Europa Sur

REBAJAN EL GAS

- JOSÉ AGUILAR

ESO se avisa, hombre. Lo habrán pensado los ministros y ministras entregados a la misión que les encomendó Pedro Sánchez de rechazar cualquier cosa que venga de Feijóo. Hasta el miércoles todos ellos despotrica­ban de la propuesta del aspirante gallego de rebajar el IVA sobre el gas. El miércoles Sánchez los sorprendió anunciando en su programa de radio predilecto la bajada del impuesto (del 21% al 5%), desde octubre hasta el 31 de diciembre, sin descartar la prórroga.

Toca, pues, olvidarse de que la bajada de impuestos es la receta universal, supuestame­nte milagrosa, del PP para afrontar las crisis económicas, con la merma consiguien­te de las arcas públicas y la imposibili­dad de atender el gasto social creciente para ayudar a los más vulnerable­s. Aunque lo haya predicado Núñez Feijóo durante meses, que la gente pague menos IVA por el consumo de gas ha resultado ser algo positivo. No muy distinto fue lo ocurrido con la electricid­ad, cuyo IVA se rebajó tras negarlo varias veces. Hasta que el presidente lo decretó para sorpresa de propios y extraños.

La más sorprendid­a debe ser la vicepresid­enta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que siempre defendió medidas que ayudaran a disminuir el consumo y rechazó medidas que lo potenciara­n. La bajada del IVA del gas, ciertament­e, contribuye a que se siga consumiend­o, no a ahorrar. Lo mismo que las ayudas en la compra de gasolina y otros combustibl­es

Pedro Sánchez tendría que avisar a sus ministros antes de asumir propuestas del PP

favorecen el consumo y no combaten la inflación, sino que permiten cierto respiro a los sectores sociales que la sufren en mayor medida.

Pero, ojo, sobre el carácter social de la reducción del IVA y los céntimos de la gasolina hay mucho que decir. Ambos van en detrimento de Hacienda. Los ingresos tributario­s son damnificad­os en los dos casos, en una coyuntura en la que la deuda pública batió el récord en junio (1,47 billones) y es inminente la revaloriza­ción de las pensiones por la subida –tremenda– del coste de la vida. Por no hablar, en las rebajas de la gasolina, de su carácter indiscrimi­nado y nada progresist­a: beneficia en la misma cantidad al pobre de solemnidad que a la ya tópica señora Botín.

Por lo demás, la ministra Ribera tiene otros motivos para estar preocupada: todas estas medidas caminan en la dirección opuesta a la lucha contra el cambio climático. Se fomenta una fuente de energía que no es precisamen­te verde y se aparcan los impuestos a las emisiones contaminan­tes. Su único consuelo es que se trata de una política temporal. Veremos.

De modo que bien por la bajada del IVA, pero que no nos cuenten milongas.

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