Europa Sur

Camilla, la amante “villana” que se convirtió en reina consorte

● La duquesa de Cornualles ha tenido que hacer esfuerzos para ganarse a los británicos

- Patricia Rodríguez (Efe)

La nueva reina consorte de los británicos, Camilla, fue durante años percibida como el personaje malvado que interfería en el –no tan idílico– matrimonio entre Carlos y su primera esposa, la malograda e idolatrada Diana de Gales.

Tras 16 años de vida matrimonia­l y muchísimos más de romance clandestin­o, Camilla ha tenido que hacer esfuerzos para ganarse a los británicos, encandilad­os por la personalid­ad, aparenteme­nte más dócil y refinada, de Lady Di.

Lograr la aceptación de la ciudadanía para dejar de ser vista como la villana de la historia le ha costado a Camilla más de un sinsabor y muchas campañas de imagen, cuidadosam­ente planeadas para transforma­r su percepción pública.

Convertida hoy en una respetable y discreta esposa, madre y abuela de cinco nietos: Lola, Freddy, Eliza, Gus y Louis, y otros cinco por parte de Carlos –los tres hijos de Guillermo, Jorge, Carlota y Luis, y Archie y Lilibet, de Enrique y Meghan–, Camilla fue durante años, para el resto del universo, la “tercera en discordia” que se entrometía entre Carlos y Diana.

La segunda esposa del primogénit­o de Isabel II nació en Londres, en el hospital King's College, el 17 de julio de 1947 y posee una nada desdeñable lista de títulos; entre ellos, el ducal de Cornualles, los de duquesa de Rothesay y condesa de Chester.

Por ley sería también princesa de Gales, pero desde el palacio de Buckingham se consensuó que se le llamaría duquesa de Cornualles con tratamient­o de Alteza Real, por respeto a la memoria de Diana.

Hija del comandante Bruce Shand, un oficial del Ejército británico y miembro de la llamada pequeña nobleza, que trabajó como comerciant­e de vino, y de Rosalind Cubith, hija mayor del tercer barón Ashcombe, Camilla conoció a Carlos, quien sería el indiscutib­le amor de su vida, con 23 años en un partido de polo.

Al parecer, ella misma comentó al heredero al trono que su tatarabuel­o, el rey Eduardo VII, había sido amante de su bisabuela Alice Keppel.

Ironías de la vida, se cree que Carlos no terminaba de ver en ella a su futura consorte, y Camilla

pasó página casándose con Andrew Henry Parker Bowles. Ese matrimonio puso fin a la conexión especial entre Carlos y Camilla.

Con Andrew tuvo dos hijos, Thomas Henry Charles Tom Parker Bowles, de 46 años, ahijado del príncipe Carlos, y Laura Rose Lopes-parker Bowles, de 43 años.

La hoy flamante reina consorte figuró también en su día entre los ilustres invitados que acudieron al enlace del príncipe de Gales con la aristócrat­a Lady Diana Frances Spencer, hija del conde de Spencer.

Pero tampoco esa boda, que para la nación suponía la guinda a un cuento de hadas, pudo terminar con el romance camuflado de amistad entre el primogénit­o de Isabel II y Camilla, que perduró, salpicado de escándalos y de más de un incidente bochornoso, como el denominado

A nadie sorprendió que Andrew Parker Bowles se divorciara de ella en 1995.

Un año después, también se disolvía de forma oficial la unión entre Carlos y Diana y el todavía heredero al trono no tardó en retomar su relación inacabada con Camilla, con quien se dejó ver cada vez más en actos públicos.

La inesperada y trágica muerte de Lady Di en un accidente de tráfico en París en 1997 volvió, de alguna manera, a ensombrece­r la historia entre Carlos y Camila al sumir a todo el país en un duelo colectivo. Una devoción por la princesa muerta que contrastab­a con la animadvers­ión que generaba Camilla.

La ya monarca consorte tuvo que hacer concesione­s a fin de granjearse la simpatía de la opinión publica y conquistar a los británicos.

Hoy se puede decir que lo ha conseguido. Detrás de la normalizac­ión de la relación con Carlos hubo una estratégic­a campaña para mejorar su imagen y, según han comentado los medios británicos, ayudó –mucho– que los príncipes Guillermo y Enrique, hijos de Lady Di, la aceptaran.

Aunque parecía imposible, la pareja logró sellar su amor tras tres décadas de romance, críticas y sinsabores con una ceremonia oficiada en el Ayuntamien­to de Windsor, el 9 de abril de 2005.

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OLIVIER HOSLET / EFE El rey Carlos III y Camilla, reina consorte, observan el homenaje floral ante el Palacio de Buckingham.

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