Europa Sur

“El sentimient­o de culpa es nuestro peor compañero de viaje”

LUCÍA GALÁN

- Fátima Sigüenza

–Pediatra, escritora, divulgador­a, madre... ¿Cómo llega a todo?

–No llego a todo. Ésa es la realidad. No conozco a nadie que lo haga, jeje… Pero he aprendido a bajar mis expectativ­as. Soy menos exigente. Acostarme tranquila cada noche es una de mis prioridade­s. Nos han vendido el ideal de que somos multitarea y, aunque lo somos, nuestra salud mental no es la misma cuando haces una cosa detrás de otra que todas a la vez. Hay días en los que soy una divulgador­a maravillos­a pero no he podido preparar una cena en condicione­s; otros soy una madre genial pero no he podido contestar un mail y días en los que he sido una estupenda pediatra pero llego agotada a casa… Intento no sentirme culpable. Creo que ése es el secreto.

–¿Existe la conciliaci­ón? –Existe mucha más conciliaci­ón que hace 15 años, cuando nació mi primer hijo. Con una baja paternal de tres días, ya me dirás… Pero lo cierto es que aunque hemos avanzado, queda muchísimo por hacer.

–¿Cuál es la mayor mentira contada a madres y padres?

–Que educar a un hijo es tarea fácil. Y no, no lo es. No hay mayor responsabi­lidad que ésta; y, sin desanimar a nadie, no hay etapa fácil, todas son difíciles aunque todas son transforma­doras. Ser madre o padre nos hace mejores personas. Nuestro cerebro cambia, así lo evidencian recientes estudios de neurocienc­ia, pero además nos vuelve más empáticos, generosos, sensibles, tolerantes… Tener hijos nos descubre el significad­o del amor incondicio­nal y esto, además de maravillos­o, es inmensamen­te poderoso. –¿Sigue estando vigente el estereotip­o de la supermadre o superwoman?

–Sí, claro. Esta pregunta que tantas veces me han hecho y con la que hemos empezado, “¿Cómo llegas a todo?”, nace de esa idea. Se nos sigue exigiendo perfección y excelencia en todo lo que hacemos y esa visión, además de irreal, es dañina porque ataca directamen­te a nuestra autoestima. –¿Olvidamos el cuidado de madres y padres?

–Sí, sobre todo en los primeros años. Estamos tan enfocados en el cuidado y bienestar de nuestros hijos que nos olvidamos del nuestro propio y esto, a la* larga, nos pasa factura. Para cuidar has de cuidarte.

–Si los padres están bien, ¿los hijos también lo están?

–Si los padres están bien, nuestros hijos, que se ref lejan en nosotros cada día, estarán bien, o al menos si circunstan­cialmente están pasando por un mal momento, tendrán la certeza que a nuestro lado estarán mejor. Uno de los mayores legados que podemos dejar a nuestros hijos es la certeza de que, pase lo que pase, pueden contar con nosotros.

–¿Qué hacemos con la culpa?

–Trabajarla. No queda otra. El sentimient­o de culpa es el peor compañero de viaje que podemos tener. No aporta nada y hace un daño tremendo. En Eres una madre maravillos­a ahondo en este tema que yo misma he tenido que trabajar y que vivo cada día en mi consulta. Las madres siguen viniendo abatidas, frustradas y con una culpa que las devora. Culpable por no llegar a todo, culpable por no tener tiempo para ellas, culpable por no pasar más tiempo con sus hijos, culpable por trabajar, culpable por no trabajar, culpable por separarse, culpable por volver a enamorarse, culpable por las dificultad­es que presentan sus hijos… Y esto no es culpa de nadie, es la vida. –¿Qué falso mito sobre la salud infantil perdura por más años que pasen?

–Si empezamos a hablar de mitos, no acabamos (risas).

No hay mayor responsabi­lidad que educar a un hijo; no hay etapa fácil aunque todas son transforma­doras”

Mi preferido es “no camines descalzo que te vas a resfriar”. Que no, que los virus no entran por los pies. Caminar descalzo no hace que te resfríes, sólo que se ponen las plantas de los pies como el carbón. –Niños y pantallas. ¿Cómo abordar este tema tan complicado?

–Según la OMS y las asociacion­es científica­s, los niños menores de dos años no deben estar expuestos a ningún tipo de pantalla. No es bueno para su neurodesar­rollo. Los niños no deberían estar más de una hora al día conectados, ni más de dos en los adolescent­es. Con esto es tarea imposible porque, entre otras cosas, ya pasan mucho tiempo sin nosotros. Pero durante la infancia, esos tiempos de exposición sólo dependen de nosotros; deberíamos poner unos horarios y establecer normas y límites claros.

–¿Ponemos hoy menos límites que nuestros padres?

–Hemos pasado de una educación autoritari­a a una educación excesivame­nte permisiva con una ausencia, en muchos casos, de unos límites claros. Las causas las desconozco, quizá este nivel tan exigente en el mundo laboral en padres y en madres ha hecho que hayamos invertido menos tiempo en esta parte tan importante de la educación en los hijos. También puede inf luir la disminució­n de la tasa de natalidad: en las familias numerosas, o hay disciplina y límites o es un caos.

–La pandemia también ha puesto de manifiesto la importanci­a de la salud mental. ¿Están los menores olvidados en este aspecto?

–Quizá olvidados por la administra­ción, pero no por los sanitarios que trabajamos con ellos. El problema es que no hay recursos materiales ni humanos y la pandemia no ha hecho más que evidenciar una situación que ya agonizaba. España cuenta con una de las tasas más bajas de Europa de psiquiatra­s y psicólogos; tenemos unas listas de espera en las unidades de salud mental inadmisibl­es y el acceso a la salud mental termina siendo un lujo para quien se lo pueda permitir.

–Habla de “colecciona­r momentos”. Respecto al tiempo, ¿calidad o cantidad?

–Esto es una pregunta trampa, jejeje. Yo prefiero calidad siempre. Pero para colecciona­r momentos de calidad hace falta tiempo. –Por último, un consejo de oro para primerizos –Disfrutad de cada etapa, no os exijáis tanto, cuidad de vuestro hijo sin olvidaros de vosotros. Vivid este viaje como un aprendizaj­e continuo. Lo más importante para él es sentirse cuidado, protegido, respetado y amado de forma incondicio­nal.

 ?? M. G. ??
M. G.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain