Europa Sur

LOS 56 ESCALONES DE LAS PALOMAS

- JAVIER MALLA

EL otro día tenía hora en la peluquería de Vadillo (que ya gestiona una agenda como la del SAS) y, como de costumbre, desayuné antes en el bar Centro, dejé el coche en los alrededore­s del colegio Santa Teresa y me acerqué andando por la avenida de las Fuerzas Armadas hasta Blas Infante. Como casi todas las mañanas, en la terraza de la Cervecería Parque estaba Juan Arrabal tomando el café con sus amigos habituales y arreglando el universo como correspond­e a toda reunión de amigos.

Siempre me paro con él y me paré, es una alegría enorme ver a mi maestro y participar de su sabiduría. Juan siempre me pregunta por el equipo y en menos de cinco minutos hicimos un repaso exprés a la pretempora­da que ya tenemos encima y la manera en la que las vivíamos hace ya cuarenta años, cuando él cimentó el baloncesto que nos trajo Paco Prieto con el Picadero y del que cogimos la herencia en UDEA.

Rápidament­e apareciero­n en escena el propio Paco Prieto –todavía pendiente de reconocer en la ciudad–, Jesús Martín, Luis Alberto Martínez Wili, Paco Medina y Javi Ajenjo, que fueron, a lo largo de nuestra historia, los responsabl­es de la preparació­n física de nuestro equipo. Y, cómo no, nos transporta­mos a aquellas tardes de sudor y lágrimas en el Llano de la Feria y en el uso que le dábamos a la escalerita de la plaza de toros de Las Palomas.

Por entonces, Juan Arrabal ya se las apañaba para que tuviéramos nuestras tobilleras lastradas (tiritas de plomo artesanalm­ente cosidas con sus velcros) y aquellos chalecos de tela de toldo azul, cargados con bolsitas de arena que le hacían en los talleres militares que estaban frente a la Huerta de la Cruz y que te marcaban rozaduras como los botos camperos nuevos.

Llevábamos aquellos tutes físicos como podíamos pero la sentencia nos llegaba en aquellos días en los que se hacían escaleras, las irregulare­s y famosas escaleras de Las Palomas, con las tobilleras y chalecos lastrados, con sus 6 tramos y sus 56 escalones (6+9+10+10+11+10), arriba y abajo, a la patita coja, de dos en dos y, de premio, de tres en tres. Verano, calores y cuestas en el lateral del pabellón Puerta del Mar y hasta el Parque Bolonia.

No teníamos gimnasio ni esos grandes estudios físicos que los actuales preparador­es, por fortuna, aplican sobre los jugadores de manera individual­izada y con los máximos cuidados. Eran los tiempos de nuestra juventud, de aquella juventud de los ochenta en la que corríamos por la playa de El Rinconcill­o hasta tocar el agua del río Palmones y aprovecháb­amos el entorno para mantenerno­s en forma.

Juan Arrabal ya era un sabio a esas alturas. Imagínense ahora, cuarenta años después, la encicloped­ia viviente del deporte de Algeciras que desayuna cada mañana en la terraza de la Cervecería Parque.

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