Cádiz alcanza el récord histórico de agentes de Policía y Guardia Civil
● Las plantillas de ambos cuerpos suman 5.469 funcionarios, 598 más que en 2018
La provincia de Cádiz ha alcanzado los 5.469 efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil, cifra que supone el máximo histórico de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en tierras gaditanas y a la que se ha llegado gracias al aumento del 12,3 por ciento de las plantillas impulsado por Gobierno de España en los últimos cuatro años.
El subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Pacheco, detalló ayer que en los últimos cuatro años el Gobierno ha recuperado 598 agentes para la provincia. “En diciembre de 2017 el conjunto de las plantillas de ambos cuerpos contabilizaban 4.871 efectivos. Desde 2011 Cádiz había perdido 274 policías y guardias civiles con el anterior gobierno, una situación que se ha revertido gracias al Gobierno de Pedro Sánchez que desde que llegó a la presidencia se marcó como objetivo la recuperación de los servicios públicos, incluidos los de seguridad del Estado, y lo ha cumplido”, afirmó Pacheco.
El subdelegado resaltó “la apuesta clara del Gobierno de España por la seguridad a través del incremento de efectivos y la mejora de las condiciones laborales de los agentes, que los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado devuelven a la sociedad con el compromiso y entrega que demuestran en el desempeño de su trabajo, consiguiendo que Cádiz sea una provincia segura”.
Este aumento progresivo de plantillas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado impulsado por el Ministerio del Interior se ha producido también en el resto de España. En total, en España se ha alcanzado este verano los 154.535 agentes, 81.534 de ellos pertenecientes a la Guardia Civil y 73.001 a la Policía Nacional, rozando el máximo histórico alcanzado en 2011 y revirtiendo las 13.077 plazas que se habían perdido durante los Gobiernos del PP.
En la comunidad andaluza los 28.875 miembros de las FCSE (13.393 policías nacionales y 15.482 guardias civiles) que en la actualidad prestan servicio son 509 más que los 28.366 que en 2011 marcaron el anterior record de efectivos.
La recuperación progresiva de las plantillas desde 2018 ha sido posible gracias a las sucesivas ofertas de empleo público convocadas por iniciativa conjunta del Ministerio de Hacienda y Función Pública y del Ministerio del Interior. Con la última oferta de empleo público, aprobada el pasado 24 de mayo por el Consejo de Ministros, son 18.872 las plazas convocadas para la Policía Nacional y la Guardia Civil desde 2018, siempre
José Pacheco destaca la “apuesta clara” del Gobierno por la seguridad en la zona
con tasas de reposición superiores al cien por cien.
Este proceso se enmarca en la política puesta en marcha por el Ministerio del Interior, que apuesta desde hace cuatro años por el aumento de los recursos personales y materiales de Policía Nacional y Guardia Civil y por la mejora de las condiciones laborales para los agentes. Forma también parte de esta política la subida de las retribuciones con las que los agentes han visto aumentado su salario en más de 20 por ciento de media.
El bacilo de Koch, así dicho, puede provocar la fantasía a quien no es de ciencias de un pequeño personaje de dibujos animados, quizá de color verde, muy simpático, que se escapa a correr aventuras y atravesar mares y, por qué no, campos de amapolas blancas. El bacilo de Koch, al que no se le niegan hazañas de ese calibre, no es más que una bacteria con forma de báculo o de bastón que identificó Robert Koch un día de 1882 gracias a añadir un poco de álcali al color básico con el que se ven los microorganismos en un microscopio. De ese modo, ¡eureka!, Koch desentrañó el origen de la tuberculosis que había quemado en vano la sagacidad de los patólogos más ilustres del pasado.
La batalla del ser humano contra la tuberculosis viene de antiguo. Hipócrates, el autor del famoso
escribió en el año 460 antes de Cristo que la tisis era la enfermedad “más extendida y fatal de todos los tiempos”. Muy probablemente haya sido la que más daño ha causado a la especie humana a lo largo de toda su historia. Tuberculosos, tísicos, murieron Bécquer y Kafka, Purcell y Thoreau, Santa Teresa de Jesús y Spinoza. Hoy, en cambio, gracias a Koch y a las siguientes generaciones de patólogos, puede soñarse con su erradicación. Va camino del control. O eso se creía.
Andalucía tiene regiones donde el bacilo de Koch atraviesa mares y campos de amapolas con una libertad insólita, como sólo lo hace en los mares y los campos de Marruecos o Bolivia. Son las 27 zonas desfavorecidas que superan el umbral de baja endemicidad establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los 40 casos por cada 100.000 habitantes. El territorio onubense de Alto de Mesa, en la cúspide de la región, ha alcanzado
La media de los casos asemeja a las de Qatar o Kuwait en las zonas desfavorecidas
el valor máximo de 182 casos por 100.000 habitantes.
Las zonas desfavorecidas andaluzas tienen tasas de incidencia de tuberculosis superiores a los niveles registrados en el resto de Andalucía y del país. En concreto, la incidencia media en las zonas vulnerables de Andalucía está cercana a los niveles de países como Qatar, Kuwait o Bosnia-herzegovina. Así lo explica el último informe sobre la evolución de la enfermedad publicada en junio por la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de Consejería de Salud y Familias.
Lejos de erradicarse, los contagios de tuberculosis crecen con la pandemia. Pese a la tendencia al descenso de las últimas dos décadas, la bajada de la tasa no había sido suficiente para alcanzar el objetivo de la OMS de eliminar en 2050 la tuberculosis en los países europeos de baja incidencia. En el conjunto de Andalucía, la declaración de la enfermedad había seguido a un ritmo de decrecimiento. En 1992, la incidencia de los casos por cada 100.000 habitantes era de 21. En 2018 era de 8,5. La tasa de contagios en 2021 fue de 6,6 por 100.000 habitantes en Andalucía, cerca del objetivo planteado en el Plan para la Prevención y Control de la Tuberculosis de España.
Los datos más recientes no son alentadores con la pandemia, menos aún en los 99 territorios que la Junta de Andalucía define como zonas desfavorecidas por sus condiciones de paro, alfabetización, pobreza económica y material. En el último periodo analizado, son hasta 364.947 los andaluces que viven en zonas desfavorecidas cuyas tasas de incidencia superan el umbral de baja endemicidad que marca la OMS. En el anterior periodo analizado, hasta 2018, el número de andaluces que vivían en zonas desfavorecidas con una incidencia mayor que 40 era de 248.518. Del mismo modo, 107.483 andaluces viven en zonas desfavorecidas con una incidencia mayor que 100, como en Marruecos y Bolivia. En 2018, el número de andaluces en condición vulnerable con una incidencia mayor que 100 era de 11.406. El cambio no ha ido a mejor.
Los investigadores de la Consejería de Salud explican que la pandemia ha incrementado las desigualdades en materia de salud, profundizando las que ya había antes, unas desigualdades que sufren con mayor intensidad las poblaciones más vulnerables. El resultado toma tintes antediluvianos, anteriores a Cristo, al menos. El riesgo de sufrir tuberculosis para las personas con entornos de pobreza y exclusión social no sólo baja sino que crece como sólo se fantasea en un dibujo animado de terror.
La Consejería de Salud propone en el informe centrar la misión del control de la tuberculosis en Andalucía mediante el abordaje integral de la situación, priorizando y actuando sobre las zonas desfavorecidas.