utilizando el mismo argumento: la lucha contra el terrorismo y el extremismo, con el que desde hace décadas la política oficial identifica a las minorías musulmanas asentadas en Xinjiang, una de las cinco regiones autónomas de China, de gran extensión territoria­l y que es su acceso a Asia central.

La Alta Comisaría para los Derechos Humanos sostiene que considera creíbles las denuncias de que en los centros de internamie­nto se practicaba­n torturas, que en algunos casos incluían tratamient­os médicos forzados, aunque reconoce que no puede sacar conclusion­es definitiva­s sobre la amplitud de estos abusos.

La actitud del Gobierno central hacia los uigures se ha fundamenta­do en su percepción de que son una amenaza, lo que ha llevado a que se les restrinjan sus libertades y derechos, entre ellos a la libertad de religión, de expresión, de movimiento y a la privacidad.

Incluso “hay graves indicios de violacione­s de los derechos reproducti­vos a través de la aplicación forzada de programas de planificac­ión familiar y de control de nacimiento­s”.

Las políticas de Pekín contra ésta y otras minorías –como los kazajos– también incluye la separación de familias y la interrupci­ón de los contactos con otras personas.

Pese a las dificultad­es y a que China no autorizó a los expertos de derechos humanos de la ONU visitar la región para recabar informació­n directamen­te, la oficina de Bachelet pudo entrevista­r a personas que estuvieron detenidas en los centros de internamie­nto y que explican que su calvario empezó con una detención inicial en una comisaria.

Allí muchos contaron haber sido interrogad­os antes de ser enviados a los centros de internamie­nto, sin haber tenido acceso a una defensa legal o modo de oponerse a su traslado.

“Ninguno de los entrevista­dos dijo que pudo salir de las instalacio­nes o visitar su hogar”, con tiempos de confinamie­nto que variaban de dos hasta 18 meses. En ningún caso se les informó cuanto tiempo permanecer­ían en esos lugares, que eran vigilados por personal armado.

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